Por si acaso, antes de escribir esta columna el que suscribe se dio una vuelta por las redes sociales a ver si mi impresión era compartida por otros aficionados. El fútbol tiene decenas de prismas y a veces dos seguidores parece que no han visto el mismo partido. En este caso, mi sensación era bastante compartida por los internautas. Al Murcia le faltó ambición, y solo fue a por el partido contra un flojo Cornellá a partir del minuto 70, con los cambios, que a mi modo de ver como en otras ocasiones se realizaron un pelín tarde. Aun así, en esos 15 o 20 minutos finales, bien le pudo dar al Real para ganar el partido, con dos claras ocasiones de Arnau Ortiz. Sobre todo la última en las postrimerías del encuentro, en la que por cierto, Andrés Carrasco se disfrazó de su tocayo Andrés Iniesta, pegando un pase a Ortiz para dejarlo mano a mano con el portero, que bien pudiera haber firmado el de Fuentealbilla.

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El caso es que con este empate, que da la sensación que era lo que el equipo buscaba desde el principio, el Murcia durmió cuarto en la clasificación, a cuatro puntos del líder. Da la sensación de que las aguas ahora bajan mas calmadas en el verde, donde el equipo ha mantenido la portería a cero en seis de sus últimos ocho partidos, que en la zona noble de la Nueva Condomina, donde las aguas, siguiendo con el símil, bajan revueltas con la definitiva espantada de Felipe Moreno. Al cual como dije el lunes, parece que entre unos y otros han aburrido.

Como curiosidad, el origen del Cornellá hay que buscarlo en 1923 con el nombre de Fútbol Club Cables Electrics, y fue ya en 1951 cuando a través de la fusión de varios clubs nación el Unió Esportiva Cornellá contra el que ayer se enfrentó nuestro Real Murcia.

Un Real que, si acierta con un par de retoques en el mercado invernal, no cinco o seis como se ha venido especulando, y ya que la plantilla es buena, puede luchar por el ascenso.

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