Ascensión Martín (Cuevas del Almanzora, Almería, 1952). Magistrada de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la Región de ... Murcia. Portavoz nacional de Juezas y Jueces para la Democracia. Viuda, madre de tres hijos, abuela de seis nietos. Difícil encontrar a alguien que no la quiera.
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-¿Qué es usted?
-Yo soy ya muy mayor.
-¿Dónde nació?
-En la misma Casa del Juzgado de Cuevas del Almanzora, donde mi padre era juez de primera instancia e instrucción.
-¿Siempre quiso ser jueza como su padre?
-¡Qué va! Yo lo que quería era ser periodista. Mi intención era irme a Madrid a la Escuela Oficial de Periodismo. Había que hacer un examen de ingreso, se lo comenté a mi padre y me dijo: 'Sí, sí, tú examínate y luego ya veremos'. Supongo que confiaba en que no aprobase. Con 18 años, me presenté y lo aprobé. Pero mi padre me propuso entonces: 'Haz mejor Derecho, aquí en Murcia, y ya después...'. [Sonríe] Pero yo quería estudiar Periodismo y Políticas, siempre he tenido muchas inquietudes. O sea, que estuve a punto de ser periodista.
-Le hizo caso a su padre.
-Yo estaba muy educada en el respeto a los padres, y además no era tan aventura como para irme a la aventura yo sola a Madrid con su oposición [risas].
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-¿En qué le gusta pensar?
-En cómo mejorar, desde mi parcela, desde mi profesión, la vida de los demás.
-¿De qué está orgullosa?
-Pues mire, si hablamos, por ejemplo, de la generación a la que pertenezco, de haber contribuido a hacer posible la democracia en este país a través de la Transición. Teníamos unos ideales por los que luchar: la democracia; yo estaba en la Facultad cuando todavía vivía Franco.
-¿De qué está convencida?
-Tenemos que cambiar nuestras costumbres. El cambio climático no es ninguna broma. Yo he vivido ya mucho, pero pienso todos los días en mis nietos y en los de todos los demás.
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-¿Qué no se imaginó?
-Que después de la II Guerra Mundial, en pleno siglo XXI, en pleno territorio europeo, Rusia invadiera Ucrania. ¡Y que la guerra continúe!
-¿Qué necesitamos?
-Políticamente, grandes líderes que, en estos momentos de crisis, tomen las decisiones oportunas tanto en la Unión Europea como a nivel nacional; líderes que nos involucren a la sociedad civil en las soluciones, que sepan animarnos a la participación en todos los ámbitos de la sociedad. No se trata de legislar y de hacer política a espaldas de la ciudadanía. Cuando tú haces política de espaldas a la sociedad, esta lo detecta y se separa de los políticos, y eso es muy negativo. Uno de los problemas más importantes que tenemos es esa fractura entre la sociedad y los políticos. Lo importante es el interés público, no el de los partidos políticos, o de otros grupos de presión o de las grandes empresas.
Un sitio para tomar una cerveza. En Portmán al atardecer.
Una canción. 'Yesterday', de los Beatles.
Un libro para el verano. 'Un mundo feliz', de Aldous Huxley.
¿Qué consejo daría? 'Carpe diem'.
¿Le gustaría ser invisible? En algunos momentos.
Su héroe o heroína de ficción. [...]
Un epitafio. «Fue sincera».
¿Qué le gustaría ser de mayor? Una jueza viajera.
¿Tiene enemigos? Creo que no, pero nunca se sabe.
¿Lo que más detesta? La hipocresía.
Un baño ideal. En el Mar Menor al amanecer.
-¿Qué es cierto?
-Que no conocemos otro sistema político mejor que la democracia.
-¿Por qué se metió en el fregado de ser portavoz nacional de Juezas y Jueces para la Democracia?
