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María Ramírez
Jueves, 2 de mayo 2024, 12:44
Regalar un ramo de flores es sinónimo de amor, pero también de perdón, gratitud e incluso despedida. En el color, la tipología y la combinación se esconde el mensaje del obsequio. Un clásico capaz de conquistar, de aparcar pequeñas discrepancias o simplemente de transmitir calma en tiempos de tempestad. Así es el lenguaje no verbal de los pétalos, también conocido como floriografía, que estudia el simbolismo de cada ejemplar.
El protagonismo de los arreglos florales como medio de comunicación se consolidó en la época victoriana, donde se comenzó a seleccionar concienzudamente la planta con el único fin de enviar palabras codificadas. Desde entonces, se ha mantenido la costumbre de ofrecer un ramillete personalizado para cada ocasión: las rosas rojas se demandan en San Valentín, los claveles, lirios y los crisantemos abundan en los cementerios y las mezclas más coloridas para cumpleaños o graduaciones.
No obstante, a la hora de comprar un buqué es preferible dejar de lado estas asociaciones y dejarse guiar prioritariamente por la personalidad del beneficiario. ¿Quién dijo que las rosas son solo para los enamorados? Lo cierto es que también proliferan en el Día de la Madre, en el de Todos los Santos, en aniversarios, inauguraciones y cualquier tipo de evento. Además, se está arrinconando la tradición de entregarlas exclusivamente a las mujeres.
La belleza del ramo irradia luz y color en salones, habitaciones y oficinas durante una temporada. Sin embargo, con el paso de las jornadas, la tonalidad se apaga, su tamaño disminuye y empieza a perder su forma progresivamente. Aunque hay una infinidad de trucos para aumentar su perdurabilidad mientras están frescas, como echar azúcar en el agua, la realidad es que su permanencia en el jarrón tiene los días contados.
@elbuenjardinero Nos preguntáis en redes, ¿Como secar un ramo fresco? Ahora os contamos todos los detalles #flores #flower #floral #florseca #florist #floristeria #dryflower #buquet #ramodeflores #decoracion ♬ sonido original - Floristería El Buen Jardinero
Por ello, lo habitual es recurrir a técnicas para secar los pétalos y que se conserven durante muchos años. Se tiene la creencia de que el método infalible es rociar todo el ramo con laca, pero algunos expertos avisan de que con el tiempo el polvo se queda pegado y empaña su vistosidad. Para que esto no ocurra, hay otra táctica natural que ofrece el mismo resultado.
Lo único que hay que hacer es colgar el ramo boca abajo después de que haya estado en el jarrón durante una semana aproximadamente. El truco está en tumbarlo cuando la flor todavía no esté marchita, ya que de lo contrario se secaría estando ya ennegrecida. La ubicación idónea sería un lugar cálido y con falta de humedad. En verano deberá permanecer en esta posición unos siete días, mientras que en invierno se podría alargar hasta el mes, ya que la temperatura es más gélida.
Transcurrido este periodo, el ramo lucirá en perfecto estado y podrá embellecer cualquier rincón permanentemente. Hay que tener en cuenta que hay ejemplares que resultan más complicados de conservar, como el tulipán o la gerbera. Por el contrario, la rosa y el delphinium son las mejores opciones.
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