Ganador este año en los Premios de la Música Independiente (MIN) en las categorías de 'mejor artista emergente' y 'mejor álbum de músicas del mundo', por 'Manual de cortejo', la del asturiano Rodrigo Cuevas ha sido una irrupción casi volcánica en el mundo de la ... música popular, gracias a una propuesta que de algún modo pervierte el folk y las músicas de raíz tal como las conocíamos hasta ahora, si bien partiendo de un profundo conocimiento de las mismas. Este sábado actúa en el Teatro Bernal, de El Palmar (20 horas), aunque las localidades están agotadas casi desde el mismo día que se pusieron a la venta. ¿Qué tiene el fenómeno Cuevas? Estética, audacia y actitud.
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El de Rodrigo Cuevas (Oviedo, 1985) no es el habitual discurso que moderniza el folk añadiendo sonoridades actuales, algo que ya empieza a resultar tópico. Tampoco es ese tipo de pop que añade pinceladas tradicionales para añadir credibilidad a su sonido. Lo del astur indómito es puro tratamiento de choque. El contraste de los extremos llevados a su máxima expresión. La raíz más profunda y la vanguardia más arrogante se enzarzan en sus piezas cual amantes trágicos.
Rodrigo Cuevas ya había ido forjando su personalidad musical e interpretativa con un primer álbum en 2012, 'Yo soy la maga', si bien fue con el EP 'Prince of Verdiciu' (2016) y la subsiguiente gira 'Electrocuplé' con la que empezó a llamar poderosamente la atención. De ahí a contar con Raül Refree para los arreglos y la producción de 'Manual de cortejo' solo había un paso. Y ambos lo dieron juntos. «Y a mí me llaman el tonto / yo digo que lo seré / pero no me chupo el dedo / si antes no lo mojo en miel» ('Arboleda bien plantada').
Consciente de que el suyo es un discurso de extremos, no tenía sentido que no estuviese apoyado por una imagen contundente y unas interpretaciones más cercanas al ámbito de la performance que al concierto al uso. Cercano –y defensor– del colectivo LGTBI, su book de fotos es tan contundente como su presencia escénica. E igualmente basado el contraste: fotografías en un granero entre balas de paja ataviado con liguero; rimmel corrido entre manadas de vacas; ligereza de ropa en paisajes frente al establo. La España vaciada comunicada a través del móvil de última generación. Orgullo y belleza exhibicionista entre tonadas de tradición oral. Que se autodefina como «agitador folclórico» es pura coherencia. «Date la vuelta, guapo, date la vuelta / que quiero ver el forro de tu chaqueta».
Pero si hay algo que unifica y aporta cohesión a la estética y la audacia musical, esta no es otra que la actitud con la que Rodrigo defiende –o casi sería mejor decir ataca– sus canciones. «De niño pedí a los Reyes Magos un Casio y así empecé a tocar el piano. Luego me formé en conservatorios, pero la gran revelación se produjo cuando fui a vivir a una pequeña aldea del interior de Galicia y entré en contacto con la música tradicional más pura», señala Cuevas, quien añade con respecto a su último y premiado álbum que se trata de «un disco más serio, más profundo; lo que venía haciendo hasta ahora era más cabaretero, más festivo y ahora, sin dejar de serlo, hay una mayor investigación. El humor sigue estando presente, me sigue interesando, pero ahora la esencia está más claramente en lo folclórico», concluye.
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