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Juan Eslava Galán / XL SEMANAL
Miércoles, 31 de enero 2018, 13:14
Andén de la estación de ferrocarril de Pietermaritzburg, la capital del antiguo reino zulú de Natal en Sudáfrica.
Gandhi, un muchachito de corta estatura muy moreno, vestido como un petimetre, traje de lino crudo y sombrero, aguardaba la llegada del tren. En su rostro atezado de rasgos amables destacaban unos ojos almendrados de mirada vivaz, unas orejas de soplete y un bigotazo con el que intentaba compensar la parvedad de su figura.
Llegó el tren, entre nubes de vapor, y los viajeros subieron a los vagones. Gandhi se instaló en uno de los asientos acolchados del vagón de primera.
-¡Largo de aquí, sami! -lo interpeló el revisor, un tipo fornido, de elevada estatura-. No puedes sentarte ahí.
‘Sami’ era el término despectivo con que los blancos designaban a los indios en Sudáfrica.
-Tengo billete de primera -replicó Gandhi mostrando su boleto de cartón.
-No importa. Eres indio y este vagón es para los blancos.
Iba a argumentar algo, haciendo uso de sus conocimientos legales, pero el revisor lo empujó al andén. Detrás de él arrojó su elegante maleta de cuero.
-¡Los indios y los negros, atrás! -le gritó.
Los espectadores, todos ellos viajeros blancos, no podían estar más de acuerdo a juzgar por sus actitudes. El jefe de estación tocó el silbato y levantó la banderola roja. El tren iba a partir. Gandhi no podía perderlo. Lo esperaban en Pretoria para firmar unos contratos. Cabizbajo, recogió su equipaje y se acomodó en el atestado vagón trasero del convoy, el de tercera.
Acomodado en un banco de listones de madera, Gandhi se sentía observado irónicamente por sus compañeros de viaje y de raza, los coloured, los negros e indios. Así que un energúmeno cuyo único mérito consistía en ser blanco lo había humillado, a él, un brillante abogado. Sus prejuicios segregacionistas comenzaron a derrumbarse en cuanto los sintió en propia carne. La afrenta de Pietermaritzburg permanecería viva en su recuerdo de por vida.
Este es un artículo de XL SEMANAL, el suplemento de 'La Verdad'. Puedes leerlo completo aquí
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