Francisca Pérez: «Los vuelos tendrían que ser mucho más caros y así habría muchos menos»
La decana de la Facultad de Filosofía de la UMU y presidenta de la Sociedad Europea de Estética confiesa que es «de izquierdas, aunque la izquierda me decepciona cada día. Siempre ha sido machista y lo sigue siendo»
Es fácil emocionarse en lo profundo escuchando a Charles Aznavour cantar 'Las hojas muertas': «En aquel tiempo la vida era más bella y el sol ... brillaba más que hoy...». Y sentirte muy vivo recorriendo la maravillosa lengua de acantilados de Big Sur, degustando con los cinco sentidos la belleza salvaje del lugar, un santuario de aguas inquietantes por las que viajan las ballenas y los cóndores nos observan, imagino que perplejos, majestuosos desde el cielo que dominan. He aquí una canción y un lugar de la Tierra muy apreciados por Francisca Pérez Carreño (Madrid, 1961), catedrática de Estética y Teoría de las Artes en la Facultad de Filosofía de la UMU, de la que también es decana. Presidenta de la Sociedad Europea de Estética, es madre de una hija y está divorciada.
«Spinoza dividía los sentimientos entre vivificantes y aletargantes, y el amor está entre los primeros. El amor es lo mejor de la vida, junto con la naturaleza»
-¿Su alegría?
-Tengo una hija maravillosa, tiene 28 años y vive y trabaja en Inglaterra.
-¿La animó a conocer mundo?
-Desde siempre. También yo, durante mucho tiempo, pensé que me iría de Murcia. Mi familia vive en Madrid, y también la de su padre; siempre tuvo claro que se quería ir a estudiar a Madrid, y a partir de ahí... La adoro, me llevo muy bien con ella y la echo mucho de menos a ratos, pero se acostumbró muy pronto a ser autónoma, y le gusta serlo, y eso me parece muy bien. No me gustan esas familias absorbentes que hacen a sus miembros absolutamente dependientes entre sí; eso de no saber hacer nada los unos sin los otros a mí me pone muy nerviosa.
-¿En qué colegio estudió?
-En uno muy humilde de monjas de mi barrio. Después fui a un instituto muy bueno y desde entonces me empezó a gustar mucho la vida intelectual.
-¿Qué huella le dejaron?
-La de la disciplina, aunque en casa también mis padres lo eran. Me eduqué como católica, en el amor al prójimo, y creo que, como para mucha gente, aquello fue el inicio de la preocupación social.
-¿Qué le hizo perder la fe?
-No lo sé muy bien. Una cosa mala del colegio de monjas era el miedo que te metían desde pequeña; yo era ya de por sí una niña muy miedosa, y cada vez que había una tormenta me parecía que era el Diluvio, e incluso temía que se me apareciera la Virgen [risas]. A los 14 años, vas al instituto y descubres otro mundo: que la gente no tiene miedo al infierno, ni tampoco esa idea del pecado, y además vas descubriendo el sexo, que para las monjas era un tabú absoluto; todos los pecados giraban alrededor del sexo.
-¿Qué quería ser?
-Quería ser filósofa, sin saber lo que era eso [sonríe]. Las maestras de Literatura que tuve en el colegio eran buenas, y a mi padre también le gustaba leer. Recuerdo que miraba en la enciclopedia que había en casa biografías de escritores y veía que habían estudiado Filosofía y Letras; y me dije: 'Yo quiero estudiar eso'. Y así fue. Creo que soy la primera licenciada de la familia.
-¿Se parece su vida a la que quiso tener?
-No tenía una vida diseñada, pero, por ejemplo, yo quería tener más hijos y no ha podido ser. Pero, en cuanto a realización profesional, el presente es mucho mejor de lo que pude soñar. En este momento soy presidenta de la Sociedad Europea de Estética, soy una persona conocida, tengo un equipo muy bueno y trabajo en el área de Filosofía de la UMU, que es un área realmente muy buena.
