El actor José Caride, en una tienda de barrio de Alcantarilla, este jueves. Ros Caval / AGM
Actor

José Caride: «He actuado en teatros de España, Portugal, Italia y América, e inauguré en Lisboa la televisión en color»

«En escena aprendí a ser persona, sobre todo. Y el respeto a la gente, y esas cosas. Y aprendí teatro. Me fijaba mucho en lo que decían directores y actores como Prieto, Dicenta, Guillermo Marín, Alberto Closas...», asegura el intérprete de 91 años, que será nombrado Hijo Predilecto de Alcantarilla en septiembre

Viernes, 23 de agosto 2024, 00:32

Su abuelo compró un teatro en Alcantarilla y su padre estuvo durante unos años «gobernándolo». «Llegaban las compañías y muchas no tenían ni un real para comer, y se les daba dinero para que pudieran volver a sus casas. Por eso mi padre me decía ... que si quería ser actor me iba a morir de hambre». No se cumplió la profecía paterna. José Caride (Alcantarilla, 1933) es el más veterano de los actores de la Región de Murcia, sigue en activo en la dirección de una compañía amateur. Ha aparecido en 200 producciones de teatro y en otras tantas de cine -entre ellas en cuatro películas de José Luis Garci-, ha conocido a Tennessee Williams y Ava Gardner, compartido escenario con los más grandes intérpretes y directores de la escena española -desde Fernán Gómez a Mary Carrillo, Analía Gadé y Rafaela Aparicio-, y ha actuado en la mayoría de teatros de España, Portugal y América desde la frontera de México con Estados Unidos hasta Buenos Aires. En septiembre será nombrado Hijo Predilecto de Alcantarilla. Nunca fue vanidoso. «No encontrarás a ninguna compañera que hable mal de mí». Su memoria es prodigiosa en detalles, como su vida y sus vivencias, que comparte con LA VERDAD en su retiro en Alcantarilla, donde volvió tras su jubilación buscando el anonimato. Hoy interpreta en la vida real a un anciano de 91 años, pero sigue teniendo la mirada del niño que soñó con ser todos los tipos humanos posibles.

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-¿Fue complicado vivir de actor?

-No, porque yo me contraté por las cosas más extrañas. Por ejemplo, por tener esmokin y por ser ágil. No me llamaron al principio por ser un buen actor, sino por otras cosas. A veces, por una cuestión de vestuario. Yo tenía esmokin porque iba al casino a fiestas.

-¿A qué edad se fue a Madrid?

-Con 23 años, terminada la mili. Mi tía María Luisa [abuela del también actor Fernando Caride], que era una mujer muy inteligente y muy culta, convenció a mi padre. Le dijo: 'Tú sabes que Fernando Díaz de Mendoza, que era murciano y noble, grande de España, fue actor, y marido de María Guerrero, y, además, le fue muy bien'. Y mi padre empezó a reflexionar, habló conmigo, y yo le dije que quería estudiar en Madrid teatro, como si fuese a la universidad, y mi padre me pagó durante unos años mi enseñanza, se convenció y me dejó irme a Madrid. La escuela en Madrid estaba entonces en el conservatorio, y los profesores eran actores mayores. Por ejemplo, Manuel Dicenta.

-Coincidió con Anastasio Alemán, actor del Barrio del Carmen, cuando estaba en el TEU dirigido por Alberto González Vergel, un químico de Rojales.

-Ambos hicieron en Madrid una compañía de teatro y cuando yo decidí irme a Madrid, me dijo: 'No te preocupes, te busco un sitio para vivir en Madrid y te espero en la estación'. Cuando llego, efectivamente, allí estaba y me llevó a la misma casa donde vivía. Me orientó en Madrid. Yo debí llegar en febrero o marzo, y la matrícula había que hacerla en septiembre, yo rogué y di vueltas y me permitieron estar de oyente, nada más. Pero a la semana, yo ya dije, esto es una tontería, porque solo contaban sus batallitas, y me compré libros de teatro, de todos los métodos, y me los estudié. Anastasio me aconsejó dar clases de verso, con un actor que hacía mucho cine, José Franco. En verano me volví a la playa, y para finales de agosto regresé a Madrid. Era la época en que se organizaban las compañías. Ya no me matriculé en el conservatorio, porque me metí a dar clases con Franco, y allí estaban Paco Valladares, José María Prada y otros que querían hacer cosas al estilo Bogart como Manolo Esparza, que acabó siendo conserje de la sala de fiestas Pasapoga. Ramón Rivera, gallego, se puso Raymond River, porque decía que con un nombre internacional tenía más posibilidades de ser contratado. Una vez que volví a Alcantarilla a ver a mis padres me encontré con el tal Raymond River. ¡Muchacho, pero qué haces aquí!, le pregunté. 'Es que me he casado con una chica de aquí, que es sastra. ¡Y ahora represento telas!'.

