La pianista Kontxi Lorente llega a la cuarta edición del Murcia Jazz Festival para presentar 'Selected Songs', uno de esos discos en los que resulta un auténtico placer perderse para poder (re)encontrarse. Y es que, de inicio a fin, el tercer trabajo publicado por la navarra tras los embriagadores 'Mediterranean Sea' y 'About me' cautiva con el tacto sutil de un diálogo musical sin estridencias ni forcejeos. Nueve relecturas de temas ajenos que Lorente hace propios, profundizando en sus rincones, escuchando sus secretos, abriendo de par en par las ventanas de sus laberintos y dibujando con elegancia la belleza de sus contornos. En resumen, cita más que atractiva la de esta noche en Jazzazza Jazz Club. Hablamos con Kontxi.
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¿De qué forma lleva a cabo el primer acercamiento a un tema ajeno?
–Lo primero que hago es escoger temas que me hacen vibrar mucho. A partir de ahí, y respetando siempre la melodía, porque sin ella no hay canción, lo que hago es convertir la armonía tradicional en algo más contemporáneo y colorista. En cuanto al ritmo, también muchos de los temas ya no son en clave swing, sino que pasan a tener unos 'grooves' más modernos e indefinidos. Le doy mi propio sello.
–Me gustaría destacar la maravillosa labor que realiza en su último disco con el impresionante 'Nature Boy' de Eden Ahbez. ¿Cómo fue el trabajo con un tema así de intenso y misterioso?
–Para mí también es una melodía absolutamente maravillosa, intensa y muy íntima. Para llevarla a mi terreno, lo que hice fue introducir nuevos acordes y marcas rítmicas a partir de una nota especialmente larga que tiene el tema. Así, manteniendo ese misterio y tensión que comentas, creo que le aporto, al menos bajo mi criterio, un poco más de vida y dinamismo.
Cuándo Viernes a las 22.00 horas.
Dónde Jazzazza Jazz Club. Algezares (Murcia).
Cuánto 14 € / 20 €.
–A nivel de implicación emocional, ¿hay mucha diferencia entre interpretar una pieza propia y sumergirse en el repertorio de otro artista?
–Cuando me enfrento a un estándar de jazz, aunque enfrentar es una palabra que suena demasiado grave, lo que quiero es hacerlo mío de una forma radical. No me implico tanto emocionalmente con un tema cuando lo interpreto absolutamente igual que su autor, así que necesito transformarlo a nivel armónico y rítmico para tener la sensación de que es algo mío, aunque no lo sea enteramente. Interpreto de una manera más auténtica y visceral una composición que es cien por cien propia, claro, pero disfruto ambas cosas de la misma forma y siempre desde el respeto.
–¿Hasta qué punto se permite seguir jugando con las canciones en el directo?
–Es algo que forma parte del lenguaje de este género. El jazz, al final, consiste en tocar melodías populares o de otros autores y hacerlo a tu manera. Eso no significa que vayas a ser irrespetuoso con la persona que ha compuesto el tema, sino que va implícito ese juego en la interpretación. Además, entra también en escena la interacción con tus compañeros y el público, así que nunca sabes lo que va a pasar cuando te subes a un escenario. Y ese riesgo e inquietud es lo que le da toda la emoción al jazz.
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–¿Cuál es su principal motivación para seguir tratando de descubrir los misterios del jazz?
–El jazz es un lenguaje que está siempre vivo. Es un género constantemente abierto a nuevas posibilidades y a ser fusionado y variado en todos los sentidos. Es esa creatividad y apertura infinita lo que me anima a continuar explorándolo. Fíjate, esto no lo había dicho nunca, pero creo que el jazz también hace que te conozcas mejor, porque buscas dentro de ti lo que tienes y puedes aportarle.
–Usted cuenta con una amplia experiencia en el campo de la docencia, siendo actualmente profesora en el aula de jazz del Conservatorio Superior de Valencia. ¿Ha cambiado mucho la manera de entender y amar el jazz en el sector más joven de la población?
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–Vivimos una época en la que el acercamiento a la música no tiene nada que ver con la manera en la que era antes. En el pasado no teníamos internet o redes sociales, así que te recorrías todas las tiendas que había o viajabas para comprar el disco que querías o ir a clase de piano. Todos esos esfuerzos se hacían porque era algo pasional cuyo objetivo principal era disfrutar aprendiendo. Y sucedía igual con los profesores y con los compañeros y compañeras. La manera de aprender era más lenta, puede ser, pero asimilabas todo mucho mejor. Ahora, al tener tanta información y música disponible, no sabes ni por dónde empezar. Creo que muchos jóvenes estudian jazz un poco por inercia y por probar, pero no tienen una afición real.
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