-Lo dice la decana...
-....[risas] Lo digo porque es la verdad.
-¿Cree en la suerte?
-Hay veces que estás en el sitio adecuado en el momento adecuado, y al revés: hay veces en las que te caen todas. Hay gente que ha nacido con una flor en el culo, y gente que no. Personalmente, hay cosas que deseo y que no tengo, pero no cambiaría mi vida por la de nadie. También es cierto que veo a mucha gente que vive mucho peor que yo,
-¿Cómo es usted?
-Una persona muy insatisfecha y muy exigente; no me dejo tranquila, aunque en los últimos años un poco más. Y, sobre todo, en este tiempo de confinamiento y de Covid-19 te dices: 'Mejor no hacer muchos planes'.
-¿Qué tiene a favor?
-En el plano externo: amigos, colegas y familia que me apoyan; cuando he estado mal, nunca me he sentido sola. En el interior: tengo fuerza y perseverancia.
-«Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde», escribió Gil de Biedma. ¿Cuándo le golpeó a usted?
-Siendo muy joven tuve que asumir responsabilidades inesperadas, pero, eso, era joven y podía con todo...; pero, hace doce o trece años, cuando murieron mis padres y me separé...; llevas un trayecto y de pronto se trunca, se acaba. Y esa sensación de orfandad...
-¿La vida ha sido justa con usted?
-Creo que ha sido injusta, pero sé que es una sensación subjetiva; desde fuera me hacen verme como una persona con relativa buena suerte: no tengo dificultades económicas, tengo más o menos todo lo que quiero, y humanamente disfruto de amigos y del respeto de mucha gente.
-Y, en general, ¿la vida es una cabrona o una buena aliada?
-En general, la vida es una cabrona. Hay una frase de Adorno que se repite muchísimo: 'El arte es promesa rota de felicidad'. Yo creo que la vida también es promesa rota de felicidad, aunque no sé si para todo el mundo. Hay gente que parece ser inmensamente feliz. Tener que morirse es una putada, que se te mueran los familiares también, que haya niños que no coman...
-¿Qué tiene la vida a su favor?
-La naturaleza y el amor. El sentirse querida y el querer tú a otros. El amor es un sentimiento vivificante. Spinoza dividía los sentimientos entre vivificantes -los que animan- y aletargantes, y el amor está entre los primeros. El amor es lo mejor de la vida, junto con la naturaleza, sí.
-¿Qué encuentra en la naturaleza?
-Belleza y sublimidad.
En tragos cortos
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Un sitio para tomar una cerveza El antiguo Zalacaín (en Murcia)
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Una canción 'Las hojas muertas', cantada por Charles Aznavour
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Un libro para el verano 'Eros dulce y amargo', de Anne Carson
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¿Qué consejo daría? Hay que ser serios
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¿Le gustaría ser invisible? No
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Su héroe o heroína de ficción Emma Bovary
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Un epitafio «Lo quise todo»
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¿Qué le gustaría ser de mayor? Viajera
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¿Tiene enemigos? [...]
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Lo que más detesta La chulería
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Un baño ideal En Cabo de Gata
Paciencia
-¿A qué ha aprendido?
-Sé tener paciencia.
-¿Y qué suele buscar?
-Normalmente, más que paz busco excitación.
-¿Dónde no la encontraremos?
-Escalando.
-¿Qué proporciona el arte?
-No creo que el arte, en general, salve de nada ni nos condene a nada. A mí el arte que me interesa es el que me hace pensar.
-¿Qué lugares del mundo le encantaron?
-París, que fue el primer sitio al que viajé cuando era joven; Berlín, a la que ya no encuentro tan atractiva, aunque ahora sea mucho mejor para vivir, como lo era el Berlín de la RDA que conocí. Y, en relación con la naturaleza, y entre otros muchos lugares, California y Nueva Zelanda, que me pareció un lugar maravilloso: un país tranquilo y civilizado cuya gente me encantó.
