César García Granero
Viernes, 18 de diciembre 2015, 23:39
El palco del Murcia amameció ayer en blanco y negro, empalidecido por la noticia que sacudió al murcianismo a la hora de levantarse. El corazón de Jesús Samper se rindió tras un colapso general de su cuerpo y dos semanas en un hospital de Madrid por un fallo hepático que se le fue complicando hasta llegar a un punto sin retorno. Lívida y sorprendida. El desenlace fatal pilló desprevenida a la parroquia grana, que nunca imaginó que aquel quiebro en su salud de dos semanas antes dejaría huérfana la principal silla del Murcia en la madrugada del 18 de diciembre de 2015, 17 años después de su llegada. Sorprendido, el murcianismo, que esperaba un partido, tendrá que hacer frente a un duelo: el del presidente más duradero de la historia del club, que ha sido también uno de los más desconocidos para la grada, que sabe más de sus cuentas que de su persona. En todo caso, ayer no fue día de juicios, sino de condolencias. Las voces críticas enmudecieron por un día para mostrar su abatimiento por la muerte del hombre que ha sido la cara visible del Murcia en lo que va de siglo y 17 años después, un convenio, un estadio, algunos éxitos y varios descalabros más tarde, deja un club desconcertado y con un sentimiento bifronte: deja al Murcia entre el pesar y la incertidumbre.
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El Murcia está de luto. No hubo junta, ayer, como no habrá fútbol mañana. La visita al Granada B, que iba a ser el último partido del año, queda aplazada, así como el encuentro del filial. El club de Pina atendió con diligencia la petición del Murcia. La entidad grana deja en el aire una junta crucial en la que tenía que aprobar una emisión de acciones que debería servir al club, si no de trampolín, sí de salvavidas para el día de mañana. Son las consecuencias más lógicas de la muerte de Samper, que ha librado su última batalla con 65 años y varias costaladas a sus espaldas, como la del verano de 2011, cuando un accidente de tráfico a la altura de Cieza le dejó con la clavícula maltrecha y un problema de mayor calado: en los análisis posteriores se le descubrió una enfermedad pulmonar. Era un síntoma claro de que el andamiaje de su salud empezaba a perder firmeza.
En varias ocasiones intentó dejar de fumar, hacer propósito de enmieda y cuidarse, unas veces con más éxito que otras. Lo que sí mantuvo indesmayable con el pasar de los años fue su pasión por el fútbol, resaltada ayer por muchos de los que lo trataron, antes de que las voces críticas, las derrotas de final de época y otras estridencias propias del fútbol le llevaran a cultivar una cuidada distancia con la grada que no abandonó en los últimos años. «El fútbol era su vida», dijo ayer Joaquín Romeu, que fue el primer presidente de la era Samper, cuando aún conducía él y tantas veces fueron de Madrid a Murcia y de Murcia a Madrid que aquel viaje de 400 kilómetros llegó a ser como un paseo de todos los días.
El exdirectivo Manolo Álvarez, que llegó a ser presidente del club, recordó ayer un rasgo de Samper que no está entre los que más se le han atribuido: su oído amable. «Sabía escuchar. Cuando destituyó a Braojos, estaba entre Señor y Marcos Alonso para sustituirlo. Yo le dije: '¿Y por qué no Vidal?'. Al día siguiente estaba contratado».
Eran tiempos de estreno, cuando la presidencia estaba como recién pintada y Samper menudeaba sus visitas a la Región y tenía la ilusión de asentar al Murcia en la crema del fútbol. «Hasta 14 horas echaba al día», dijo Romeu. Y lo llevó por dos veces, al calor del famoso convenio con el Ayuntamiento, pero no pudo aposentarlo. Más que un éxito, fue un chispazo, dos para ser exactos, y fue a partir del segundo, en 2007, casi a la par que el estallido de la crisis, que las cuentas del club quedaron deshilachadas para no recuperarse nunca más.
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Un minuto de silencio
Pero ayer no era día para el rigor, sino para la aflicción, el haz mejor que el reverso. La propia Liga de Javier Tebas mostró su tristeza por la muerte de quien fue secretario general de la misma y ordenó que se guardase un minuto de silencio en todos los campos este fin de semana por Samper y las víctimas en los atentados de Kabul.
Lívida y sorprendida estaba la parroquia grana. El club ha llevado todo el proceso con tanto hermetismo que un día atrás era impensable el desenlace. «Nunca imaginé que podía despertar hoy con semejante noticia», dijo el expresidente Morga.
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La muerte de Samper deja en el aire una ráfaga de dolor, pero también una ventolera de zozobra en el murcianismo, que no sabe quién será el nuevo presidente, ni qué va a pasar con las acciones del madrileño, principal propietario desde 1998, ni de qué color será el devenir grana, con agujeros en las cuentas que han hecho frágil una institución centenaria.
Pero ayer, tras la sorpresa, fue un día de dolor por Samper, cuyos restos mortales serán incinerados en el crematorio de La Almudena hoy, a las 16.40 horas. La familia, que ayer mostró su agradecimiento por los mensajes de ánimo, ha querido un duelo íntimo en la despedida al presidente más duradero del Murcia. 17 años después, Samper dice adiós a un murcianismo desavisado y entre dos aguas que hoy llora, pero llora entre la pena y la incertidumbre.
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