-Pensé que en estos últimos años de mi carrera profesional, a la que siempre he intentado aportar lo máximo, podría también colaborar tratando de que la Justicia mejore desde el ámbito asociativo; me presenté porque me lo pidieron los compañeros, los cargos se renuevan cada dos años y me han vuelto a elegir en el congreso de junio.
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-El rey emérito.
-En el ámbito jurídico se han archivado los asuntos por los que estaba siendo investigado. Otra cosa es lo que cada ciudadano piense de su actuación con respecto a la conducta ética e irreprochable que se espera del Jefe del Estado.
-¿Le ha decepcionado?
-Sí, me ha decepcionado esta última etapa suya, sinceramente. Habíamos visto su actuación en el 23-F y no esperaba otra conducta por su parte que no fuera irreprochable en el ámbito ético y en el jurídico. Se espera del jefe del Estado responsabilidad y un profundo respeto por los ciudadanos. Creo que nos ha decepcionado a muchos ciudadanos de este país.
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-¿Monárquica?
-No. Respeto la Constitución y la monarquía parlamentaria, pero en nuestro entorno jurídico y europeo tenemos repúblicas: Portugal, Italia, Francia.
-Eutanasia.
-Estoy a favor de la ley de eutanasia; creo que no se debe prolongar el dolor y el sufrimiento de una persona cuando decide, no teniendo la salud suficiente para seguir viviendo, cómo quiere morir. Pienso que hay que respetar su voluntad.
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-EH Bildu.
-Hay muchos ciudadanos que votan a este partido. España es un país democrático. Si hablamos de partidos que están legalizados, nos gusten más o nos gusten menos, y que han llegado por la vía legal al Parlamento, tienen todo el derecho a defender sus propuestas dentro del marco democrático. Tienen los mismos derechos que los demás. EH Bildu es un partido legal.
-¿Qué no entiende?
-La renovación [de los miembros] del Consejo General del Poder Judicial [CGPJ] es un tema que me preocupa mucho como jurista y como portavoz de Juezas y Jueces para la Democracia. Una institución que es el tercer poder del Estado, que tiene un mandato constitucional de cinco años, y que hemos dejado que casi llegue a los ocho años y medio sin renovarse. El que no se pongan de acuerdo los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, para renovarlo me preocupa. Europa habla de una cierta falta de normalidad democrática. Los intereses públicos deberían estar por encima de los partidistas. No se puede utilizar el CGPJ como arma política.
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-¿Qué políticos tenemos?
-Tenemos los políticos que hemos votado, pero hay otra cuestión: ¿quiénes se presentan? Los que tenemos muchos años hemos visto políticos, de muy distinto signo, de una gran altura de miras. Políticos de pensamientos tan absolutamente distantes como Blas Piñar y Dolores Ibárruri se pusieron de acuerdo para aprobar la Constitución. Todos cedieron porque por encima de todo estaba el interés público. Ahora, la confrontación es diaria, agotadora, parecen obligados a estar constantemente crispando, sin escucharse, sin reconocer mérito alguno en el otro o sumar esfuerzos e ideas, que sería lo mejor para todos.
-¿Algún familiar suyo estuvo preso?
-Sí, mi abuelo estuvo preso por el bando republicano en la cárcel de Murcia. Era un médico muy reputado, salvó la vida porque dijeron que valía más vivo que muerto.
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-¿En qué destacaba de niña?
-Sinceramente se lo digo: no creo que destacase en nada [ríe].
-¿Qué era ya entonces?
-Responsable.
-¿Hoy qué le hace feliz?
-Jugar con mis nietos, pasar tiempo con ellos. Y sigo disfrutando también mucho aprendiendo de mis compañeros; ese gusto por seguir aprendiendo cosas nuevas cada día no lo he perdido.
-¿Qué le hizo gracia?
-El otro día, mi nieta de 16 años me dijo: 'Abuela, no os enquistéis, no todo es blanco o negro, existe también el género fluido'.
-¿Para qué es un lince?