-¿Qué gente le interesa?
-La gente de la que puedo aprender algo sobre las cosas que me gustan: arte, música, cine...
-¿Y que se comportan cómo?
-De forma educada, cortésmente. De pequeña me decían en mi casa que es importante sonreír, que tener un gesto amable es algo que se agradece. La cordialidad me gusta.
-¿Qué no soporta?
-¡Tantas cosas! La prepotencia, esa chulería que hace que la gente hable de todo sin saber de nada, lo cual da lugar a toda esta charlatanería que nos rodea.
-¿Y qué valora mucho?
-El buen gusto, que se moldea con la educación, que a su vez es lo único que podría salvarnos. No se trata de una educación libresca, sino de la educación de los sentimientos y de la mirada. Hace unos meses murió Tomás Llorens, un amigo al que quería y admiraba mucho. Era una persona inteligente, culta, políticamente comprometida e inmensamente sensible; y, claro, todo eso se traducía en su buen gusto, en su forma de estar en el mundo, de tratar a la gente y de hacer las cosas.
-¿Qué no es en absoluto?
-Apocada.
-¿Qué hay más triste que tres tristes tigres?
-La muerte de un hijo, una ruptura sentimental, tantas cosas...
-¿Para qué es un trasto y para qué es un lince?
-Soy muy despistada, y de hecho he tardado un poco en llegar [a la entrevista] porque he salido sin las gafas, no encontraba el bolso...; y soy un lince para sobrevivir a todo ese despiste [sonríe].
-«Para escuchar el canto del jilgero vine yo al mundo», se lee en un poema de Eloy Sánchez Rosillo. ¿Cuál es su caso?
-Solo por visitar con mi hija el MOMA [Museo de Arte Moderno de Nueva York] ya habría merecido la pena venir a este mundo.
-¿Qué le gusta mucho?
-Me descansa ir a escuchar conciertos de música clásica.
-¿Somos acaso los reyes de la Creación?
-Sí, aunque forma parte de nuestra experiencia el que el Universo gira sin nosotros y la naturaleza a la que pertenecemos pueda sobre nosotros. Seguimos siendo los reyes de la Creación porque no podemos mirar el mundo desde otro lado que no sea desde nosotros.
-¿Su nivel de confianza en sus semejantes qué tal anda?
-En general, nulo. Sabemos, por ejemplo, que nos estamos cargando el planeta, pero...; ¿acaso nos planteamos reducir el inmenso tráfico aéreo? Cuando éramos jóvenes nadie podía viajar, pero ahora viaja todo el mundo. Pues lo siento: es verdad, es antidemocrático, pero los vuelos tenían que ser mucho más caros y así habría muchos menos. Tantas cosas hacemos mal a sabiendas... Pero, a nivel personal, sí tengo confianza en algunos semejantes, porque de lo contrario viviría de forma absolutamente estresada y sería mucho más infeliz.
-¿Hemos aprendido algo y salido mejores del confinamiento?
-No, absolutamente no; habrá alguien que sí, pero colectivamente yo no veo mucha mejora.
-¿Qué echa usted en falta?
-Hay que tomarse las cosas más en serio, y no solo con respecto a los contagios.
-¿Incomprensible qué le resulta?
-¡Se vende homeopatía en las farmacias, incluso recomendada por algunos médicos!
-¿Se pronuncia políticamente?
-Soy de izquierdas, aunque la izquierda me decepciona cada día. Mi primera desilusión vino muy pronto por cuestiones de género. La izquierda siempre ha sido machista y lo sigue siendo. Dicho esto, está claro que en este país se ha avanzado mucho en favor de la igualdad. Pero sigue habiendo quienes en la izquierda dicen que prefieren [si ha de tener responsabilidad pública] a un hombre feminista que a una mujer que no lo sea, y yo creo que es bueno que haya mujeres [en puestos de responsabilidad], sean lo que sean.
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