Así afecta la llegada del otoño a tu organismo
La estación llega acompañada de cambios de temperatura y luminosidad que pueden provocar o agravar algunos problemas de salud
LA VERDAD
Jueves, 21 de octubre 2021, 19:16
Cansancio, dolor muscular, apatía, problemas para conciliar el sueño. Son algunos de los síntomas que algunas personas asocian inevitablemente al cambio de estación. Con la llegada del otoño parecen marchitar, perder la vitalidad y la alegría que les ha acompañado durante las vacaciones.
Es lógico, podría decirse, si tenemos en cuenta los beneficios del descanso laboral y del sol en nuestra vida, pero no es tan sencillo. Muchas enfermedades, incluyendo las cardiovasculares, autoinmunes o psiquiátricas también muestran patrones estacionales de incidencia y actividad, según se advierte en muchos estudios realizados al respecto, además de otros problemas como una mayor caída del cabello.
Los cambios estacionales nos influyen, lo mismo que sucede a otros organismos vivos como animales y plantas. El cuerpo tiene que realizar un esfuerzo suplementario para adaptarse, en primer lugar, a los cambios de temperatura, explica desde Neolife el doctor César Montiel, ya que los mecanismos de regulación se descompensan.
Alteraciones en el sistema inmunológico y en los genes
Que los grados varíen, incluso en el mismo día, puede afectar a nuestras defensas. Las células del sistema inmunológico (neutrófilos, linfocitos, macrófagos,…), y sus productos tales como las citocinas y quimiocinas, experimentan variaciones en su concentración en sangre y tejidos durante el día. Así lo explica, por ejemplo, un estudio realizado en la Universidad de Cambridge, en el que se detalla por qué algunas enfermedades como las cardiovasculares o la artritis reumatoide se agravan durante el invierno, mientras que la gente tiende a estar más saludable en el verano.
Otros estudios, que se han enfocado en observar los cambios que se producen en la distribución de las células, han demostrado que, por ejemplo, los monocitos, un tipo de glóbulos blancos, están especialmente más activos en el otoño que aquellos que se evalúan en primavera. El motivo podría ser la necesidad de hacer frente a la proliferación de virus estacionales, como catarros y gripes, pero también una reacción intrínseca al propio paso de una estación a otra.
Se estudia también como un porcentaje importante de nuestros genes sufre cambios según el periodo climatológico del año pudiendo, por ejemplo, estar más activos en el invierno mientras que otros lo son más en verano. Esta estacionalidad puede afectar a la distribución de las células inmunológicas en el organismo. No obstante, advierte Montiel, estos cambios no están del todo establecidos y no son fáciles de evaluar.
La importancia de despertarnos con luz
La cita otoñal del cambio de hora es una más temidas por muchas personas, a quienes afecta emocionalmente que anochezca una hora antes. Salir del trabajo bajo la luz artificial les produce tristeza y, hasta que se acostumbran, puede contribuir a ese estado melancólico otoñal del que tanto se habla. Para César Montiel, es una medida controvertida, pero tiene una explicación y un objetivo: maximizar la exposición al sol durante las horas en que la población está despierta y activa.
Pero ¿por qué es importante despertarnos con luz y seguir al máximo posible horarios naturales de luz y del sueño? Una gran mayoría de las funciones del cuerpo humano, como la temperatura, la presión arterial, el estado de alerta, la producción de hormonas, o la expresión de miles de genes sigue este ciclo de 24 horas, responde. La luz solar es la exposición más importante para que nuestro organismo procese el cambio de la noche al día. Por ejemplo, un factor importante en la producción de la hormona melatonina depende del momento en que nos pongamos en contacto con la luz solar.
Cambios en el sueño y el apetito
Si con el fin del verano notas cambios en el apetito y el sueño, debes saber que el origen está en las modificaciones de tus ciclos circadianos o mecanismos mediante los que tu cuerpo regula estas funciones. Para no desconcertarle deberás acomodar tus rutinas a los cambios de luz. Por ejemplo, si cenas tarde, tu cuerpo entiende que es de noche , pero, en cambio, le estás enviando una señal contradictoria a través de la ingesta de comida, que es algo propio del día. Estas descoordinaciones entre los ciclos naturales y nuestros hábitos cotidianos afectan a la salud.
En cuanto al sueño, vinculado con estímulos e información externa, como la luz, la temperatura y el ruido se debe asignar un nuevo horario, creando una descompensación que llevará tiempo restablecer, aunque ese cambio sea tan sólo de una hora.
Al acostarnos antes hemos alterado nuestro tiempo de exposición al sol y nuestro ciclo circadiano, lo que, además de problemas para conciliar el sueño puede suponer problemas de concentración, bajo rendimiento en las actividades cotidianas, irritabilidad e incluso cambios de humor, como pasa en el jet lag, donde aparece un desajuste entre la hora interna de nuestro organismo y la hora externa o ambiental.
Además del cambio horario, el reloj biológico también se desajusta con la edad. Esto se puede compensar reajustando los ritmos circadianos mediante la suplementación con melatonina. Para ello, los expertos realizan una exhaustiva evaluación del sueño y del descanso con la que poder personalizar el tratamiento.
Las vitaminas también juegan un papel esencial en nuestro bienestar. La vitamina D permite compensar la pérdida de sol y la C reforzar las defensas. ¿Cuáles son los niveles en sangre recomendables? No hay una media estándar y la suplementación no es una solución puntual a un problema concreto. Es un pilar de la salud preventiva y de la gestión médica de la edad. Lo ideal es que cada persona se puede someter a un estudio personalizado que desvele sus carencias y necesidades. Si no es así, la alimentación deberá ser consciente, cuidada y con especial atención, este otoño, al esfuerzo que está realizando el organismo para adaptarse a la entrada de la estación.
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