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En tragos cortos

  • Un sitio para tapear El Rincón de Pepe en Murcia.

  • Una canción El bolero 'El reloj', de Lucho Gatica.

  • Un libro para el verano ¡Leed a Lope de Vega y a Quevedo!

  • ¿Qué consejo daría? ¿Para qué? ¿Para vivir mejor? Leer, pensar, tener honradez y un sentido de la justicia, y respetar a la gente.

  • Un aroma. Olor a rosas.

  • ¿Con quién no cenaría jamás? ¡Con aquel que comiera mucho!

  • ¿Quién dejó de caerle mal? Nadie, a mí generalmente la gente no me cae mal, respeto como son.

  • Una película. 'El juicio de Nuremberg' (Stanley Kramer, 1961), con Spencer Tracy, Burt Lancaster, Marlene Dietrich, Montgomery Clift, Richard Widmark... unas interpretaciones prodigiosas, y ese final...

  • ¿Qué don le gustaría tener? El don de saber tocar el piano.

  • ¿Qué le parece mágico? ¡El vivir!

  • Un baño ideal En el Balneario de Archena.

-Eran habituales del Café Gijón.

-Una vez entró un tío con un puro y gabardina, mirando por todo el café, y nos vio a los más jóvenes y se acercó, y preguntó: ¿Sois cómicos? Nosotros nos miramos, porque la palabra cómico ya empezaba a estar en desuso, y yo dije: 'Pretendemos serlo'. Preguntó quién de nosotros tenía esmokin, y yo levanté la mano. Me citó al día siguiente a las cuatro en el Centro Segoviano, en la compañía de Maritza Caballero y Anastasio Alemán. Yo sabía que Anastasio estaba organizando aquello y quería que entrase yo en la compañía, pero aún no se lo había dicho a Maritza. Anastasio me vio allí al día siguiente, buscaban a un galán joven, y ya estaba yo allí. Me dieron una escena para hacer una prueba para el papel, y yo tenía buena memoria entonces, y al terminar, me dijeron, te quedas con nosotros. Me dieron un libreto y mañana ya ensayo. Así empecé yo en la primera compañía. Estuve por lo menos un año.

José Caride (Alcantarilla, 1933), con un retrato de José Lucas al fondo. José Luis Ros Caval / AGM

-Galán joven, dice...

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-Sí, porque por entonces tenías al galán galán, al segundo galán, al primer actor, al segundo actor, al genérico... era como el coronel, el capitán, el sargento, el teniente... había puestos donde se cobraba más, y luego venían los actores de reparto, que hacían cualquier personaje que se les diera. Si te llamaban de otra compañía, como mínimo te tenían que pagar el sueldo que tenías. Había una organización que hoy no hay. Había compañías titulares de los teatros (Lara, Reina Victoria...), y otras que eran de repertorio, que llevaban seis o siete, doce o quince obras y hacían gira por toda España y en verano, con suerte, a Madrid, porque las titulares se iban al norte a trabajar. Y luego tenías las compañías de ferias, que iban girando por los pueblos. Te hablo de los años 50 y los 60, y así lo establecía el Sindicato de Actores. Había mucha organización.

-Conoció y trabó amistad con José Crespo, uno de los actores españoles pioneros en Hollywood.

-Tuve ya referencias de Crespo siendo yo niño, porque la sastra que iba a mi casa a ayudar a mi madre a coser y esas cosas había sido novia de él antes de irse a América. Y cuando regresó, justamente hizo un programa de televisión donde yo estaba, y hablábamos mucho por el hecho de ser ambos murcianos. Ya aquí en Murcia comí muchas veces con él, me contó las cosas que había hecho con Greta Garbo y Gary Cooper. Él se fue cuando se fueron Pepe Nieto, Ribelles, una serie de actores y actrices a Hollywood para hacer las películas americanas para el mercado hispano. Se hacía la misma versión en español. Catalina Bárcena, Conchita Montenegro... todas ellas se fueron, así como otros autores y guionistas como Edgar Neville, José Rubio, Jardiel Poncela...

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-Su padre acabó apoyándole.

-Cuando me contrataron en el Teatro Español y empecé a ganar dinero, yo ya le dije: 'No me mandes más dinero porque tengo un buen sueldo, tengo contratos largos y me sobran los contratos, no puedo abarcar todo lo que me ofrecen'. He actuado en teatros de España, de Portugal, de Italia y de parte de América. Yo inauguré en Lisboa la televisión en color. Vino un realizador portugués a Madrid a escoger tres o cuatro actores españoles para inaugurar la televisión en color, iban a hacer una obra sobre Magallanes, 'Mar libre', y había actores portugueses y los capitanes de los barcos éramos españoles. Esa obra la llevaron a Cannes, e incluso le dieron un buen premio.

