Secciones
Servicios
Destacamos
Vicente Martínez Gadea es la antítesis del divismo, por eso, por su encarnada naturalidad, el encuentro todavía es más estimulante. En su casa-estudio de Santaballa, una aldea de Lugo a unos kilómetros de Palas de Rey con diez casas, la mitad deshabitadas, es donde ... pasa el máximo tiempo posible -la hizo para huir del calor-, ahora que con 70 años el tiempo es, quizás, ese amigo caprichoso que moldea su rostro y su cuerpo a la par que activa, y esa es una de sus grandes fortunas, su sentido estético y su afán creador.
Martínez Gadea tenía que exponer, tarde o temprano, en el estudio-galería de arte que tienen los arquitectos Enrique de Andrés y Coral Marín en la calle Julián Calvo, 6, de Murcia, una especie de sala de quirófano, por la pulcritud, que da a uno de los pocos adarves que se conservan en el entramado medieval de Murcia. De Andrés anota que los adarves, en las antiguas ciudades musulmanas, son callejones particulares que dan acceso a las viviendas situadas en él y que se cerraban por las noches.
Qué: Exposición 'La carpeta de Santaballa'.
Dónde: Arquitectura de Barrio. C/Julián Calvo, 6 Bajo. Murcia. Abierto de lunes a sábados, de 10 a 13.30 y de 17 a 19 horas. Cuándo: Hasta el 11 de enero. Entrada gratuita.
Cuándo: Hasta el 11 de enero. Entrada gratuita.
El académico de Número de la Real Academia de Bellas Artes de Santa María de la Arrixaca, con una labrada carrera de arquitecto -ganó el concurso para el pabellón de la Región de Murcia en la Exposición Universal de Sevilla, la Expo'92, en 1989, y atesora una extensa nómina de edificaciones premiadas dentro y fuera de la Región, como la célebre vivienda de La Manga del Mar Menor, frente a La Martinique-, ejerce de guía de 'La carpeta de Santaballa', muestra que reúne piezas que ha ido haciendo desde 2015. Una de ellas ya estuvo expuesta en el Museo Ramón Gaya, en el ciclo 'Diálogos', y la mayoría son del verano pasado.
Dibujos, fundamentalmente, aunque hay óleo y témpera, «cosas que no tengan nada más que un material». Lo que vaya pidiendo cada cuadro, dice Martínez Gadea, que cuida con gusto los títulos de toda obra. Una de ellas, por ejemplo, la titula 'Hasta la próxima ilusión', es decir, hasta la próxima vez que vuelva a Galicia; 'Vivir en las ciudades', donde el espectador, como en una nube pasajera, se cuela en el paisaje -por ejemplo, un otoño mediterráneo- que forma cada trazo; o 'Lugares inolvidables', una composición donde el negro arde con el rojo.
A sus 70 años, cuenta el pintor, tiene aún virgen la inclinación por lo que suponga experimentar. Por eso mismo, dice, nunca entra en el círculo de las repeticiones. No hay fórmulas en su manera de pintar. Hay pistas, y en este sentido los títulos orientan a quien mira estas obras a lápiz sobre papel o lija. «Empiezas a dibujar y empiezas a ver como paisajes, cosas que pasan al fondo, y no es que yo quiera recordar un lugar concreto», aclara. Por eso invita a aproximarse a las obras, sin dejar apenas margen, porque es la única manera de apreciar algo más allá. El espectador es libre de interpretar. Por ejemplo, ante 'Leer en el lago', una pieza de pastel, óleo, cera y lápiz sobre papel de 2017, Vicente Martínez Gadea plantea un horizonte montañoso, un libro abierto, y todo lo demás queda al arbitrio de la imaginación de cada cual. «Yo estudié Bellas Artes y Arquitectura, mi padre quería que fuese arquitecto y yo quería ser pintor. En un momento dado corté con la arquitectura, y luego otra vez volví, me salieron encargos como arquitecto, pero quiero que se me considere pintor».
'Pobre Cimabue' contiene, subrepticiamente, un recuerdo al emérito catedrático de Filosofía Francisco Jarauta: «Estos son unos paisajes que cuando les estaba haciendo un cielo dorado me acordé de una conferencia de Jarauta que hablaba del cambio de la pintura en el Renacimiento, evolucionando de lo bizantino que hacía Cimabue [Cenni di Pepo Cimabue (1240-1302)] y esos pintores, a lo que vino con Giotto, que empieza con sus cielos azules, de una forma más naturalista y aparece gente y animales. Entonces dijo: '¡Pobre Cimabue!'».
En su caso, no está obsesionado con el olvido: «Yo es que lo doy todo por perdido, porque lo peor es tener aspiraciones y que no se cumplan, entonces vives en vilo. Si no esperas nada, todo es un regalo de los dioses, y a vivir». Realmente esta exposición confiere emociones diferentes, quizás por el poder de la indeterminación. Que no espere el visitante encontrarse con algo realista, advierte, «porque eso no me apetecía nada». Las joyas de la Corona de esta exposición ya tienen un punto rojo de vendidas: son cuatro obras de pequeño formato, tituladas 'Música y pintura', realizadas a lápiz sobre papel verjurado italiano del XVIII adquirido en una tienda de Parma: «Entre los grabados que compré había unas hojas sueltas, y esas fue las que utilicé». Martínez Gadea quiere, por lo que está escrito, que su lugar en el mundo siga olvidado: «Santaballa es el Ampurdán, la Toscana y Galicia, todo en una. En cuanto los sitios se hacen populares se fastidian. ¡Yo he visto la playa de las Catedrales sin gente!».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.