El Murcia jugaba una final en el Álvarez Claro de Melilla, pero no la ganó. Fue un partido desagradable en el que el equipo grana no dio la talla una vez más y dejó escapar una oportunidad de oro ante el penúltimo de la tabla ... para acercarse a los de arriba. Ni siquiera es una excusa aceptable que jugara media hora con un hombre menos ya que su puesta en escena fue deficitaria desde los primeros minutos. Ya no quedan argumentos para justificar las malas sensaciones que una semana tras otra transmite un equipo mal construído, pero también mal dirigido por Pablo Alfaro, que tras ocho semanas no ha sabido reactivar a un grupo de futbolistas que parecen mucho peores de lo que son y a los que no les sale nada. El Murcia está atascado, no tiene una idea de juego definida y está deambulando por una categoría peligrosa, que otras veces ha engullido a equipos como el grana, que no sabe qué se está jugando.
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Pablo Alfaro apostó para esta final por un once cargado con los veteranos del equipo. Además de la presencia de Rodri Ríos en puesto de Carrillo y Tomás Pina cubriendo la baja de Isi Gómez, llamó la atención la titularidad de Marcos Mauro en el centro de la zaga en detrimento de Alberto González, un central que estaba cumpliendo y destacaba en casi todos los partidos del Murcia hasta ahora. Además, también fue curioso que junto al central gijonés también se quedaran fuera del once Isi Gómez y Dani Vega, los tres futbolistas que han vestido la camiseta del Melilla y conocen mejor que nadie el Álverez Claro de Melilla, un campo especial y diferente a los demás.
Melilla:
Montoya, David, Moi Rodríguez, Yuste, Dani Martín, Bandaogo (Cotán, 36), David Suárez, Siddki (Pablo Hernández, 73), José Antonio Gónzález, Dani García (Migue García, 73) y José Enrique (Mamor Niang, 64).
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Real Murcia:
Manu García (Gianni Casaro, 46), José Ruiz, Rofino, Marcos Mauro, Marc Baró, Imanol (Isi Gómez, 17), Tomás Pina, Larrea (Alberto González, 66), Pedro León (Divine, 84), Carlos Rojas y Rodri Ríos (Mariano Carmona, 46).
Árbitro: Manrique Antequera, del comité andaluz. Mostró amarilla a José Antonio González, Larrea, Dani García, Mariano Carmona, José Ruiz, Pina y Pablo Hernández. Expulsó por doble amarilla a Rofino en el minuto 63.
Incidencias: Álvarez Claro de Melilla, 2.000 espectadores. Terreno de juego en malas condiciones.
El Real Murcia saltó al terreno de juego dispuesto a mandar, pero a los siete minutos el Melila avisó a los granas con una jugada por la izquierda del exgrana Dani García que Dani Martínez, muy escorado, convirtió en un disparo muy potente que Manu García sacó con una mano providencial que evitó el 1-0. El equipo de Alfaro comenzó a perder la energía inicial y le costó armar el juego desde el centro del campo ya que Larrea y Pina apenas ejercían de líderes. Solo una falta botada por Marc Baró creó algo de inquietud en la tranquila defensa norteafricana.
A los 17 minutos una jugada entre Imanol y David Suárez acabó con el centrocampista grana por los suelos y roto por el dolor. De hecho, el centrocampista pidió rápidamente el cambio. Hasta Pablo Alfaro, médico de carrera, entró al terreno de juego a comprobar el estado de salud de su futbolista, que fue retirado en camilla, con la pierna derecha completamente inmovilizada, y trasladado en ambulancia a un hospital cercano. Isi Gómez, recién recuperado de una lesión, tuvo que entrar en escena antes de tiempo en un partido que estuvo parado siete minutos. Con la entrada de Gómez el equipo grana debía tener más fútbol, más ingenio en ataque.
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Pero no fue así y el Real Murcia no mejoró sustancialmente y tampoco estuvo a la altura de lo que se esperaba. Rodri Ríos hizo su única aparición en la frontal aunque el sevillano estaba con la cabeza en otra parte. La única ocasión digna de un equipo como el grana, teórico aspirante al ascenso, fue un remate de Isi Gómez desde fuera del área que se marchó por encima del larguero.
Lo de después fue un ejercicio de impotencia, con un fútbol sin profundidad de un Murcia sin imaginación, con pivotes muy estáticos que no encontraban a los hombres de arriba. Su dominio fue infructuoso y necesitaba algo más para ganar a un rival hundido en el fondo de la clasificación.
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La segunda parte arrancó con dos cambios más que llamativos. Manu García, mareado, dejó su puesto bajo los palos a Gianni, mientras que el goleador Rodri Ríos, que demandaba jugar más para no dejar el equipo en este mercado invernal, se quedó en el vestuario para que saliera al campo el canterano Mariano Carmona. El partido seguía siendo feo en los primeros compases del segundo acto, pero los granas necesitaban ganar para mantener su sueño de acercarse a los de arriba en pleno ecuador de la competición.
Eso sí, el primero que se acercó a la meta rival con peligro fue el Melilla gracias a Dani García, que tras una jugada personal cruzó demasiado el esférico. El partido siguió siendo espeso, sin brillantez en ninguno de los dos equipos. Hasta que Rofino vio una segunda amarilla, demasiado rigurosa, por agarrar a un rival a la altura del centro del campo. La cuesta se volvía más empinada y Alfaro sentó a Larrea, otra vez decepcionante, para sacar a Alberto González y reordenar la defensa murciana. Solo unos segundos más tarde el Real Murcia pegó un latigazo arriba con una jugada en velocidad de Carlos Rojas y Mariano Carmona. Fue lo último reseñable en ataque.
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Jesús Fernández
De ahí hasta el final el choque fue un dolor de muelas para un Real Murcia gris, que con dos líneas de cuatro y Mariano Carmona por delante intentó defenderse con uñas y dientes el empate y a la vez buscar el gol en un contragolpe. Pero fue imposible y se conformó con un triste empate contra el penúltimo. Una situación impensable a principio de temporada para un equipo que no mejora dirigido por un Pablo Alfaro que no encuentra soluciones y que no puede poner como excusa la expulsión de Rofino, solo un obstáculo más en un partido que volvió a dejar desnudo el trabajo de Recio, Alfaro y toda su plantilla.
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