La Virgen de la Amargura del Paso Blanco, en su trono en andas por la carrera este Viernes Santo.

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La Virgen de la Amargura del Paso Blanco, en su trono en andas por la carrera este Viernes Santo. Gonzalo J. Martínez / AGM
Semana Santa Lorca

La Amargura, broche de oro en el cortejo de la Historia de la Salvación de Lorca

La Virgen fue el colofón de la lujosa procesión de la Historia de la Salvación, presidida por el Paso Blanco

Inma Ruiz

Lorca

Sábado, 30 de marzo 2024, 00:02

La Virgen de la Amargura, titular del Paso Blanco, fue el colofón del cortejo de la Historia de la Salvación en la noche del Viernes ... Santo, el último de los desfiles bíblico-pasionales de Lorca, en el que blancos y azules representaron sobre la carrera principal de la avenida Juan Carlos I la pasión y muerte de Jesús y el triunfo de la fe.

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Miles de figurantes escenificaron sobre la arena el lujo, la ambición y el poder de las antiguas civilizaciones en forma de reinas, faraones, emperadores, profetas y tiranos que desfilaron en lujosas carrozas, veloces carros arrastrados por caballos o a lomos de jinetes que realizaron virtuosos ejercicios de doma.

Ambas cofradías exhibieron su extenso y rico patrimonio con bordados en oro y sedas en mantos y túnicas, hicieron un derroche de barroquismo con una cuidada puesta en escena y se entregaron a la devoción por sus imágenes en el impactante cortejo religioso. Más de 10.000 personas llenaban las tribunas, y otras miles se asomaban a las ventanas y balcones de la avenida Juan Carlos I para asistir al último y más importante de los desfiles bíblico-pasionales de Lorca.

En la tribuna presidencial, junto a las autoridades, se pudo ver al periodista Carlos Herrera siguiendo el desfile. Previamente el comunicador de Cope visitó las sedes de las cofradías y los museos de bordados. En el palco también se vio disfrutando del desfile al vicesecretario de Institucional del PP y vicepresidente del Partido Popular Europeo, Esteban González Pons.

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En el Paso Blanco, la Virgen de la Amargura realizó su única salida procesional de la Semana Santa en su trono adornado con claveles de color rosa y portado por 133 costaleros. La talla de Sánchez Lozano, de mirada implorante al cielo, puso el broche en un hermoso recorrido en el que la lluvia de pétalos fue incesante, en señal de cariño y devoción a la imagen.

Lucía el manto estrenado en 1928, que tiene la mayor superficie bordada de los que forman parte de los desfiles bíblico-pasionales. Fue diseñado por Emilio Felices, representa el Santo Entierro y está declarado Bien de Interés Cultural, igual que el palio del trono mariano. El cortejo de la Virgen tuvo como hermoso prólogo el estandarte de 'El paño de las flores' una de las joyas del bordado lorquino, realizado entre 1915 y 1918.

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Los emocionados vivas, aplausos y piropos no dejaron de resonar a su paso hasta que la Amargura se adentró en la capilla del Rosario en una multitudinaria recogida pasadas las doce de la noche. Precedían a la Virgen, también en sus tronos en andas, las tallas de la Santa Mujer Verónica, que es portado solo por mujeres, y San Juan Evangelista, patrón de la cofradía. El cortejo, presidido por el Paso Blanco, incluyó uno de los grupos más emblemáticos de la cofradía: la caballería de la Visión Apocalíptica de San Juan, formada por diez jinetes con mantos que representan a todos los heréticos, tiranos y poderosos que fueron enemigos del cristianismo en sus orígenes como Atila, Carlo Magno, Mahoma, Nerón y Ciro.

Embestido por una biga

El momento de mayor tensión de la procesión se vivió cuando una biga del grupo de David, a gran velocidad por la carrera, embistió al mayordomo que la precedía haciendo tremolar la bandera. El cofrade fue evacuado y recibió asistencia sanitaria, aunque afortunadamente, solo resultó magullado.

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También estuvieron representados los siniestros cuatro jinetes del Apocalipsis con los mantos que diseñó el pintor lorquino Manuel Muñoz Barberán y que lucen una de las caracterizaciones más espectaculares de la carrera encarnado a la guerra, el hambre, la peste y la muerte. Escoltaban la carroza conocida como 'La Bola', inspirada en la visión apocalíptica de San Juan, que es una de las más efectistas de la carrera con su enorme globo terráqueo abierto e incandescente en sus entrañas, del que brota una columna de humo como símbolo de la destrucción y el caos.

El dominio de la antigua Roma en la época imperial estuvo representado en el Paso Blanco por los veloces enganches de cuatro, cinco y seis caballos de los emperadores Octavio, Teodosio, Licinio, Constantino, Majencio y Valeria Maximina, cuyo manto acaba de ser restaurado en los talleres de bordados.

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El Paso Azul incluyó en su puesta en escena la icónica carroza de Nerón, uno de los personajes más emblemáticos, que recrea el salón imperial del cruel emperador y que en el momento de su estreno supuso una auténtica revolución en la puesta en escena de la Semana Santa lorquina al incluir un concepto escenográfico teatral, que se ha mantenido en el tiempo. También impactó la majestuosa litera de la última faraona egipcia, Cleopatra, portada a hombros por más de cien esclavos, y la princesa Meiamén, acompañada por sus doncellas. Fue rotunda la presencia del altivo emperador Julio César que agitó el palco provocando a los blancos en su carro triunfal, bajo un baldaquín sustentado por dos grandiosos cuernos que representan la abundancia.

Uno de los momentos de mayor espectacularidad y ritmo de la procesión volvió a estar protagonizado por los carros de tiro. El Paso Azul sacó a la carrera siete cuadrigas , su número simbólico, de las dinastías de los Flavios y de los Antoninos. Cruzaron como flechas levantando una estela de polvo y arena a su paso, con los mantos flotando al viento y el esfuerzo reflejado en la cara de los aurigas, que sujetaban con fuerza el cuero de las riendas.

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Los etíopes, un clásico de las procesiones de Lorca, con sus insólitas y arriesgadas acrobacias mientras cabalgaban al galope en sus caballos sin montura, levantaron al público de sus asientos.

Los azules también incluyeron en su cortejo del Viernes Santo la suntuosa carroza del Triunfo de Cristianismo, de estilo renacentista, que sirvió de nexo de unión entre el relato histórico y el religioso. En esta carroza figuran los pecados capitales y el personaje de San Pedro como primer Papa de la iglesia cristiana, tocado con una mitra obispal. Lució un manto granate de grandes dimensiones con el bordado en sedas del momento de la resurrección de Cristo.

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