Clara Garrido, en su casa de Madrid, ante varios biberones de leche. Óscar Chamorro

La 'nodriza' ciega que ha donado leche a 80 bebés prematuros

Madre a los 47 años de su tercer hijo, esta letrada del Senado con discapacidad visual aprovechó la lactancia para donar 28 litros a recién nacidos que necesitaban este alimento. «Al principio me tiraba horas con el sacaleches y apenas juntaba unos pocos mililitros», recuerda Clara Garrido

Domingo, 27 de octubre 2024, 00:11

Se llama Clara Garrido, nació en Salamanca hace 48 años, reside en Madrid, donde trabaja como letrada del Senado, está casada, es madre de tres hijos, (Álvaro y Vega, preadolescentes, y el pequeño Javi, de 18 meses) y es ciega. «Nací con un resto visual ... muy pequeño y perdí la vista en el embarazo de mi segunda hija, hace once años», explica. A esta sucinta tarjeta de presentación habría que añadir que es una mujer locuaz y risueña, que suelta algún taco para todos los públicos, y que gasta la determinación y disciplina de una opositora al Cuerpo de Letrados de las Cortes Generales, y derrocha un altruismo que, como veremos, es fuente de vida.

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Porque Clara es (o mejor dicho ha sido) donante de leche, el único caso conocido en Europa (y posiblemente del mundo, según los expertos) de una 'nodriza' ciega, que además decidió convertirse en donante a los 47 años, una edad avanzada para ser madre. Su leche, unos 28 litros extraídos durante los últimos seis meses de 2023, surtió las reservas del Banco de Leche de la Comunidad de Madrid y sirvió para alimentar a 80 bebés muy prematuros (algunos con apenas un kilo de peso) o enfermos, a los que sus madres no podían alimentar para su desarrollo.

La historia de Clara como donante comienza un día de junio del año pasado cuando escucha en la radio que, a las puertas del verano, las reservas del Banco de Leche (que se encuentra en el Hospital 12 de Octubre pero se nutre de las donaciones en otros tres centros satélite) corrían riesgo de desabastecimiento porque muchas donantes se iban de vacaciones. «Joé pues yo que me quedo en Madrid, voy a llamar al Puerta de Hierro, que es mi hospital, para donar», se dijo.

Por aquel entonces Clara había dejado de amamantar a Javi («le di el pecho unos días pero no funcionó») y le alimentaba con la leche que se extraía con un sacaleches eléctrico, al que le había costado acostumbrarse. «Llamé al hospital y lo único que les pedí es que me dejaran seguir con mi sacaleches, pero me dijeron que eso no era posible. Les expliqué que era ciega y que no iba a poder manipular otro sacaleches distinto. Me insistieron que tenía que ser con uno del kit proporcionado por el hospital. Y de repente conecté, me puse en la piel de la madre de un prematuro a la que no le ha subido la leche y me reproché a mí misma que estaba siendo poco empática y bastante gilipollas. Cambié el chip y les dije que allí estaría al día siguiente».

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Efectivamente, 24 horas después se presentó en el Puerta de Hierro donde, tras unos análisis, la aceptaron como donante. «Empecé un 15 de junio y estuve donando seis meses hasta el 15 de diciembre». Durante ese tiempo mantuvo una disciplina militar para extraerse leche cada cuatro horas, noches incluidas. «Me sacaba media docena de veces al día y guardaba los tarros etiquetados con la fecha y la cantidad en el congelador», recuerda.

El hospital puso a su disposición el servicio de recogida a domicilio, que lo realiza desinteresadamente la fundación Ronald McDonald. «Eso fue importante porque para mí los desplazamientos son complicados».

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En su casa de Majadahonda, Clara se sacaba la leche bajo unas condiciones de esterilidad muy exigentes y siempre con guantes y gorro para no contaminar ni una gota. Pese a la dificultad añadida de su ceguera a la hora de manipular los recipientes y las piezas del sacaleches (doble en su caso), toda su 'cosecha' resultó perfecta. Tras los rigurosos análisis hospitalarios que se practican para garantizar la calidad de las entregas, ninguna de sus partidas se quedó fuera. De sus pechos salieron 28 litros de leche natural que, según acredita el diploma que le entregaron, sirvieron para alimentar a 80 recién nacidos prematuros, convirtiéndose en su 'segunda mamá'.

Un comienzo nada prometedor

La 'nodriza' llegó a generar una producción diaria de dos litros, con extracciones de entre 400 y 500 mililitros por tanda. «Mi hijo tomaba 900 mililitros y congelaba 300 para tener una reserva, y el resto era para el Banco de Leche». Llegar a esos picos no fue nada fácil. De hecho, al principio las extracciones eran pírricas. «A Javi le dejé de dar el pecho a los cinco días porque apenas salía leche. Así que me decidí a probar con el sacaleches y me sacaba cinco o diez mililitros después de media hora con el aparato colgando. Mi marido y mis hijos me decían pero ¿esto te merece la pena? No creían en mí, pero yo sí y me prometí a mí misma intentarlo. Por mí no iba a quedar y algún día llenaría un recipiente de un cuarto de litro. Leí que podía aumentar la producción cuidando la alimentación y sacando muchas veces al día. Llegué a hacerlo nueve veces, cada tres horas, levantándome de madrugada para juntar quince mililitros, era muy esclavo pero me daba igual, yo creía en mí».

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Inasequible al desaliento, la abogada que ya había demostrado su tenacidad en las oposiciones a letrada de las Cortes, acabó dando su particular 'don' de pecho sacando hasta medio litro por sesión... ¡y con 47 años! «No deja de sorprenderme que llame la atención que sea ciega, cuando veo más relevante que haya podido ser madre a los 47, jajaja».

Si además del nombre tiene algo claro esta mujer es la satisfacción de ser donante anónima. «No conozco a las madres de esos niños. Yo no ayudo para que me den las gracias, ayudo porque mola mucho hacerlo. A mí las gracias me las ha dado la vida». Y añade que por su ceguera «he recibido mucho de la sociedad», y se siente con el deber de aportar un extra. «Si todos aportáramos lo que tenemos de modo desinteresado, viviríamos mucho mejor».

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Por cierto, sus dos hijos mayores, los preadolescentes que le miraban con desconfianza, acabaron involucrándose en todo el proceso de la extracción y aprendieron una lección de su madre: que la solidaridad, como el amor, es ciega.

Un potente protector natural frente a las infecciones

Clara es una de las 330 madres que el año pasado donaron cerca de dos mil litros de leche en la comunidad de Madrid, de los que se beneficiaron 800 bebés prematuros. «Se intenta priorizar a los de menos de 1.500 gramos», explica Miguel Ángel Marín, neonatólogo y coordinador del banco de leche del Hospital Puerta de Hierro, donde donó Clara. El médico destaca que la nutrición de prematuros con fórmulas artificiales conlleva un riesgo de enterocolitis necrosante, una enfermedad grave del intestino, con hasta cerca de un 30% de mortalidad. «Hemos visto reducirse drásticamente esta patología con la leche donada, una leche 'inteligente', que además tiene beneficios inmunológicos, protege frente a infecciones respiratorias, diabetes e incluso procesos oncológicos en el futuro», subraya el doctor. Sobre Clara, el médico destaca que su caso (el de una donante ciega) ha sido comentado en congresos internacionales. "Nos dijeron que jamás habían escuchado algo igual en el mundo". Y entona una especie de 'mea culpa' porque "muchas veces somos los propios profesionales los que coartamos esta posibilidad a las mujeres por esta discapacidad, cuando, lo hemos visto con Clara, si quieres, puedes".

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