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La ilustradora y dibujante muleña Ilu Ros. Juandrix
Ilu Ros: «No sé cuándo está terminado el dibujo, hay un momento en el que digo 'ya basta' y lo dejo a un lado»
Dibujante e ilustradora

Ilu Ros: «No sé cuándo está terminado el dibujo, hay un momento en el que digo 'ya basta' y lo dejo a un lado»

«Mis veranos de la infancia eran muy felices pero también muy aburridos», confiesa la ilustradora muleña

Viernes, 30 de agosto 2024, 00:24

llu Ros (Mula, 1985) nunca ha dejado de dibujar y lo que era un juego ahora es su profesión. La ganadora del Premio al Libro Mejor Editado de 2022 por el Ministerio de Cultura por 'Una trilogía rural: Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba' (Lumen, 2022) y autora también de los libros 'Cosas nuestras' y 'Federico', de la misma editorial, forma parte de la colección Clásicos Ilustrados de la editorial Alma y se ha adentrado en la obra de Emilia Pardo Bazán dibujando las historias de 'Los pazos de Ulloa' e 'Insolación'. El final de agosto lo pasa en Madrid.

-¿Siempre ha dibujado?

-Sí, claro. Bueno, yo creo que casi todos los niños dibujan, pero los dibujantes no hablamos de cuándo empezamos a dibujar, sino que simplemente seguimos dibujando cuando otros dejaron de hacerlo. Lo hacía de niña y para mí en aquel momento era un juego; fue uno de mis juegos favoritos: pintar, dibujar, coger mis cuentos y copiar los dibujos que aparecían en ellos. Siempre dedicaba parte de mi tiempo libre a dibujar o a leer y ahora es una suerte poder dedicarme a ello. Aunque ahora ya es mi profesión y me lo tomo de otra manera.

En tragos cortos

  • Un sitio para tomar una cerveza Cualquier chiringuito en la playa.

  • Una canción 'Where is my mind', de Pixies.

  • Un libro para el verano 'Canto yo y la montaña baila', de Irene Solà.

  • ¿Qué consejo daría? No le hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti.

  • Un aroma El azahar.

  • ¿Con quién no cenaría jamás? Con Donald Trump.

  • ¿Quién dejó de caerle mal? Uno de mis mejores amigos.

  • ¿Le gustaría ser invisible? A veces, sí.

  • ¿Qué le gustaría ser de mayor? Me gustaría estar tranquila.

  • ¿Tiene enemigos? Espero que no.

  • ¿Qué es lo que más detesta? Estar enganchada al móvil, pero me estoy quitando.

  • Un baño ideal En Cabo de Gata.

-¿Tuvieron algo que ver sus padres en su especial interés por el dibujo y las artes plásticas?

-No, ninguno de mis padres dibuja ni pinta. Eso sí, en mi casa hay una habitación dedicada a los libros, que es el despacho de mi padre, porque él sí que ha escrito y escribe de vez en cuando y, sobre todo, lee mucho.

-¿Tuvo siempre claro que quería dedicarse profesionalmente a las artes plásticas?

-No, no lo tuve claro. Supongo que si nunca había considerado dedicarme a ello era porque tampoco era tan fácil, por lo que ni siquiera se me había pasado por la cabeza. Cuando era niña lo que yo quería hacer de mayor era, por ejemplo, ser peluquera; después quería hacer muchas cosas diferentes pero nunca ser dibujante. Más adelante, durante el instituto me pasaron muchas cosas por la cabeza, como Arquitectura, pero pensé que tenía que estudiar Matemáticas y deseché la idea enseguida. También Periodismo, Filosofía e Historia del Arte. Finalmente hago Bellas Artes y pienso en dedicarme en un futuro a algo relacionado con las artes, pero no consideraba que fuera posible dedicarme al dibujo o a la ilustración. Hoy en día esta opción se ve más. Hay escuelas de ilustración y estas disciplinas están más presentes en las Facultades de Bellas Artes, pero antes no había tantas opciones.

-Terminó su carrera en Granada. ¿Un lugar inspirador?

