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Russian Red publicó el pasado 2024 un nuevo EP, 'Volverme a enamorar', que suponía su primera colección de canciones originales una década después del impactante 'Agent Cooper'.

Russian Red: «Necesitaba alejarme para poder volver a la raíz»

La cantante, compositora, productora y actriz madrileña llega al ciclo Conciertos de Primavera para presentar 'Volverme a enamorar', su primera colección de temas propios tras una década

Viernes, 25 de abril 2025, 00:39

Y diez años después, casi nada, regresó. Russian Red, alter ego artístico de la cantante, compositora, productora y actriz madrileña Lourdes Hernández, publicó el pasado ... 2024 un nuevo EP, 'Volverme a enamorar', que suponía su primera colección de canciones originales una década después del impactante 'Agent Cooper'. Directo y conciso, seductor y coqueto, excitante y excitado, sedoso y eléctrico, palpitante y pasional, el álbum nos mostraba a una artista sumergida en los oleajes del deseo propio, del sudor compartido, de los sueños sobre la almohada mojada y de los despertares a la hora del almuerzo con doble de café y tacto. Una explosión interna y externa elevada por una producción que conecta las bandas sonoras de los años sesenta, el pop español de los primeros setenta y el folk/ rock alternativo de figuras como Marc de Marco, Devendra Banhart o Adam Green con admirable eficacia. Distintos paisajes estilísticos postrados a los pies de una voz inconfundible que sigue fascinando en su susurro como el primer día. Sí, Russian Red ya está aquí de nuevo. Hablamos con Lourdes antes de que protagonice junto a Guada, maravillosa telonera, otra cita ineludible del ciclo Conciertos de Primavera.

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Russian Red + Guada

  • Cuándo Viernes a las 21.00 horas.

  • Dónde Teatro Circo. Murcia.

  • Cuánto 18 € / 20 €.

–Más de un año después de su regreso, ¿se ha terminado de desvanecer la sensación de estar volviendo constantemente?

–Creo que todavía hay algo de eso, pero ha mutado. Ya no es tanto una vuelta como una reintegración. Al principio era como si estuviera probándome a mí misma, a ver si me reconocía en esto otra vez. Ahora, con el paso del tiempo, siento que me he asentado, pero no en el mismo lugar de antes, sino en uno nuevo, más amplio y más en paz.

–Fueron diez años sin noticias de su proyecto musical. ¿Esa década tuvo más de reflexión sobre lo vivido con su carrera artística o se centró en pausar y dejar la mente en blanco para, desde ahí, reinventarse?

–Fue más una pausa desde la cual poder respirar y vivir otras vidas. No quise pensar mucho en la música durante ese tiempo, lo que no quiere decir que no la sintiera. Necesitaba alejarme para poder volver a la raíz y saber mirar con otros ojos, para limpiarme del ruido y del deber. No hubo un plan.

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«Antes los conciertos eran algo que a veces me desbordaba y ahora los vivo con una entrega más completa y consciente»

–¿De qué forma le marcó vivir en Estados Unidos durante esos años a nivel artístico? ¿Cuáles son los aprendizajes más significativos que se trajo en la maleta?

–Vivir en Estados Unidos me dio una perspectiva muy liberadora. Estar lejos de todo lo que había sido mi vida artística me permitió redescubrir mi identidad fuera del personaje. Me rodeé de gente distinta, de lenguajes nuevos y de otras formas de mirar el arte. Aprendí mucho del silencio, del espacio, del tiempo lento. Y también de la crudeza, de la honestidad sin adornos.

–¿Cómo recuerda el momento en el que sintió la necesidad de ponerse de nuevo el traje de Russian Red?

–Fue un momento muy intuitivo. No lo decidí, simplemente pasó. Estaba en casa, tocando algo sin demasiada intención, y de repente sentí esa conexión que había estado dormida. Fue como si algo me dijera: «Ya está, ya puedes volver». Y lo seguí sin resistirme.

