Cambios en la política verde

2015 ha sido un año muy movido en lo medioambiental, con grandes cambios en las estructuras de gestión y unas cuantas incertidumbres. La dimisión de Antonio Cerdá, imputado en el 'caso Novo Carthago' de presunta corrupción urbanística, trajo a Adela Martínez-Cachá como nueva consejera. La exconcejal del Ayuntamiento de Murcia esperó al mes de julio, cuando fue confirmada en el nuevo Gobierno regional, para acometer una profunda renovación en la administración verde, con acentuado protagonismo para el desarrollo rural y forestal y un papel secundario, según las críticas de los ecologistas, para los espacios naturales.

Algunos de los hechos más relevantes de los últimos doce meses han tenido que ver con la calidad ambiental: la investigación sobre la gestión del vertedero de residuos industriales de Befesa en Cartagena, por el supuesto almacenamiento irregular de residuos tóxicos; el cierre del basurero de Abanilla -una pesadilla pestilente, contemplado con una mínima perspectiva-; la parada ordenada a la planta de Derivados Químicos en Alcantarilla; y el Plan de Mejora de la Calidad del Aire han situado en primer plano aspectos del medio ambiente menos mediáticos que el lince o el águila perdicera pero fundamentales para la salud.

Este ha sido también el año en el que Bruselas ha abierto expediente por el retraso en la aprobación de planes de gestión para los espacios protegidos de la Red Natura 2000 -que avanzan a trompicones, con el del Mar Menor en proceso de reelaboración tras las quejas del sector empresarial, con el que por cierto fueron acordadas unas directrices de planificación-.

También ha sido 2015 el año en el que se desestimó la pasarela peatonal en la zona norte de La Manga, la plaga del barrenillo devoró más de 400.000 pinos, el Código Penal obligó a entregar miles de tortugas moras, se redujo la población de arruis en Sierra Espuña y nació una plataforma social que exige a los políticos medidas urgentes para salvar ¡ya! el Mar Menor.