Especialmente en verano, al estar más expuestos a la luz del sol, hay que tener presente que existen bastantes medicamentos que producen fotosensibilidad. Se trata de una reacción adversa que se da en la piel y también en los ojos, aunque con menos frecuencia, debido a la interacción de ciertas sustancias químicas con la radiación ultravioleta. Las reacciones pueden ser de fototoxicidad y de fotoalergia:
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Las primeras son las más frecuentes y todo el mundo puede verse afectado por ellas. Se producen porque la sustancia fotosensibilizante en la piel absorbe la radiación ultravioleta y la libera nuevamente dentro de la piel produciendo daño celular. Se manifiestan en forma de lesiones cutáneas que aparecen en las zonas expuestas al sol, ya sea como edemas, vesículas, eritemas, ampollas, etc. Es tipo es muy rápido en aparecer y suele durar entre 2 y 7 días.
Las reacciones fotoalérgicas, por el contrario, no se dan en todo el mundo ni aparecen de forma inmedianta, sino en un periodo que puede ir de 1 a 14 días. Lo que sucede es que la radiación ultravioleta incide sobre la sustancia fotosensibilizante y la transforma en un compuesto que el sistema inmune confunde con un antígeno dañino y frente al cual se defiende igual que con una reacción alérgica al polen o a los alimentos. Las lesiones pueden darse en forma de erupciones o ampollas, pero lo más frecuente es la dermatitis o eczema con picor.
El primer paso para evitarlo pasa por conocer cuáles son los principales medicamentos fotosensibilizantes. La Organización de Consumidores y Usuarios advierte de que el listado es muy amplio y heterogéneo, con fármacos de todo tipo. Hay desde algunos para el tratamiento del acné (isotretinoína, ácido retinóico, etc), a medicamentos para la arritmia cardiaca (como la amiodarona), antibióticos (como el ciprofloxacino o la eritromicina), antidepresivos (como la amitriptilina), antiinflamatorios no esteroideos (como el ibuprofeno), antihipertensivos, (como el enalapril), etc.
Lo más recomendable es preguntar al farmacéutico o médico y leer el prospecto del medicamento, sobre todo la parte de advertencias y precauciones y la de reacciones adversas. En el caso de que la reacción llegue a suceder, se deberá acudir al médico quien, si es posible, interrumpirá el tratamiento o, en cualquier caso, intentará reducir la dosis. El mejor consejo es evitar la exposición al sol en las horas de más luz y utilizar ropa que cubra las extremidades.
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