Ochenta minutos con Lola Herrera

Es el velatorio al que más gente ha asistido a lo largo de los años. Algunos lo han hecho leyendo el clásico de Miguel Delibes y otros, como con la obra de Pentación Espectáculos y José Sámano, lo hacen visitando el teatro. Ir a un funeral no suele ser plato de buen gusto, pero si la que está sobre las tablas es Lola Herrera, cinco horas pasan como ochenta minutos.

El Teatro Villa de Molina retrocede hasta 1966, cuando Carmen Sotillo pierde a su marido de una forma inesperada. Una vez que las visitas y la familia se han retirado, ella sola vela durante una noche entera a su compañero de vida. Será entonces cuando inicie un monólogo con el que los espectadores descubren sus personalidades y los conflictos de su matrimonio.

'Cinco horas con Mario', publicado por primera vez en 1966, está considerado uno de los mejores trabajos de Delibes. No fue hasta 1979 cuando las palabras del autor español resonaron entre las paredes de un auditorio, con la primera adpatación teatral, en Madrid. La producción, también de José Sámano, vino rodeada de muchas dudas. Nadie creía en el proyecto de llevar un monólogo tan extenso al teatro, pero la función llegó a representarse a lo largo de diez años con los teatros abarrotados.

Más de cuarenta años después, Lola Herrera da vida a Carmen Sotillo, la esposa de Mario. La protagonista recuerda con nitidez la guerra civil, época en la que ya estaba en edad de merecer. Sotillo acarrea una frustración desparramada desde el sexo hasta el deseo de un mayor nivel de vida, que protagoniza su monólogo.

Con la muerte de su marido, salen a relucir todos sus resentimientos y los asuntos eternos del ser humano: de la culpa, de la soledad, de la incomunicación, del sentido de la vida. Un momento en el que solo estará Carmen, en la piel de Lola Herrera, y el público.