Inés Hellín en el centro de Murcia, donde ha vivido gran parte de su vida. Guillermo Carrión / AGM
Bailarina y creadora escénica

Inés Hellín: «Es muy necesario desestigmatizar la terapia psicológica»

Estío a la murciana ·

«He vivido al lado de la bulimia, de la anorexia y de la ansiedad», asegura la bailarina y creadora escénica

Lunes, 12 de agosto 2024, 23:43

Con gusto y felicidad enseña la bailarina y coreógrafa Inés Hellín Rubio (Murcia, 1987) las fotografías de su última actuación, ¡dentro de un castillo! en el Festival de Perigord (Francia), interpretando 'Carmen' con la compañía Carmen y Matilde Rubio, Ballet Español de Murcia, dirigida por ... la madre y tía, respectivamente, de la entrevistada. Tras unos días de vacaciones, «merecidas», a finales de agosto esta artista y profesora de Lengua Castellana y Literatura en un instituto de Roldán (Torre Pacheco) vuelve a la carga para sacar adelante 'Mentalte', un proyecto que presentará el 10 de octubre en el Teatro Circo Murcia.

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-¿Qué tiene entre manos?

-Estoy trabajando en 'Mentalte', una obra de danza-teatro. Es el producto de un proyecto de mediación cultural que inicié hace dos o tres años, enfocado en salud mental y dirigido a la juventud. Estoy superilusionada. Hemos trabajado con una mesa de psicólogos que están bastante implicados y contamos también con un grupo de investigación de la Universidad de Murcia. Cuando empecé con proyectos de mediación, enseguida me di cuenta de que cuando tú coges una herramienta cultural y la usas para proyectar un mensaje a la juventud le llega de una forma muy amena, pero a la misma vez eficaz. El proyecto de salud mental nació en la pandemia.

-¿Qué mensaje lanzará en 'Mentalte'?

-A lo largo de toda la obra se tocan una serie de trastornos mentales, pero el mensaje último y el fin es que los chicos entiendan que, a lo largo de la vida, puedes pasar por distintos procesos -no trastornos mentales sino simplemente trastornos emocionales, sentimentales, de crecimiento personal...- y que tú tienes algo muy valioso, tu mente. Muchas veces no somos conscientes de hasta qué punto nos afectan los mensajes que nos repetimos constantemente a nosotros mismos. Y tú te puedes llevar bien con un amigo, con un jefe, con tu padre y con tu madre, pero te tienes que llevar bien contigo mismo porque es con quien pasas todo el tiempo. La idea principal de la obra es mostrar que en tu propia mente tú tienes mucho más poder del que tú crees y que, independientemente de los trastornos mentales que tratamos, muy vinculados con la juventud, como el acoso escolar y los trastornos alimenticios, se va a tocar la depresión. Es muy necesario desestigmatizar la terapia.

«En tu propia mente, tienes mucho más poder del que tú crees»

-¿Cuáles son sus primeros recuerdos asociados al baile?

-Recuerdo los cumpleaños. En mi primer cumpleaños me regalaron, todavía los tengo, unos zapatitos de tacón que son de chiste. Y recuerdo a mi hermano diciendo, 'Inés, baila. Tú tienes que bailar' porque él era futbolero. He tenido la suerte de que me ha gustado mucho. Mi madre es Carmen pero realmente a la que yo considero mi maestra, porque es la que ha estado desde que yo entrara en el Conservatorio, diez años completos conmigo, ha sido mi tía, mi madrina, Matilde. Estamos muy unidas y hay mucha complicidad. Nos miramos y ya sabemos lo que pensamos.

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-Comenzó a bailar, le gustó y, además, ¡se le dio bien!

-Pues creo que lo mío fue más bien voluntad desde pequeña e ilusión. Mi propia hermana, por ejemplo, tiene muy buenas facultades. Si alcanzas cierta madurez en la danza es porque has continuado trabajando y formándote.

-¿Ha sentido presión por parte de su madre y su tía para continuar formándose?

-Yo recuerdo que mi madre me decía 'Vas a hacer lo que quieras, hasta cuando tú quieras' pero yo sentía igualmente la presión por mí misma, porque quería que mi madre estuviera orgullosa de mí. Es verdad que mis decisiones han estado condicionadas por la danza pero he hecho lo que he querido. He estudiado Derecho, me fui a Madrid, he hecho un Máster de Artes Escénicas, he escrito mi tesis doctoral y un libro sobre danza española y he liderado proyectos como 'Cervantes baila', [que se pudo ver en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro]. Creo que con todo esto he demostrado que sí llevo la danza en la sangre y es mi vocación.

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En tragos cortos

  • Un sitio para tomar una cerveza Café Bar, en Murcia.

  • Una canción 'Fly Me to the Moon', de Frank Sinatra.

  • Un libro para el verano 'El mundo como yo lo veo', de Albert Einstein.

  • ¿Qué consejo daría? Intenta tomarte las adversidades, en la medida de lo posible, como un aprendizaje.

  • Un aroma El jazmín.

  • ¿Quién dejó de caerle mal? Una compañera de carrera.

  • ¿Le gustaría ser invisible? No.

  • ¿Qué le gustaría ser de mayor? Feliz.

  • ¿Tiene enemigos? Espero que no.

  • ¿Qué es lo que más detesta? La hipocresía.

