LA VERDAD
Miércoles, 24 de octubre 2018, 13:10
El síndrome de Salomón disminuye o anula las capacidades relacionales en sociedad. Se caracteriza por el miedo a destacar ante un grupo. La baja autoestima y la falta de confianza son factores clave para el que lo sufre que, basado en el miedo, es afectado directamente por las opiniones de los demás, que generalmente están fundamentadas en la envidia por el triunfo ajeno. Este acto tiene una clara consecuencia en la sociedad, ya que afectados y condicionados por el entorno, nos hace menos libres.
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En las personas con síndrome de Salomón el intercambio social entre grupo e individuo es muy descompensado. El individuo se autodiluye en la opinión grupal en extremo. Su alta deseabilidad social, es decir, su necesidad de ser aceptado por el grupo, hace que la influencia grupal sea tan fuerte, que el individuo no manifieste opiniones, ideas y menos aún ideologías políticas o religiosas.
Este Síndrome de Salomón es un periodo especialmente sensible en la adolescencia, ya que para el adolescente, el grupo de iguales, toma especial relevancia, es en exclusividad la referencia principal frente a los adultos, especialmente padres o educadores.
«Si a este proceso natural de la adolescencia, se le añade el Síndrome de Salomón, el joven queda diluido en su grupo de iguales, otros adolescentes, convirtiendo su posición en altamente vulnerable, pues su tendencia a no sobresalir con su opinión, presencia o estética, la baja autoestima, la dificultad para tomar decisiones, la dependencia emocional y la alta sensibilidad a las críticas externas, le sitúan en la diana de procesos como la experimentación con drogas, grupos ideológicos de características y comportamientos sectarios ( sin necesidad de que sea una secta), pudiendo asumir comportamientos y tipos de relaciones que un joven sin este síndrome, no aceptaría.» Apunta la socióloga Alicia Aradilla. El tratamiento a la vulnerabilidad y la incapacidad social de estas personas, nos dice más acerca de la sociedad que del individuo.
Para la socióloga Alicia Aradilla «Las personas que sufren el Síndrome de Salomón son un buen recurso para actitudes sociales manipuladoras, aunque abordarlo, de momento pasa por una intervención individualizada por casuística. A la vez, estas personas podrían ser el indicador del resto, de cuánto de abusivas o manipuladoras son en su vida cotidiana. La calidad de las relaciones interpersonales que generamos con estas personas puede ser un gran indicador del estado de salud de una sociedad. En entornos donde prima la individualidad, en la que algunos ciudadanos aprovechan para convertir su opinión en predominante y grupal, las personas con Síndrome de Salomón son una gran oportunidad para ser más humanos y conscientes.»
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Estas son algunas ideas claves del este síndrome tan sufrido, sobre todo en la adolescencia, donde se vive el periodo más complejo:
- Cóctel importante: Síndrome de Salomón, adolescencia y superdotación, es una combinación que aún genera más sufrimiento a la persona, pues una capacidad intelectual combinada con la baja inteligencia emocional, intensifica el bloqueo en la toma de decisiones, por ejemplo.
- Posible oportunidad: Si el resto de sociedad tratamos a estas personas desde la sana intención, la convivencia con este síndrome es una oportunidad de crecimiento personal. También puede ser oportunidad de conectar con nuestra humanidad para todos, especialmente para aquellas personas que no lo sufren.
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Indicador d- e entorno social: El trato del entorno inmediato a una persona con este síndrome pueden ser indicadores sociológicos de ese entorno social, ya que se podrían valorar aspectos como el nivel de respeto, la atención a la discapacidad social, la calidad de las relaciones interpersonales, el nivel de conflictividad relacional, el estilo de comunicación…en resumen, el nivel de madurez social de ese entorno.
- Indicador de inteligencia: El Síndrome de Salomón también puede ser un indicador del nivel de inteligencia emocional colectivo.
- ¿Cómo ponerle solución? Para superar este complejo es clave comprender que no debemos perturbarnos por lo que opine la gente de nosotros. ¿Cómo hacerlo?
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· Reforzando los valores de la persona afectada, ya que se aumenta la autoestima y la confianza en uno mismo.
· Sentirse capaz de hacer las cosas y de tomar decisiones por uno mismo
· Descubrir los valores y virtudes de uno mismo
· Aceptar los defectos que uno tiene
· No comparar a la persona afectada con otros negativamente
· Respetarse y respetar a los demás
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