El tiempo detenido para recibir a Alejandro Sanz

De acuerdo, puede que sus últimos trabajos sean excesivamente irregulares, cuando no directamente fallidos, pero no podemos olvidar que, cuando hablamos de Alejandro Sanz, lo estamos haciendo del responsable de discos tan formidables como '3', los infravalorados 'Paraíso Express' y 'El tren de los momentos' o la trilogía de oro inaugurada por su gran cima artística y comercial, 'Más', y completada de manera más que notable por 'El alma al aire' y 'No es lo mismo'. Solamente por la cantidad de grandes canciones acumuladas en estos trabajos, ya está más que acreditada la felicidad ante este nuevo reencuentro con el madrileño, uno de los artistas más importantes de la historia reciente de nuestra música. Y aquí no hay prejuicios ni defensas vacías y facilonas que valgan.

La carta de las dudas sobre su presente, por si alguien se plantea también jugarla en una de esas estrategias que se intuyen exitosas desde su mismo planteamiento, tampoco funciona cuando uno se acerca al repertorio que está presentando el cantante y compositor en esta nueva gira celebrada bajo el nombre 'Sanz en vivo', título tan sencillo como eficaz. Y es que, si mantiene gran parte de la estructura que ha dado forma a esta nueva serie de conciertos, Sanz saca a relucir lo más destacado de su repertorio, jugando además con alguna que otra versión de compañeros ilustres que pueden terminar de redondear el más que hipotético suspiro general. De esta forma, el artista echa la vista atrás para lanzarse de lleno a esas joyas de su trayectoria que el público, con la ayuda esencial y clave del paso del tiempo, el juez más importante a la hora de dictar las sentencias sobre lo inoxidable, han convertido en grandes clásicos de nuestra música.

Y es que, a la hora de la verdad, por más que uno tire de escudos de cartón piedra (muy) de vez en cuando, resulta un ejercicio bastante hipócrita negar las veces que cantó a pleno pulmón temas como 'Amiga mía', 'La fuerza del corazón', 'Mi soledad y yo', 'Ese último momento' o 'Quiero morir en tu veneno'. O renegar de lo mucho que disfruta recordando, tarareando y bailando torpemente al compás de piezas tan brillantes como 'Quisiera ser', 'Viviendo deprisa' o la imperecedera 'Corazón partío'. Incluso si no perteneces a esa generación que crecimos, nos enamoramos, discutimos, reconciliamos, viajamos, olvidamos, recordamos y crecimos con la voz de Alejandro Sanz acompañando muchos de estos procesos vitales, cuesta imaginar que no sepas recitar de memoria el estribillo de, por ejemplo, 'El alma al aire', '¿Lo ves?' o, por citar la que probablemente sea la canción más completa y emocionante de su catálogo, 'Y, ¿si fuera ella?'.

Hay temas que justifican por completo casi una carrera. Sin embargo, más allá de esta esencia de grandes éxitos, la actual gira de Alejandro Sanz también nos ofrece la feliz oportunidad de reivindicar y volver a descubrir algunos tesoros semiocultos en su amplia discografía. En ese sentido, hay que señalar el enorme potencial que atesoran todavía hoy canciones tan magníficas como 'Hay un universo de pequeñas cosas', 'Lo que fui es lo que soy', 'Siempre es de noche' o la espléndida 'Regálame la silla donde te esperé', enésimo argumento a favor de 'No es lo mismo' como trabajo discográfico más infravalorado del madrileño.

En definitiva, si para algo sirven citas como la que nos espera este sábado en la plaza de toros de Murcia, espacio en el que debe sentirse ya como en casa por las numerosas ocasiones en las que ha tocado sobre su enorme escenario, es para que seamos conscientes del valor y dimensión real de Alejandro Sanz en nuestra música, sí, pero también en la memoria colectiva.

Casi cuarenta años al servicio de la canción más romántica, sentida y honesta. Cerca de cuatro décadas rompiendo récords, conquistando diversos mercados y jugando con estilos variados sin perder nunca su esencia.

El tiempo pasa, pero Alejandro Sanz sigue ahí. Toda una suerte.

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