José Otón
Miércoles, 30 de noviembre 2016, 01:08
Raúl Moro no quiere esperar más y está dispuesto a ponerse manos a la obra para empezar a cambiar cosas en el Real Murcia. De hecho, desde finales de la pasada semana está intentando que el actual Consejo de Administración del club grana le haga un hueco, con el fin de encargarse desde ahora mismo de la secretaría técnica, actualmente en manos de Fernández Romo. Aunque tiene planes importantes para la cantera y para mejorar la imagen del club, considera que empezar a perfilar los futuros movimientos en el mercado invernal es una prioridad. Además, no quiere que su inversión de 400.000 euros se gaste en partidas no prioritarias.
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Pero el empresario extremeño, mientras que no cierre el acuerdo definitivo con los Samper, es solo el segundo accionista de la entidad con el 12% del capital social, insuficiente para gestionar el club de forma total si no es apoyado por el máximo accionista. No obstante, el todavía órgano de gobierno del Murcia no le cierra las puertas y está dispuesto a que la transición sea consensuada, pero ha pedido a Moro que demuestre que está negociando con Samper y que cuenta con su beneplácito. Con este gesto, que podría llegar bien a través de un documento no oficial o con una simple llamada de Gonzalo Samper a Martínez Abarca dando el visto bueno a Moro, el presidente grana convocaría un consejo extraordinario urgente y pondría el asunto encima de la mesa. El hijo de Samper aún no ha vendido o cedido sus acciones a Moro para evitar que se entienda que así acepta la herencia de su padre, en la que hay más deudas que patrimonio, de forma tácita. Incluso una simple declaración de intenciones de Moro podría valer a algunos miembros del Consejo para dar un paso atrás antes de la Junta
Los propios consejeros, de forma voluntaria, son los que tendrían que marcharse. Legalmente todos podrían negarse a dejar su cargo hasta la Junta del 28 de diciembre, fecha en la que se aprobarán las cuentas y en las que se cierra el ejercicio económico. Un consejero no tiene por qué marcharse de un Consejo contra su voluntad hasta la celebración de una Junta en la que lo eche el accionista mayoritario, por el propio fallecimiento o por voluntad propia.
Cinco votos para la mayoría
En el documento de Gonzalo Samper que espera el Consejo para facilitar el desembarco inmediato de Moro también podrían figurar, a petición del propio empresario, quiénes son los consejeros que deben salir para facilitar su llegada y también la mayoría en el futuro Consejo. El actual cuenta con ocho miembros y para que alguien tenga mayoría debe contar con cinco votos a favor. No puede haber más consejeros y solo si hay dos o tres bajas se pueden sustituir antes de la Junta anual. La intención de Moro Martín es ocupar tres sillas, pero también podría conformarse con dos en función de los consejeros que se vayan.
Martínez Abarca está dispuesto a salir y no va a poner problemas, pero quiere llegar al día 28 de diciembre, aprobar las cuentas y cerrar un año que ha sido un gran tobogán, en el que ha alternado grandes éxitos con grandes decepciones. Miguel Martínez, representante de las peñas en el Consejo, ha facilitado la llegada de Moro y está haciendo de interlocutor, por lo que su marcha está casi descartada. Es más valioso para Moro dentro que fuera. Igual que los accionistas minoritarios, que están más cerca de las ideas del extremeño que de la vieja guardia que representan Víctor Alonso y Juan Guillamón, en el punto de mira de Moro Martín.
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