Las primeras escuchas no suelen llevarse bien con las conclusiones fiables, pero la conquista automática que logra Joaquín Talismán con su último disco, 'Brújula y sextante', irradia la característica luz de las excepciones que confirman la regla. Directo al centro de la diana melódica, esta ... magnífica colección de canciones con los dos pies en el pop, rock y folk más clásicos funciona desde el descubrimiento inicial y no pierde ni una pizca de su eficacia con el paso de los reencuentros. Otro sobresaliente trabajo de inconfundible sabor Talismán, uno de los gigantes de la escena musical regional. Hablamos con él.
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–Aterriza en el Café de Alba con 'Brújula y sextante', uno de esos discos que construyen un cobijo musical tan idóneo para el radiante verano como para huir del temido invierno, si es que termina llegando. ¿Hasta qué punto le han servido estas canciones como una especie de feliz refugio?
–La grabación de este disco fue mi puerta de escape durante esos meses que todos pasamos sin ver a mucha gente. Además de eso, no es un disco con ganas de guerrear. Sentía el deseo y la necesidad de crear un sonido sencillo, centrado en las canciones, que te acogiera al escucharlo, con arreglos pensados para que funcionen y mantengan el interés musical con pocos instrumentos, pero sin grandilocuencias ni aspavientos.
Cuándo Viernes a las 22.00 horas.
Dónde Café de Alba. Murcia.
Cuánto 10€.
–Casi todas las canciones del disco transmiten una sensación de viaje. ¿A qué nuevos lugares artísticos y personales le ha llevado 'Brújula y sextante'?
–Soy bastante inquieto y viajero, tanto en la vida real como en la musical, y también la demostración física de que eso es perfectamente compatible con la lentitud. Supongo que todos andamos buscando algo constantemente e investigamos más allá cuando lo encontramos. Es curioso lo de los lugares personales por descubrir porque, al menos en mi caso, cuando estoy escribiendo afloran cosas de mí mismo de las que antes no me había percatado.
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–En los créditos del disco aparece su nombre como responsable de composición, grabación, producción y mezcla. ¿Cómo se llevan esas cuatro versiones de Joaquín Talismán?
–No se llevan mal, aunque puede resultar agotador. No obstante, caer en la autoindulgencia es el mayor riesgo de asumir tanta responsabilidad en un disco. Los recursos que utilizo para intentar evitar esto son, por una parte, espaciar las distintas fases del trabajo en el tiempo de tal forma que permita que la objetividad salga a flote, y por otra, pedir opinión a las personas en las que confío en distintos campos. Pero me gusta tener el timón en mi mano y que la cosa se dirija hacia el destino que me propuse al empezar. Creo que eso es lo más importante, recordar el lugar al que querías ir cuando saliste de puerto porque, una vez en el mar, pueden suceder muchas cosas que te hagan olvidarlo.
–¿Busca el encuentro diario con la hoja en blanco?
–Para ser sincero, cuando termino un disco pienso que podría ser el último. El universo no tiene firmado un contrato conmigo por el que se comprometa a proporcionarme ideas hasta el fin de mis días. Tampoco es algo que me preocupe, disfruto mucho de componer, grabar y tocar y cada vez siento más como un regalo el poder vivir todo esto. Por otra parte, creo que lo de la hoja en blanco es imprescindible para dejar espacio en tu cabeza a la llegada de nuevas ideas. El salto al vacío es necesario en la creación, es el punto de partida.
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–Estamos ante un disco repleto de arreglos ta n sencillos como embriagadores. ¿De qué manera ha planteado el traslado de estos detalles al directo?
–Recuerdo que, viendo el documental de Dave Grohl sobre los estudios Sound City, hay un momento en el que uno de los técnicos comenta que en la época en la que ellos trabajaban el número de pistas disponibles para grabar era bastante limitado, así que los grupos tenían que hacer un esfuerzo extra para que los arreglos de cada instrumento funcionaran lo mejor posible para la canción. Es un principio que considero bastante recomendable a la hora de arreglar y grabar una canción en estos tiempos. Es un recurso estupendo disponer de tantas pistas, pero vas a acabar tocando esa canción con cuatro o cinco personas, o incluso tú solito o en dúo, así que, bueno, tal vez te convenga tener eso presente desde el principio.
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