El saxofón de Clara Juan Soler flota alto y libre, desciende con sutileza y suavidad, pisa con firmeza y un total de cero dudas y observa con la misma emoción lo creado y lo que queda por construir. Con un currículum tan amplio como deslumbrante, ... la artista valenciana continúa desarrollando un proyecto propio en el que los detalles más reconocibles del género jazz se dejan conquistar por sonoridades de vibrante funk, electrónica y pop melódico, manteniendo intacta su elegancia, equilibrio y una sofisticación nada forzada. En resumen, Clara hace que un maremoto recorra con fluidez la partitura, que la fusión no se ande con trucos baratos, que cada nota juegue a favor del equipo y que el instrumento sea arma y corazón. Charlamos con ella antes de que visite la Región junto a Kontxi Lorente en el piano, Samuel Keri al bajo eléctrico y Guillermo Soler en la batería.
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Cuándo Viernes a las 22.00 horas.
Dónde Jazzazza Jazz Club. Alegazares (Murcia).
Cuánto 15 € / 24 €.
–La cantidad de proyectos en los que ha participado a lo largo de su trayectoria es realmente apabullante. ¡Si hasta formó parte de la grabación del himno del Atlético de Madrid que escribió el mismísimo Joaquín Sabina! ¿De qué manera le han marcado estas experiencias hasta dar forma a la artista que es hoy?
–La verdad es que es una suerte y un placer haber colaborado en tantos proyectos. Conocer a diferentes músicos que se dedican a estilos tan distintos y aprender de cada uno de ellos ha sido lo que más me ha enriquecido a lo largo de mi carrera.
–¿Cómo lleva eso de que su nombre aparezca casi siempre asociado a la etiqueta de gran promesa del jazz nacional? ¿Genera presión, ilusión o ambas?
–Es una muy buena pregunta. Diría que es una mezcla. Sin ilusión es imposible dedicar tus días y noches a un instrumento. Y creo que presión es una palabra que le suena a cualquier músico. La clave es equilibrar la ilusión y la presión. Y lo digo yo que me tendría que aplicar este consejo al cien por cien (risas). En mi caso, intento disfrutar del camino sin pensar en nada más.
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–¿Cuándo surgió su interés por este género musical en general y por el saxofón en particular?
–Empecé a los siete años tocando en la escuela de la banda del pueblo con el saxofón y el piano. Terminé los estudios profesionales clásicos de ambos, pero después decidí continuar solamente con el primero de ellos. Respecto al jazz, era un género que escuchaba mucho y me encantaba, pero nunca se me había ocurrido estudiarlo porque no tenía ninguna de las pautas necesarias. Casualmente, vi un curso de fin de semana dedicado a este género que realizaba el colectivo Sedajazz, me apunté, lo probé y me enamoré por completo de esta música y todo lo que la rodea. Acudir a esa iniciativa fue la mejor decisión que he tomado en mi vida.
–¿Recuerda la primera vez que sintió que se había mimetizado con su instrumento?
–Fue bastante antes de tener relación con el jazz, cuando estaba en el círculo musical de la banda en la que tocaba en Gandía. Era de noche y estaba ahí porque quedaban muy pocos días para el recital final. Ocurrió mientras interpretaba el segundo movimiento de la sonata de Rueff y me acuerdo perfectamente porque me metí tan dentro que tuve que parar por la conmoción. No logro describirlo, pero noté que el saxofón era una prolongación de mi cuerpo. Fue una sensación muy bonita, pero también extraña porque nunca había experimentado algo así.
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–¿Diría que sigue creando y subiéndose a un escenario para repetir esa conexión tan especial?
–Totalmente, tanto con mi instrumento como con mis compañeros. El diálogo espontáneo que surge entre todos a través de la energía que vamos creando es realmente especial. Son momentos de unión que surgen a base de tocar mucho con las mismas personas.
–Me gustaría hablar de sus últimas composiciones, 'Long night' y 'Catch it', piezas que funcionan como el reverso nocturno y luminoso de un mismo mapa.
–Así es. 'Long night' surgió de un poema que escribió una amiga mía al que le quise poner música, mientras que 'Catch it' es puro nervio y energía. La idea principal de este último tema fueron los dos acordes del principio, ya que empecé a trabajar sobre ellos. Cada pieza se compone de una manera, pero en el caso de 'Catch it' llegaron primero los colores y después la melodía, algo que, en mi caso, no sucede casi nunca. Además, es un tema en el que aparecen sintetizadores, que es un tipo de instrumento que, aunque todavía no controle demasiado, estoy escuchando mucho últimamente. Me gustaría explorar más estas sonoridades en el futuro puesto que, ya que tenemos estos recursos tan a mano, creo que se pueden usar para mejorar el trabajo y añadir algo nuevo a las composiciones. Si al jazz le incorporas otros elementos como la electrónica puedes hacer que quien piense que es un género destinado quizás a gente mayor se acerque con más interés.
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–Aterriza en el Jazzazza Jazz Club acompañada por la pianista Kontxi Lorente, Samuel Keri al bajo y Guillermo Sole a cargo de la batería. ¿Qué es lo que más disfruta actuando en este formato y qué diría que es lo más importante que aportan cada uno de ellos a su lenguaje musical?
–Cada formación cuenta con sus cosas buenas, el sexteto es muy divertido, por ejemplo, y el trío, aunque es más arriesgado en cierto modo, también me encanta, pero es que el cuarteto es increíble porque te da absolutamente todo. El piano es el colchón perfecto sobre el que volar a nivel melódico, el bajo funciona en el grupo como un corazón que te hace bailar y la batería es el gran colofón.
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–Compagina su trayectoria artística con la docencia, campo donde ejerce como profesora musical en diversas escuelas. ¿Qué artistas suele utilizar en sus clases como puerta de entrada al jazz?
–De entrada, pensando en que sean fáciles de escuchar, entender y transcribir, diría que Dexter Gordon y Sonny Rollins son dos imprescindibles. También están, por supuesto, Lester Young, Coleman Hawkins, Michael Brecker o, madre mía, el esencial John Coltrane. Es una lista interminable, pero, si tuviera que quedarme solamente con uno, creo que sería Jerry Bergonzi tanto por su discurso como por la manera tan especial que tiene de componer y ver la música.
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