ALBERTO FRUTOS
Sábado, 22 de mayo 2021, 10:04
Colocar las entrañas a la altura de la garganta. Y el corazón del revés, quizá su lugar más natural cuando se trata de convertir el espejo en canciones. Ser fantasma y certeza; delirio y control; manojo de nervios y una nueva cicatriz en la lista ... de espera; herida y sanación; nostalgia y grito; maleta a punto de estallar y estación con relojes adelantados. Hacer del impulso un vértigo aceptado, transitar las calles de una ciudad repleta de reflejos, sacar el mapa arrugado de la memoria de los bolsillos y transformar la valentía en un escudo diáfano repleto de inspiración, sensibilidad y belleza. 'Sinapsis', el segundo disco de Maialen Gurbindo bajo el nombre artístico de Chica Sobresalto tras un debut ('Sobresalto') que conviene reivindicar como notable presagio de lo que ha terminado siendo un estallido cegador, convierte en (preciosa) música cada paso de un camino repleto de superación, esfuerzo, pasión desbordada y desbordante, giros inesperados en forma de concurso televisivo, naturalidad, honestidad y, sobre todo, compromiso absoluto y devoción total por el arte de escribir canciones. Bajo una estupenda producción de los infalibles Santos & Fluren, la navarra ha dado forma a un disco en el que cada palabra importa, cada nota tiene un sentido, cada melodía late desde lo imprevisible y cada letra emociona desde el incendio.
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Ya sea desde los ligeros toques de rock clásico que aporta el fabuloso teclado de 'Somatropina'; los golpes de bombo que inician el arreón emocional de la soberbia 'Melatonina'; las colaboraciones del grupo Nixon en una 'Endorfina' de sensualidad abrasadora y de la maravillosa Zahara en ese trallazo de pop perfecto titulado 'Adrenalina'; la manera en la que se mueve y respira una canción tan especial como 'Serotonina'; la desnudez rasgada de 'Oxitocina' y la forma en la que conecta con la épica contagiosa de la brillante 'Fusión del núcleo'; la ternura que desprende 'Progesterona'; o, sobre todo, la inmensidad de 'Selección natural', excelso tema que, a través de una letra memorable, se sitúa al mismo borde de casi todo.
Chica Sobresalto consigue el equilibrio imposible de ser profundamente ella misma y, al mismo tiempo, sonar profundamente universal. Con 'Sinapsis' asistimos hipnotizados al aterrizaje de una superheroína eléctrica con una misión muy clara: crear refugios en forma de canciones desde la autenticidad y la belleza. Y ante eso, sobran defensas.
La bruma de los bosques. Hielo en los nudillos. Viento calmado. Finas líneas de lluvia trazando el sendero de regreso a casa. Los relojes abandonados en una colina que acaba donde empieza todo. El escondite frente a un riachuelo que aguarda la llegada de los cuerpos desnudos. Estos son solamente algunos de los paisajes sonoros que marcan la resplandeciente vuelta de Lluís Albert Segura al frente de L.A. con 'Evergreen Oak', disco que se desliza a partir de la autenticidad que desprenden tanto sus relámpagos de lustroso rock de corte clásico ('Ringing the bell', 'Where's the fire', 'Storms') como sus hermosísimas baladas ('Judy', 'Spend my time', 'Old enough'). En definitiva, una de esas obras que invitan a quedarse a vivir en ella una buena temporada.
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Aunque Damien Jurado cite como referentes directos de su nuevo álbum a 'The Bells' de Lou Reed y 'RAM' de Paul McCartney, lo cierto es que los ecos que transmite este austero 'The monster who hated Pennsylvania' recuerdan mucho más a otros nombres como Nick Drake, Elliott Smith o Jeff Tweedy. Acompañado por el multinstrumentista Josh Gordon, quien se muestra especialmente inspirado al bajo, el estadounidense nos cuenta diez historias de anhelos comunes, pesadillas cotidianas y romances cautivadores entre las que destacan las exquisitas 'Helena' y 'Minnesota'; 'Song for Langston Birch' y su dosificada solemnidad; las ensoñadoras 'Down pretend' y 'Jennifer'; y, sobre todo, la emocionante despedida de 'Male costumer #1' y una 'Johnny Caravela' que, coronada por una inesperada explosión guitarrera, se alza como el punto más memorable de un conjunto de canciones de ropajes mínimos que transforman lo sencillo, no confundir con simple, en poesía descalza.
Profundamente incomprendido tras su publicación, 'RAM' sigue sonando cincuenta años después como la tremenda obra maestra que siempre fue. Desde su rabiosa apertura con 'Too many people', malicioso guiño a un Lennon convertido entonces en enemigo, hasta la descomunal 'The back seat of my car', algo parecido al cierre perfecto, Paul McCartney, acompañado por su inolvidable esposa Linda, firma aquí un auténtico monumento musical en el que nada falta y nada sobra. El mejor disco en solitario del más grande compositor pop de la historia. ¿Palabras mayores? No, gigantes.
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