La tradición como campo de juego y ensoñación. Reivindicación y homenaje. Nostalgia y ceremonia. Túnel del tiempo con bañado en cuerdas y auroros cantando ... al alba. En Juan José Robles se aúnan de forma admirable la perfección técnica, el agradecimiento sincero a la música que vio crecer a generaciones pasadas y la celebración del ayer como adorable compañero de verbenas del hoy. Con sus dos trabajos en solitario, 'Tiempo de espera' e 'In-quietud', señalado este último el pasado 2019 por la prestigiosa Word Music Central como mejor disco europeo de música folk, el alhameño demuestra la grandeza de lo sencillo, rimando a favor de la belleza de lo inalterable. La dulce melodía, tan festiva como melancólica, de lo que fuimos, somos y seremos.
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–Su último disco, 'In-quietud', cumple a rajatabla con su título ya que según tengo entendido su desarrollo se produjo en un estado de cierta zozobra. ¿Cómo es la creación de canciones en mitad de esa vorágine emocional?
–Digamos que todo ese proceso de búsqueda de melodías se dieron en momentos de refugio, los cuales, a su vez, me llevaron a momentos de sosiego. Y en ambos me pilló con instrumentos en las manos.
–Más allá de esa etapa específica, ¿cómo definiría su proceso de composición? ¿Ha variado mucho con los años?
–Mi forma de trabajar siempre ha sido coger un instrumento, bouzouki, mandolina, laúd o guitarra, y disfrutar de esa sensación de libertad que me produce cuando buceas en melodías inesperadas hasta que, de pronto, algo te llama la atención. Y ahí me quedo, dando vueltas hasta que me aporte cosas bonitas. Y no, no ha variado mucho, solo que antes no confiaba en nada de lo que hacía y lo desechaba y ahora le doy varias oportunidades hasta que decido incluirlas en un disco.
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–Un aspecto a destacar en sus conciertos es la química que se genera entre los músicos que le acompañan sobre el escenario. ¿En qué aspectos hace mayor hincapié para alcanzar esa conexión?
–Lo fundamental es que haya una amistad y complicidad para poder mirarse y sentir que queremos decir cosas juntos al público. Tengo la inmensa suerte de estar arropado por grandes músicos. Enrique González, Tóbal Rentero, José Antonio Aarnoutse y Pablo Orenes me aportan mucho en lo musical y en lo personal. Es algo que creo que se transmite hasta sin querer.
–¿Qué siente cuando observa a personas jóvenes disfrutar de su propuesta musical? ¿Dónde cree que se ubica el punto de encuentro generacional entre la música tradicional y esa parte del público?
–Yo hago música para todas las edades y público, pero no intencionadamente, es natural y es lo que más disfruto. Me gusta que se use para dormir a un bebé, viajar, como sintonía de un documental o para vivirla en directo. En cuanto a las músicas tradicionales de las que nos rodeamos y tanto queremos, la clave está en que las llevamos dentro, las sentimos y, tarde o temprano, nos tocan la fibra.
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Cuándo Viernes a las 20.00 horas
Dónde Mula. Teatro Lope de Vega.
Cuánto Entradas: 5 euros.
–¿Cómo valora la evolución de las músicas populares? Parece que en la actualidad son cada vez más los artistas que apuestan por introducirla, en mayor o menor medida, dentro de otros géneros musicales como el hip hop, el trap o el rock.
–Sí, actualmente son muchas propuestas las que están saliendo al gran público haciendo de altavoz a lo que son las músicas del pueblo. Digamos que hay propuestas de músicas tradicionales que apuestan por incluir sonidos actuales y, al contrario, grupos de estilos diferentes que incluyen como exótico algún elemento tradicional. Estas músicas siempre van a existir. Hoy estamos creando la música tradicional del futuro.
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–¿Qué supone la memoria dentro de su obra? ¿De qué manera conversa con ella en términos creativos?
–Creo que de forma inconsciente tengo un diálogo continuo con ella. A veces, de manera inesperada, me salen melodías que me recuerdan a músicas que escuchaba con 12 o 15 años.
–Por último, ¿qué le diría tantos años después a aquel Juan José Robles de nueve años que recibió su primera guitarra como regalo de Reyes?
–Le daría unas inmensas gracias por haber hecho el esfuerzo de aprenderse el «cha cha pum». Fue un momento crítico donde, después de dos meses de aprendizaje, estuve a punto de dejarlo porque no me salía el ritmo que me había puesto el maestro. A partir de ahí, la guitarra ha sido mi eterna compañera de vida y me ha aportado casi todo lo bueno que me ha pasado hasta hoy.
Oferta San Valentín: 6 meses x 9€. Hasta el 16 de febrero.
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