Iniciar un texto con una enumeración no parece, ni mucho menos, la opción más atractiva, pero hay casos en los que resulta casi inevitable. Y este es uno de ellos. Vamos allá: 'Déjame'; 'Agárrate a mi María'; 'Ojos de gata'; 'Pero a tu lado'; 'La ... calle del olvido'. Y paramos aquí porque, de lo contrario, esta página al completo se convertiría en una colección de maravillosos títulos. Es el simpático peligro y la enorme fortuna de escribir sobre Los Secretos, banda esencial de nuestra música que, desde que tomara su forma definitiva en los ochenta bajo el liderazgo de los hermanos Urquijo, el añorado Enrique y Álvaro, nos sigue acompañando con la fidelidad de los mejores amigos. La admirable capacidad de supervivencia de un repertorio con el que continuamos bailando, cantando, llorando, riendo y brindando. Hablamos con Álvaro antes de su regreso a la Región.
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Cuándo Sábado, a las 22.00 horas.
Dónde Sala Mamba. Murcia.
Cuánto 25 € / 28 €.
–He estado escuchando de nuevo su discografía y la cantidad de magníficas canciones que atesoran me ha vuelto a resultar apabullante. En su caso, ¿qué sensaciones tiene cuando regresa a la obra de Los Secretos?
–La verdad es que, aunque sea un poco feo decirlo, siempre hemos presumido de no dejarnos influenciar por esa necesidad de tener un número uno que las discográficas han buscado y buscan constantemente. El objetivo de nuestra obra nunca fue encajar en un mercado, siempre fuimos a contracorriente. Éramos muy cabezotas y pagamos un precio altísimo por no estar en el mainstream. Respecto a tu pregunta, cuando reviso nuestros discos, algo que muchas veces no hago porque me produce ternura y tristeza escuchar a mi hermano, pienso en que hay pocos artistas con una cantidad de canciones de tanta calidad como las que tenemos nosotros. Nos sentimos muy orgullosos de haber hecho las cosas bien.
–Uno de los aspectos que me apasionan de su banda es la capacidad con la que introdujeron en sus canciones elementos de la ranchera, el folk o el country.
–Cuando empezamos nadie sabía calificarnos, porque no éramos punk ni transgresores, por lo que no nos apoyaban. Los periodistas se fijaban en propuestas más irreverentes. Ahí se demostraba que algo era aceptable solamente cuando se parecía a lo que venía de fuera o estaba de moda. Nos pasó con la crítica, las discográficas y las ventas de discos, pero no con un público que lo que quería eran canciones que les llegaran. Eso hizo que tuviéramos la suficiente independencia para seguir impermeables a las influencias externas. Mezclamos a Gram Parsons, Neil Young, The Byrds o Van Morrison con toda la ola que trajo a The Pretenders o The Police. De esa fusión sacamos un sonido con un trasfondo muy hispano, fundamentando nuestras letras y estructuras melódicas en cosas sencillas como la ranchera.
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–¿Siente que ocupan el lugar que merecen dentro de la industria musical española?
–Me considero un privilegiado por muchísimas razones. Fue a mediados de los 2000 cuando canciones como 'Pero a tu lado' empezaron a tomar vida propia. Pasó de ser un fracaso en su año de producción a un éxito sin que nadie invirtiera un duro. Toda nuestra historia se escribe a base de humildad y no creernos por encima de nadie. Siento que tenemos el respeto de la crítica, del público y de los compañeros. Y que tu música sea parte de la vida de tantas personas es el mayor de los logros que puedes obtener, independientemente del dinero que generes.
–¿Cómo recuerda el regreso de la banda a comienzos de los 2000?
–Ocupé el puesto de mi hermano por una doble necesidad. Cuando Enrique muere deja una deuda tremenda y una niña de cuatro años. No estaba programado en absoluto ese trágico accidente provocado por una mezcla de sustancias que en parte eran médicas y no tienen nada que ver con su actitud en aquel momento, que era la de un padre que quiere comprar una casa para formar un hogar con su pareja y su hija. Tras su fallecimiento, lo que hacen Los Secretos no estaba enfocado a una continuidad, sino que era para limpiar la imagen de mi hermano, la cual estaba distorsionada porque, a pesar de haber sufrido altibajos, era una persona maravillosa que todo el mundo adoraba. Así que, parte de todo lo que movimos a comienzos de los 2000, era para generar derechos de autor para mi sobrina y paliar una deuda de más de cincuenta millones de pesetas. Nos olvidamos de una posible vuelta, pero, cuando terminamos esa primera gira, nos llamaron para decirnos que no paraban de pedir más conciertos de Los Secretos. Así que, en menos de un año y setenta y cinco conciertos después, estábamos grabando el primer disco sin mi hermano. No fue una operación de marketing, fue la demanda de la gente la que hizo que volviéramos.
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–Son, desde luego, un ejemplo de resistencia.
–Es amor por la música. Y la demostración está en que, con el paso de los años, hay gente que está descubriendo ahora nuestras canciones, además de todas las personas que no las han olvidado. Siempre digo que no tener un gran éxito es garantía de más durabilidad.
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