Cuando todavía resuenan los aplausos al equipo del Real Murcia, la noche del pasado sábado tras la derrota ante el Eldense, no puedo dejar de darle vueltas a los acontecimientos de esta última temporada. Aplausos, por cierto, a los que animó días antes José Otón ... en su carta semanal desde este periódico. Para el abonado 26 de una institución que supera los once mil, estamos ante un 'déjà vu', aunque con ciertos relevantes matices. A nueve temporadas del descenso administrativo que nos sacó de un sopapo de las llamadas ligas profesionales, hemos vivido experiencias de todos los colores: presidentes bien intencionados, presidentes que no sabían lo que es gobernar un club, iniciativas estupendas para conseguir dos duros que evitaran la desaparición de la entidad, declaraciones imprudentes a los medios, promesas que no se cumplieron, buenos futbolistas (pocos) junto a otros que jamás pudieron imaginarse estar en este equipo, entrenadores... La película de esta casi década es espeluznante.

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Sin embargo, el sábado, a pesar de perder, a pesar de reincidir en los problemas estructurales del equipo que vimos desde el Calahorra, el aficionado, ese nuevo aficionado que se ha acercado entusiasmado al Real Murcia, no hizo lo que era común en esta tierra: silbar. Esos aplausos estaban dirigidos al esfuerzo de unos jugadores a los que se les ha exigido más de lo que podían, pero también al futuro. El aficionado sabe que, salvo error u omisión, hoy estamos en buenas manos. Que ha llegado al club una persona seria, con carisma, que es capaz de decir, días antes del último partido, que estaba seguro de que íbamos a jugar el 'playoff' e incluso que íbamos a subir. Declaración que al principio nos sorprendió por lo arriesgada, pero que enseguida comprendimos que era lo que tenía que decir. No sé si Felipe Moreno será un buen presidente, lo parece, pero en el fútbol nunca se sabe. Sí es un excelente comunicador y un mejor animador. En sus manos confiamos nuestros espíritus y nuestros deseos.

Esto es lo que ha cambiado en el Real Murcia: el ánimo que transmite un equipo derrotado, un equipo que sí, ha estado a punto de alcanzar metas más altas, pero que no lo ha conseguido. Ni merecido, digámoslo de una vez. Seamos deportistas, como decía Kubala. Este equipo tenía cosas buenas, claro que sí; pero insuficientes. Rara vez fue un equipo mandón, que todos los balones fueran a sus futbolistas, que sacaran con energía las pugnas del uno contra uno, que dijera 'aquí estoy yo'. No. Además, le fallaron las fuerzas en el tramo más necesario. No creo, como se ha dicho, que los llenazos del estadio influyeran en el ánimo de los jugadores. Todo lo contrario. Les debían estimular. Si no hemos ganado cuando había que ganar es porque no llegamos. Lo demás, mala suerte (que también la hubo), árbitros (que nunca se equivocan a nuestro favor) o las lesiones son excusas de mal perdedor. Algo muy lejos de lo que debería ser, y es, el Real Murcia.

De nuevo los aficionamos esperamos con más ilusión que nunca la convocatoria de nuevos abonos, la llegada de un director deportivo, la remodelación del equipo y, si fuera posible, un modelo de club (como diría mi amigo Xavi Juliá) que esté por encima de los nombres. Volvemos a empezar, aunque quizás no de cero.

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