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–¿Y de qué forma experimentó el regreso a los escenarios? ¿Cómo está viviendo esa parte de esta nueva etapa?

–Con mucha emoción y también con más presencia que nunca. Antes los conciertos eran algo que a veces me desbordaba y ahora los vivo con una entrega más completa y consciente. Me emociona ver a la gente cantar canciones que escribí hace tanto y también cómo se abrazan a las nuevas. Es un viaje compartido.

«Me interesaba hablar de lo que realmente me atravesaba como mujer, cuerpo y mente en transformación»

–¿Cómo ha marcado esta fase de su carrera la experiencia obtenida con la interpretación? En los últimos años hemos tenido la oportunidad de verla entregando trabajos realmente potentes en propuestas tan interesantes como 'Un cuento perfecto' o, sobre todo, 'Ramona'.

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–Me ayudó a entender mi cuerpo, mi voz y mi energía desde otro lugar. Me enseñó a habitar personajes y a comprender emociones que quizá en la música no me atrevía a mirar tan de frente. Y también me aportó cierta libertad escénica, una ligereza nueva.

–'Volverme a enamorar' fue el EP con el que firmó su citado regreso. Sin embargo, tengo entendido que la idea inicial era publicar otro disco que, finalmente, verá la luz próximamente y con un mayor apoyo audiovisual.

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–Sí, 'Volverme a enamorar' fue casi como una carta de presentación, una introducción íntima. El otro proyecto, el que viene ahora, era demasiado grande emocionalmente para salir así sin más. Necesitaba otro envoltorio, otro cuerpo, y también su propio tiempo. No quise apresurarlo. Así que decidimos que tuviera un acompañamiento visual que potenciara todo su universo.

–Este último EP ha sido su primer álbum de estudio con canciones originales en una década. ¿Hasta qué punto lo siente o interpreta como una especie de debut?

–Muchísimo. Es un debut emocional. Las canciones salieron de un lugar que antes no conocía en mí. Hay algo de ingenuidad y vulnerabilidad, pero también de madurez. Es como si estuviera empezando otra vez, pero con la memoria de todo lo vivido.

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–En el disco habla, entre otras cosas, sobre el deseo, el romanticismo, la salud mental, la seducción o la relación interna y física que puede establecer una persona consigo misma y con el entorno desde un punto de vista absolutamente libre. ¿En qué lugar se tuvo que situar como compositora para enfrentar estos temas?

–Tuve que desnudarme mucho, mirarme sin filtros. Fue un proceso casi terapéutico. No quería esconder nada. Ni lo oscuro, ni lo brillante. Me interesaba hablar de lo que realmente me atravesaba como mujer, cuerpo y mente en transformación. Y eso exigía una honestidad brutal, pero también una ternura hacia mí misma.

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–Lo último que hemos podido escuchar con su firma ha sido 'Chico del montón', preciosa balada que hipnotiza por su fondo y forma. ¿De dónde surge este tema y qué papel tiene en el mapa artístico que hemos comentado? ¿Es un alma libre o formará parte del próximo proyecto?

–Es una canción que nació de un lugar muy sencillo y sincero. Es una mirada amorosa a lo cotidiano, a lo imperfecto. Me apetecía escribir sobre alguien que no necesita ser extraordinario para que lo quieras profundamente. No estoy segura todavía de si vivirá dentro del disco o si se quedará como un satélite, orbitando por su cuenta. Ya se verá.

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–La producción de la canción recae sobre Alizz, uno de los nombres más relevantes de los últimos años de la escena musical de nuestro país. ¿Por qué pensó en él para 'Chico del montón' y qué tal fue el proceso de creación?

–Alizz tiene una sensibilidad muy especial, sabe leer entre líneas. Me gusta la forma en la que respeta el alma de una canción y al mismo tiempo la transforma. Trabajar con él fue muy natural. Teníamos claro que queríamos mantener esa fragilidad del tema, pero con una producción que la envolviera con delicadeza. Y creo que lo conseguimos.

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