-Sí. Empecé en Murcia, creo que fui la segunda o la tercera promoción de Bellas Artes. En tercero de carrera me fui de Erasmus a Rumanía y, en cuarto, de [beca] Séneca a Granada. Después, allí, hice Comunicación Audiovisual. Me fui a Granada a pasar un año y me quedé cinco. Me parece una ciudad preciosa y me hubiera gustado quedarme, pero me fui de Granada porque ya no me quedaba nada que hacer allí. Tras dos carreras y haber estado un año trabajando en hostelería ya no encontraba trabajo. Llegó la crisis económica y terminé yéndome al extranjero, a Londres.

-¿Cómo fue su experiencia en Londres?

-Llegué a Londres a final de 2011. Estuve trabajando en un hotel, limpiando, y después en hostelería. Estuve 8 años y hace 5 volví a España; me fui a Madrid. Londres es una ciudad muy inspiradora, donde sucede todo. Es muy grande y es muy fácil encontrar una motivación artística en cada esquina, pero también es cierto que muchas veces también idealizamos las ciudades. Yo estaba allí trabajando e intentando sobrevivir. También hay algo que agradezco muchísimo, y es que los museos estatales son gratuitos. Para mí eso era un gran regalo.

-¿Con la publicación de 'Federico' siente un impulso en su carrera?

-Antes de 'Federico' ya había publicado un libro con la editorial Lumen, 'Cosas nuestras'. Lo hice estando en Londres, aunque se publicó cuando ya había vuelto a España. Es un libro sobre las mujeres internacionales de los años treinta por un lado y, por otro, de las mujeres de mi edad. El libro es una conversación entre mi abuela y yo y de ahí surgió la idea de hacer 'Federico', a quien ya nombraba en ese libro. Al principio me dio mucho miedo, pero después me gustó mucho el proyecto. Cuando yo vivía en Londres tenía en la cabeza, muy habitualmente, las canciones de copla que había escuchado desde niña en casa, con mi abuela, con mi familia.

«Me encantaría ilustrar 'Cinco horas con Mario', de Miguel Delibes»

-¿Qué relación tenía con su abuela?

-Realmente, tuve la suerte de disfrutar mucho de mis cuatro abuelos y tuve muy buena relación con todos. Con cada uno de ellos tuve una relación muy distinta, porque tienen personalidades muy diferentes. Resure, que es la protagonista de 'Cosas nuestras', es mi abuela materna. Es con ella con quien tenía un trato más relacionado con la migración y con la música. Creo que cuando los abuelos ya no están es cuando se les echa de menos.

-¿Hay más similitudes de las que podamos pensar entre estas dos generaciones?

-Son dos generaciones que parecen estar muy lejos, pero, por supuesto, hay muchísimas cosas que nos unen. Lo primero, porque hemos coexistido. Creo que es importante también intentar entender cómo podría ser su realidad, porque ellos también han sido jóvenes.

-¿Son las redes sociales una buena plataforma para darse a conocer como dibujante o, más bien, todo lo contrario?

-Creo que las redes sociales en esta profesión, como en casi todas, tienen una parte muy positiva. En mi caso me permiten mostrar mi trabajo. Además, se pueden ver diferentes puntos de vista sobre muchos temas, lo que aporta riqueza, y conocer a muchos ilustradores. La parte negativa es que nos llevan a pensar que todo el tiempo tenemos que estar produciendo y que todo pasa rápidamente. Estoy un poco cansada de eso. También pueden ser muy perjudiciales porque te llevan a comportarte con otras personas a partir de lo que se muestra en redes, que no es la realidad.

Impronta

-¿Cuándo sabe que un dibujo está acabado?

-La verdad es que no sé cuándo sé que el dibujo ya está terminado. Hay un momento en el que digo 'ya basta' y lo dejo a un lado. Y ya está, se termina. Porque a veces, también, me da miedo pasarme y que me quede un dibujo muy sobado. Ahí sí que hay un punto al que creo que llego por experiencia. Es cierto que hay dibujos que hago con mucha impronta y, directamente sobre papel en blanco, he dibujado y pintado, y me encanta, mientras que, para otros, necesito hacer un proceso previo de buscar los colores. Es decir, hay veces que lo tengo muy claro en la cabeza y otras necesito trabajarlo más inicialmente.

