Cuántos recuerdos, cuánta belleza

Unos versos de T. S. Eliot dicen: «Leo durante gran parte de la noche, y en invierno parto hacia el sur». En busca de sol y de brazos desnudos, de más tiempo de vida en la calle y de balcones abiertos, de deseos de brindis y de baños al aire libre. Ese sur, precisamente, de cuya mejor cara formaba parte nuestro Mar Menor, que hoy languidece, tan hermoso que ha sido cantado por grandes poetas y pintado por las manos de artistas que han inmortalizado su esplendor generoso, del que podíamos disfrutar, «tomad y comed todos de él», gratuitamente. Ese mar que José María Álvarez pinta con palabras en 'Morir como los barcos': «Si la suerte o los dioses / tienen dispuesta mi partida / bajo otros cielos, / su voluntad sea mía. / Mas si puedo pedir, que la luz de mis ojos / se ponga contemplando este paisaje, / las antiguas playas, la vieja mar / junto a la que nací».

Qué regalo de la naturaleza, cuyos venenos y desaires vertidos en sus entrañas no merecía. Todo lo que le debemos, las emociones y las horas de placer en días dichosos, lo han sabido pintar de maravilla, en estas serigrafías que hoy siguen contagiando felicidad y nostalgia(s) a quienes las contemplan, por los artistas Antonio Ballester, Manolo Barnuevo, José Luis Cacho, Dora Catarineu, Jorge Fin, Ángel Haro, Esteban Linares, José Lucas, Antonio Martínez Mengual, Emilio Pascual, Willy Ramos, Vicente Ruiz, Juan B. Sanz, y los ya fallecidos, y añorados, Manuel Muñoz Barberán y Molina Sánchez.

Obras todas ellas -firmadas y numeradas por sus autores-, delante de las que llegas a sentir, además de un fuerte deseo de festejar la vida, un suave oleaje que parece querer posarse sobre tu rostro. Lo escuchas con una sonrisa, la humedad aparece como traída por el día que despunta, algunas gaviotas te sobrevuelan, quieres volver a ser un niño como esos que corren sin preocupaciones, sabiéndose a salvo. Te entra hambre de pescado y de arroces, y sed de limonada, de refrescos, de ñas y de vino blanco. Ese Mar Menor esplendoroso, que hoy se extingue, es el que te atrapa con estas serigrafías cuyos latidos y belleza nos interpelan:

¿Cómo hemos consentido lo ocurrido?