SEO/BirdLife, decana de las organizaciones ambientalistas en España, celebra este fin de semana el Día de las Aves con el foco puesto en siete de las 632 especies de aves presentes en nuestro país. Bajo el lema '7 Aves, 0 Amenazas', la ONG, ... que ha cumplido 70 años de actividad en este 2024, reclama cero amenazas para el águila imperial ibérica, el urogallo, la pardela balear, el aguilucho cenizo, el buitre negro, el vencejo común y la malvasía cabeciblanca.
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Son los siete pájaros seleccionados para protagonizar esta edición del Día de las Aves, que llega tras conocerse este viernes que en los últimos 130.000 años se han extinguido 610 especies de aves, la mayoría por causas humanas, según un estudio publicado en la revista 'Science'.
Para concienciar de la importancia de la conservación de las aves y divulgar el trabajo de la ONG, este sábado y domingo, SEO/BirdLife despliega en un centenar de puntos de toda España más de 200 actividades de 'pajareo', con rutas guiadas, talleres infantiles y puntos de observación de aves, entre otras ofertas abiertas al público.
Cada año mueren en España unos 60 millones de aves por causas humanas (colisiones con tendidos eléctricos y aerogeneradores, electrocución, atropellos, capturas ilegales...) y el Libro Rojo de las Aves recoge que el 25% de la avifauna española se encuentra amenazada e incluida en categorías de riesgo de extinción, según los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). «Necesitamos un mundo con aves. Sin ellas nuestras vidas están en el aire», ha dicho Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife.
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«Llevamos 70 años estudiando a las aves en el campo y defendiéndolas en los despachos. No se trata de un capricho naturalista; se trata de garantizar un mundo habitable, sano y resiliente. La biodiversidad es un termómetro de salud de los ecosistemas, y las aves actúan como el canario de la mina. Este fin de semana animamos a todas personas a mirar al cielo y descubrir el apasionante mundo de las aves», ha añadido Ruiz.
Las seis aves escogidas son representativas de distintos ecosistemas y están relacionadas con trabajos que desarrolla SEO/BirdLife de custodia del territorio, de divulgación a través de las cámaras en directo, de agricultura sostenible o de actividades con los grupos locales de la organización. Todas ellas han sido foco de atención de la campaña 'Ave del Año' que cada año la ONG pone en marcha para llamar la atención por su grave estado de conservación o por ser representativas de ecosistemas muy amenazados. Conozcamos algo más de estas siete especies.
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El águila imperial ibérica es la más exclusiva de las rapaces. Tras décadas de persecución, la población tocó fondo en los años 70 con un primer censo de 38 parejas en 1974. Desde entonces, comenzó a recuperarse, con serios problemas debidos a la presencia de veneno en los campos y a la proliferación de tendidos eléctricos mal planificados. El proyecto Alzando el Vuelo, que desarrolló durante más de un decenio SEO/BirdLife a principios de este siglo, ha contribuido a que, en la actualidad, haya más de 820 parejas en España y 20 en Portugal, de donde llegó a desaparecer.
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El urogallo, la mayor de las aves gallináceas europeas, tiene en los bosques del norte de España unas poblaciones que se acantonaron en las montañas al final de las últimas glaciaciones. Es una especie que se cazaba preferentemente durante el celo, lo que resultaba particularmente destructivo. A pesar del claro declive, no fue hasta 1979 que su caza dejó de ser legal, si bien continuó furtivamente. A pesar de los esfuerzos de conservación, no se ha conseguido que las poblaciones comiencen a recuperarse. El cambio climático y la proliferación de infraestructuras (tendidos eléctricos, centrales eólicas, estaciones de esquí, pistas forestales) son una amenaza que no deja de plantearse para esta ave tan bella como sensible.
La pardela balear es el endemismo español más amenazado y el ave marina en más serio peligro de desaparecer en Europa. Debido a la pérdida de recursos, su principal fuente de alimento ha pasado a ser los descartes de pescado procedentes de los barcos pesqueros. Esta dependencia hace que se acerquen a las embarcaciones y mueran accidentalmente en las artes de pesca. Desde que, en 2001, se declarara a la pardela balear como Ave del Año, SEO/BirdLife ha trabajado en la conservación de esta y otras aves próximas.
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El aguilucho cenizo es una especie muy asociada a los cultivos. Suelen instalarse en campos de cereal, donde se alimentan de los roedores. Dado que cada vez existen variedades de cereales de ciclo más corto y que, por el cambio climático, se adelantan las cosechas, se produce un desfase con la época de nidificación y muchos jóvenes incapaces aún de volar, mueren en las cosechadoras. Los voluntarias que colaboran con SEO/Birdlife localizan los nidos, tratan con los propietarios de las fincas y llevan a cabo las medidas de salvaguarda necesarias para asegurar la conservación de esta gran aliada de los agricultores.
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El buitre negro es el ave voladora de mayor envergadura del mundo. Esta rapaz, que se distribuye por la cuenca del Mediterráneo y Asia central, ha sufrido mucho con la persecución directa y el veneno. Se tratan de grandes aliados de los ganaderos, dado que eliminan rápida y eficazmente las carroñas del campo, evitando que se extiendan enfermedades muy graves y que proliferen especies oportunistas. Su reproducción en la colonia del valle del Lozoya puede ser seguida por el público en la cámara en directo instalada por SEO/BirdLife junto con el Parque Nacional Sierra de Guadarrama.
El vencejo común es una especie que se asocia al medio urbano y cuyo jirriar estridente acompaña a muchas personas en pueblos y ciudades durante los meses más cálidos. Una vez abandonan el nido, los jóvenes no se posarán hasta que, ya adultos, se reproduzcan por primera vez. Estos magníficos voladores se alimentan exclusivamente de insectos y, al final del verano, se desplazan a zonas ecuatoriales donde, siempre sin posarse, permanecerán volando miles de kilómetros hasta que regresen la primavera siguiente.
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La malvasía cabeciblanca fue un emblema de la conservación a finales del siglo pasado cuando, en 1977, se llegaron a contar tan sólo 22 ejemplares. La protección estricta de su hábitat hizo que la población comenzara a recuperarse, pero en 1991 empezaron a observarse ejemplares de malvasía canela, especie próxima pero exótica e introducida que hibridaba fácilmente con la autóctona. Estos ejemplares procedían del Reino Unido donde, en un ejemplo sin precedentes de cooperación entre países y organizaciones, la población de la especie invasora se pudo controlar y, en la actualidad, la malvasía cabeciblanca ha podido recolonizar el norte de África desde el sur de la Península.
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