-¿Soporte físico o digital?

-Suelo cambiar bastante de materiales. A veces hago acuarela, otras gouache, acrílico... ahora estoy trabajando en digital. Dependiendo del proyecto que tenga que hacer me gusta adaptar la paleta de color, el material y la manera de plantear el proyecto. Me resulta mucho más motivador hacerlo así. Hasta ahora casi todo mi trabajo ha sido en analógico; me tira mucho el papel, pero intento utilizar la herramientas que me vayan a facilitar más las cosas y el libro en el que estoy trabajando ahora lo estoy haciendo en digital.

-¿Cómo será su próximo proyecto?

-Estoy trabajando en otro libro que saldrá con la editorial Lumen el año que viene. Lo estoy escribiendo y dibujando. Yo soy la autora completa. Llevo trabajando 3 o 4 años en la idea de este libro.

-¿Cómo surge la propuesta de ilustrar dos libros de Emilia Pardo Bazán?

-Cuando me lo ofrecieron desde la editorial Alma, dije prácticamente que sí al momento. Era una autora que me pegaba mucho, que me apetecía muchísimo leer e ilustrar.

-¿Había leído previamente alguno de estos títulos?

-Hace muchísimos años vi la serie de Televisión Española 'Los pazos de Ulloa'. La empecé y no recuerdo si la acabé, porque yo sería jovencísima. Realmente tampoco lo recordaba demasiado pero no quise volver a verla, mejor imaginármela. De todas formas, comencé primero con 'Insolación', que sí lo había leído.

«Agradezco muchísimo que los museos estatales en Londres sean gratuitos; para mí eso era un gran regalo»

-¿Qué reflexión saca de la lectura de estos libros?

-Ya sabía cosas sobre la biografía de Emilia Pardo Bazán, sobre todo relacionadas con el feminismo y con la trascendencia que ha tenido su obra en cuanto al naturalismo español. Pero, por ejemplo, como la primera novela con la que comencé fue 'Insolación', me sorprendió mucho porque yo esperaba más una novela del tipo 'Los pazos de Ulloa' pero para mí 'Insolación' es un libro totalmente diferente. Es el único que tiene ambientado en Madrid y, al final, es una novela que no es tan oscura y sombría como 'Los pazos de Ulloa'. Es una novela, quizá no tan conocida, que trata del deseo femenino. Relata la historia de una mujer viuda que vive las Fiestas de San Isidro de Madrid de una manera muy alocada para el momento. Emilia Pardo Bazán era una mujer que se separó y, por lo visto, tuvo varios amantes, entre ellos a Benito Pérez Galdós. Era una mujer muy adelantada hace tiempo. También es verdad que tenía un título nobiliario. Ella se podía permitir en aquel momento hacer, un poco, lo que quisiera, lo cual no quería decir que todas las que tuvieran su estatus hicieran lo mismo.

-¿La obra de qué otro autor le gustaría ilustrar?

-Hay muchos autores que me gustan, pero me encantaría ilustrar 'Cinco horas con Mario', de Miguel Delibes; ya tengo varias ilustraciones basadas en el libro en mi portfolio.

-¿Qué le gusta más de Mula?

-Mula sigue siendo mi pueblo. Toda mi familia sigue en Mula y cuando voy a Mula, que lo hago muy a menudo, está casi todo el mundo allí. Tengo amigos del colegio y del instituto. Es verdad que llevo ya muchos años fuera, pero no estoy desconectada del pueblo para nada. Me gusta la parte alta del pueblo, el casco antiguo, que quizás se está cayendo un poco, como está sucediendo en muchos pueblos. También me gusta mucho ir al campo de mi abuela.

Tardes de aburrimiento

-¿Cómo se entretenía en verano?

-Recuerdo que mis veranos de la infancia eran muy felices pero también muy aburridos. Pasaba las mañanas en las piscinas municipales. Allí jugaba con mis primas o con los niños que hubiera. Las tardes eran muy aburridas porque no me dejaban salir a la calle hasta que bajara el sol. Ese tiempo se me hacía larguísimo. Algunos veranos, con mis abuelos y mis padres, pasaba unos días en la playa, en Torrevieja y La Mata.

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