  • Un baño ideal En Percheles (Mazarrón).

-¿Ejerció como abogada?

-Sí. Estuve dos años. Casi todo lo que hacía era juzgado de guardia. ¿Por qué? porque bailaba y era la única forma de compatibilizarlo. Hasta que lo dejé por irme a Madrid.

«Palestina me impactó»

-¿Hay demasiada exigencia en la danza?

-Hay exigencia; no es ningún cliché. Se invierten muchas horas en el conservatorio. Horas que son superbeneficiosas, ya te vayas a dedicar profesionalmente a la danza o no, porque te están inculcando valores y te relacionas mucho con los compañeros y con una autoridad, que es el profesor, a quien respetas y obedeces. Yo, a lo largo de mi vida, he estado muy cerca de muchos trastornos mentales, ya que en la danza lidias con tu cuerpo, porque tú trabajas con el espejo. He vivido al lado de la bulimia, de la anorexia y de la ansiedad. Los profesores, trabajando con niños de 8, 10 o 14 años tienen que llevar mucho cuidado. Y los profesores hacen comentarios, sin sutilezas. Pero, por suerte, mi madre y mi tía no son así. De hecho, todo el mundo lo sabe, en los descansos de cada ensayo mi madre siempre pregunta '¿todo el mundo se ha traído su plátano?'.

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«He vivido al lado de la bulimia, de la anorexia y de la ansiedad. Los profesores hacen comentarios, sin sutilezas. Pero, por suerte, mi madre y mi tía no son así»

-¿Cómo lleva el paso del tiempo en su carrera profesional?

-Yo no sé cuántos años tengo. Se me olvida. Cuando veo a otra gente y pienso '¡qué mayores son!' de repente me acuerdo de mi edad y me asombro. Y ahora voy, poco a poco, bailando menos. Primero porque he descubierto que me llena mucho la creación, pero aparte porque un bailarín tiene una carrera corta y creo que hay que dar la oportunidad a la gente joven. Además, cuando has llegado a cierto nivel artístico y técnico, te da mucha rabia no poder continuar con ese nivel.

-¿Disfruta las giras?

-Gracias a la danza, he estado en lugares en los que si no seguramente no habría ido, como Jordania. Después de bailar fuimos a Petra, una de las cosas más bonitas que he visto en mi vida. Hemos estado 14 veces en China. Ahora, en septiembre, será la gira número 15. Recuerdo con mucho, mucho cariño, Palestina; me impactó muchísimo tanto a nivel personal como a nivel profesional. Bailamos en el Festival de Ramala y, en ese viaje, visitamos también Jerusalén. China me impactó desde el primer momento y hemos visto una evolución brutal desde la primera vez que fuimos, en 2006. También me gustó descubrir Sicilia.

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-¿Cómo se comporta el público en China?

-La ideosincrasia en China es muy peculiar. Se vuelven locos. Sobre todo, el público chino se levanta con los fines de fiesta y las improvisaciones al final del espectáculo. Cuando salen las dos directoras y las ven vestidas de calle, ellos entienden que son las maestras y el aplauso es inmenso.

-Ahora combina la enseñanza, la danza y sus propios proyectos.

-No tener vida, se llama. Yo siempre pienso que el domingo es sagrado y parto de la base de que el domingo no voy a hacer nada. Por lo demás, cuando me estoy preparando para un espectáculo voy de las clases a ensayar. Todos los sábados de mi vida he tenido ensayos, de nueve de la mañana a dos de la tarde. En el Ballet siempre se ha ensayado los sábados. El Ballet existe desde antes de que yo viniera al mundo y, de hecho, el año que viene cumple cuarenta años y están preparando una celebración muy grande. Llegar hasta aquí ha sido a costa de que las dos [Carmen y Matilde] sacrificaran gran parte de su vida personal.

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«Yo no sé cuántos años tengo. Se me olvida. Cuando veo a otra gente y pienso '¡qué mayores son!' de repente me acuerdo de mi edad y me asombro»

Tiempo de calidad

-¿Cómo eran sus veranos en la infancia?

-Había muchísimos festivales que eran en verano y recuerdo que mi madre hablaba mucho de pasar juntos tiempo de calidad. Hasta que yo me incorporé al taller de la compañía, con catorce años, recuerdo con mucho cariño los veranos de la infancia en la playa con mi abuela, mis primos y mis tíos. Y todos los veranos era sagrado hacer un viaje en familia, mis padres, mis hermanos y yo. Eran viajes llenos de cultura y de visitas a museos. A mi padre le gustaba mucho y yo ahora lo valoro mucho y lo agradezco.

-¿Baila en las discotecas? ¿Se ha dejado seducir por los bailes latinos?

-¡Los bailes latinos se me dan fatal! Yo creo que eso de que porque seas bailarina se te da bien todo tipo de danza es mentira, pero tampoco me privo de bailar.

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Me he dado cuenta de que ahora apenas salgo pero antes me hinchaba a bailar. Mis hermanos también son muy bailones y los tres hemos sido de bailar en discotecas. Con mi hermano salía por Campoamor, La Curva... y cerrábamos los bares bailando. Mi padre baila sobre todo en las bodas.

-Su obra favorita para bailar.

-'La cara oculta del Mediterráneo', de Matilde Rubio.

-¿Y para disfrutar como espectadora?

-'Medea', de José Granero.

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