Transitando con imperecedera soltura el infinito de las canciones escritas con puño, letra, venas y corazón. Así encontramos en la actualidad a Nacho Vegas, uno ... de los cantautores españoles más importantes de las últimas décadas, quien regresa con otro estupendo disco bajo el brazo: 'Mundos inmóviles derrumbándose'. Sumando nuevos clásicos a su sobresaliente catálogo, el asturiano se presenta con banda renovada y con el mismo nivel de inspiración que marcó algunas de las obras más importantes de su carrera. Hablamos con él antes de su concierto en el Teatro Romea.
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–Tengo entendido que los temas de este disco surgieron de una etapa un tanto oscura. Sin embargo, una vez publicados, ¿hasta qué punto le han ayudado a iluminar el presente?
–Cuando estaba haciendo las canciones tenía como premisa no hacer un disco pandémico, porque era lo que nos estaba privando de poder mirar al futuro. Y ahora me doy cuenta de que estos temas, mirándolos con perspectiva, arrojan una luz. Puede que su germen sean sentimientos muy complejos y dolorosos, pero precisamente estas canciones eran la forma de confrontarlos y de encontrar una salida y una respuesta. Ahora, interpretándolas en directo, me doy cuenta de que tienen una fuerza que para mí era insospechada.
–Ha confesado que durante algunos momentos previos a la llegada de estas canciones sintió cierto miedo a que la inspiración le hubiera abandonado. ¿Cómo gestionó esa sensación?
–En principio, los que nos dedicamos a la música estamos acostumbrados a tener épocas de bloqueo creativo, así que no me parecía algo tan extraño. Lo que pasa es que la cosa se alargó mucho y tuve un momento de pánico. Fue ahí cuando decidí cambiar de aires para que las canciones aparecieran, porque sabía que estaban ahí. Ya estaba presente la chispa de muchas de ellas, pero faltaba trabajarlas. Y debes hacerlo porque si no se te quedan dentro y son como un tumor que crece y te hace cada vez más infeliz. Afortunadamente, terminaron surgiendo. Porque, como dice Fernando Alfaro, las canciones son como las malas hierbas, que crecen aunque tú no quieras.
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Cuándo Viernes, a las 20.00 horas.
Dónde Murcia. Teatro Romea.
Cuánto Entradas: 25 euros.
–Dentro del altísimo nivel del álbum, me parece que hay una cumbre absoluta, 'Ramón In', donde narras la historia de un amigo muy especial que falleció hace cuatro años. En fondo y forma, parece una de esas canciones que se vomitan sobre el folio en blanco. ¿Fue así o se trata de un tema que se mostró especialmente complicado de domar?
–Es una de las canciones en las que la realidad de la que partes está muy cerca de la verdad a la que quieres llegar. Siempre existen esos dos ejes y a veces la línea es muy delgada. 'Ramón In' es uno de esos casos. Son temas que se vomitan, como bien dices, pero también requieren más tiempo y perspectiva para tomar la decisión de escribirlos. Recuerdo que solo tenía el primer verso, el día que murió Ramón además, y me costó mucho seguir por ahí, pero cuando encontré el segundo verso surgió la canción completa.
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–A pesar de hablar de temas muy complejos y dramáticos, el armazón sonoro del disco huye por completo de la solemnidad y el tremendismo. ¿Fue una decisión previa o simplemente surgió?
–Creo que ha sido una evolución natural a lo largo de muchos años. Este disco vuelve un poco a mis orígenes, hacía tiempo que no usaba la primera persona más confesional de la manera en la que lo hago aquí. Lo que ocurre es que, en aquella época, había una especie de determinismo trágico de la vida del que me he ido despojando con el tiempo. Creo que eso ha redundado en que las canciones que hablan de sentimientos más dolorosos terminen lanzando una luz, que es de lo que se trata. Aunque hay muchas canciones todavía más duras que las de mis primeros discos, creo que en este trabajo no está tan presente ese tremendismo.
–Por último, y haciendo referencia a una de las canciones más fantásticas del disco, ¿qué nos queda si nos quitan 'El don de la ternura'?
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–Pueden hacernos muchas cosas, pero me parece que va a ser muy difícil que nos quiten la ternura. Hay cosas a las que el capitalismo no puede llegar. Hay un ensayista que me gusta mucho, Alberto Santamaría, que acuñó el término de 'capitalismo afectivo' y habla de la forma en la que el capitalismo intenta apoderarse de aquello que todavía no ha logrado conquistar, es decir, nuestras emociones. Pero creo que la ternura es algo propio del ser humano, que se escapa porque no puntúa. Es decir, cuidarnos y asistirnos tiernamente es algo que no da puntos en un mundo capitalista. Y precisamente son esas cosas las que tenemos que aprovechar para empoderarnos y luchar contra un tipo de sistema que nos impone unos códigos y unas lógicas de consumo que provocan que compitamos los unos contra los otros, todo lo contrario a lo que hace la ternura. Debemos fomentar esa empatía para combatir los sentimientos que hacen que el mundo sea menos bonito.
Oferta San Valentín: 6 meses x 9€. Hasta el 16 de febrero.
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