-Hizo mucho teatro y televisión.

-De teatro, algo así como unas 200 obras de teatro, y de televisión otras tantas por el estilo, entre 'Estudio 1', novelas, teatro de siempre... He trabajado con los mejores actores y actrices, y con los mejores directores de España. Con obras importantísimas: Lope, Calderón, Arthur Miller... de Shakespeare he hecho nueve o diez obras. Había una gente que se dedicaba al teatro independiente, que se decía el Teatro de Cámara, con obras que generalmente no se habían estrenado en España. A mí me llamaban. Yo hice la primera obra de Harold Pinter y de Ionesco en España.

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«Al principio no me contrataron por ser buen actor, sino por las cosas más extrañas como tener esmokin y por ser ágil»

-¿Qué aprendió en escena?

-Aprendí a ser persona, sobre todo. Y el respeto a la gente, y esas cosas. Y aprendí teatro. Me fijaba mucho en lo que decían los directores y los actores importantes como Prieto, Dicenta, Guillermo Marín, Alberto Closas... Yo me ponía en la caja a mirarlos, a escucharlos. Yo fui al Teatro Romea a ver 'La muerte de un viajante', de Arthur Miller, con la Compañía Lope de Vega que dirigía José Tamayo, y el papel principal lo hacía un actor primerísimo, fabuloso, Carlos Lemos, que con algunas escenas me ponía los pelos de punta. Me gustó tanto, que me preguntaron si me había gustado, y yo dije: 'Yo un día haré esa obra y con ese tío'. Y, efectivamente, 'La muerte de un viajante' la he hecho tres veces y una de ellas con Lemos, la primera vez, y la última con José Sacristán. He viajado muchísimo por América haciendo teatro, desde México a Bogotá y Buenos Aires. He tenido una vida aprovechada, afortunadamente.

-¿Por qué decidió apartarse de los escenarios y ya no acepta más papeles como actor?

-Porque me falla la memoria. Fernando Caride me dice y me anima a hacer cosas, pero a los cinco minutos ya me olvido de cosas y no quiero hacer el ridículo. Hice una cosa de teatro de Calderón, y yo nunca fallaba, me sabía de memoria las cosas. En esa obra una de mis hijas era Blanca Portillo, y dejo de hablar con ella, y me voy a una esquina y tenía que decir un folio en verso, y, de pronto, llego al sitio, y no me acordaba absolutamente de nada. Miré al público, y dije, 'hay que ver cómo son los hijos', y me fui. En escena habíamos tenido una discusión mi hija y yo. Ya tenía que hacer esfuerzos para acordarme de las cosas. En la última película con Garci, 'Tiovivo c. 1950' (2004), yo tenía una escena con Aurora Bautista. Ensayamos, bien, todo perfecto, y Garci dice: ¡Rodamos! Y yo me quedé sin saber qué decir... una cosa que yo sabía y me había olvidado... Me cabreé mucho conmigo mismo. Al rato, volvimos, lo hice, y me preguntó Garci: '¿Estás cabreado?'. Sí, estaba cabreado conmigo mismo, pero ya no me iba a pasar más. Garci me llamó después varias veces, pero nunca más.

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El actor José Caride, este jueves, en un paseo por la calle Mayor de Alcantarilla. José Luis Ros Caval / AGM

-¿Quiénes fueron sus amigos?

-Me apreciaban mucho los actores. Era amigo de Armando Calvo, histórico galán, al que iban las mujeres en sus coches a buscar a los teatros. Era muy amigo de Landa, de Sacristán, de Fernando Cebrián... Estoy intentando localizar a Sacristán para hablar con él, he llamado a María José Alfonso, y nada. Uno de mis sobrinos le dio mi teléfono la última vez que vino a Murcia, y celebró mucho conocerle, pero debe ser que lo ha perdido.

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-Estuvo casado durante 50 años con la actriz María José Fernández.

-Sí, ella ya murió. Era gallega. ¡Guapísima! ¡Actriz de escenas de acción, por ejemplo, en 'Rey de reyes'! Y cuando murió ella, hice una cosa de Vargas Llosa, empecé a tontear con una de las actrices, África Pratt. En Pamplona, desayunando, le dije: '¿Sabes que me gustas mucho? Y a ella le importaba un bledo, 'yo necesito una enciclopedia', me dijo. ¡Y yo era una enciclopedia! Así empezamos. Luego me dio el cáncer de próstata, África es 12 años menor que yo y no quería estropearle su vida. Me dejé el teatro y el cine, me vine a Alcantarilla, pero ella no me ha dejado, y así seguimos: me llama todos los días y viene de vez en cuando.

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