-Para nada, para nada. Y cada vez me cuestiono más las cosas, incluso las que ya creía que tenía muy claras. Es que, salvando mi trabajo, tampoco creo que haga yo muchas cosas muy bien... ¡Puede que la tortilla de patatas! [Ríe]. ¿Sabe lo que dicen mis hijos para reírse de mí? '¡Mamá, cada vez cocinas peor y menos!'.
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-Sus hijos.
-No fue nada fácil criarlos, antes no había conciliación de la vida laboral y familiar. Ahora hay unas facilidades que nosotras no teníamos y que ni siquiera nos planteábamos. Nos considerábamos unas privilegiadas por haber podido llegar a la carrera judicial, y nos volcábamos en nuestro trabajo. Me he perdido mucha parte de la infancia de mis hijos, muchas fiestas del colegio a las que no he podido ir porque mi prioridad era la carrera. ¡Era tan importante ejercer bien tu profesión! Creo que la incorporación de la mujer a la carrera judicial ha contribuido en gran manera a flexibilizar y a mejorar la Justicia.
-¿Qué le ayudó cuando murió su marido?
-Te agarras a tu familia, que quieres que siga adelante lo mejor posible, y a tu profesión. Fueron las dos cosas que más me ayudaron. Mi marido falleció de cáncer...; era un gran personaje, una persona inteligentísima, mi gran compañero de vida. Yo tenía 58 o 59 años... Había que continuar, por mis hijos y por mí. Y ahora llega esta etapa de la vida, próxima a la jubilación, en la que echas tanto de menos a tu compañero y lo recuerdas tanto. Piensas que, una vez jubilados, nos podríamos dedicar más intensamente a la pareja, a disfrutar de la vida, a viajar... La profesión me ha ayudado, sí, tener que resolver cada día conflictos de los demás hace que de alguna manera te olvides de tu conflicto interno. Mi experiencia es que el trabajo ayuda mucho. Me acuerdo que, cuando falleció..., el [juez] decano me dijo que me tomase unos días libres. Se lo agradecí pero le dije que no, que yo volvía al trabajo.
-¿Hay un Más Allá?
-No lo sé. En una época de mi vida pensaba que sí, pero ahora tengo más dudas.
-¿Qué hace siempre que puede?
-Viajar, en familia o con amigos. Me encanta conocer otras culturas, otras formas de vida. Para mí es un placer salir de viaje y otro placer regresar después a mi casa. Países como Egipto, Tailandia, Italia, Grecia... me han encantado. Tengo muy buenos recuerdos.
-¿Qué están intentando hacer en su asociación?
-Ayudar a juezas y fiscales a salir de Afganistán porque allí sus vidas están en peligro. Tenemos también vocación de ayudar. Recuerdo que en una ocasión tuvimos una reunión para tratar el tema de los balseros que huían de Cuba. Un compañero preguntó: '¿Pero qué tienen que ver los balseros con la judicatura?'. Pues tienen que ver con ayudar a la gente, con defender los intereses de los más vulnerables.
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-Les colocan la etiqueta de ser de izquierdas.
-No pasa nada. Los jueces tenemos ideología, ¡faltaría más que no la tuviéramos! Pero eso no nos impide ejercer bien nuestra profesión y luchar porque la igualdad ante la Ley sea real. Yo le diría que estoy convencida de que más del noventa y tantos largos por ciento de jueces son totalmente imparciales.
-Creo que se ha venido usted arriba.
-[Risas]
-¿Dónde se va?
-Unos días a Asturias.
-¿A hacer qué?
-A hacer nada; bueno, además de caminar, disfrutar de la naturaleza y hacer un descenso por el río Sella. Me gustan los ríos. En Costa Rica hice 'rafting' en el río Pacuare. Antes de empezar me dijeron: 'Si se cae, déjese llevar que ya las rocas la pararán'. [Ríe]
-¿Tenemos barco?
-No, no, barco no, pero tengo un coche de segunda mano que me va muy bien.
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