Desde el primer momento de la entrevista, en la que se muestra tan amable, divertido y cercano como siempre, Pablo Alborán transmite la sensación de estar profundamente feliz y agradecido a la vida por la oportunidad que le ha dado de poder compartir canciones que ... le nacen a ras de corazón. Un entusiasmo que se transmite a lo grande en 'La cuarta hoja', sexto disco donde el artista malagueño juega la carta de la positividad sobre un tablero musical de notable corriente luminosa. Con colaboraciones como las de Aitana, María Becerra o Ana Mena y combinando géneros como la ranchera, la electrónica o el pop latino, Alborán ha dado forma a un trabajo tan dinámico como disfrutable. LA VERDAD habla con él.
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–Afirma que 'La cuarta hoja' ha sido el primero de sus discos cuya elaboración nace del desorden. ¿Cómo ha sido la experiencia de componer desde el caos?
–Un aprendizaje. La verdad es que soy muy metódico y me gusta tener el tiempo para escribir, equivocarme y poder hacer las cosas con calma, pero con este disco fue diferente porque nació en mitad de la gira de teatros que hice el año pasado por todo el mundo. No hubiera sido capaz de hacerlo de otra manera. 'La cuarta hoja' ha salido tan vitalista y alegre por esos conciertos, por volver a estar cerca de la gente, en los escenarios en los que empecé y presentándome otra vez frente al público con muy pocos instrumentos. Es algo que me ha motivado de una manera diferente. Además, aunque no me encante, trabajar desde el caos tiene su gracia.
Cuándo: Sábado, a las 21.30 horas.
Dónde Plaza de Toros. Murcia.
Cuánto 33 € / 37 €.
–La suerte es un concepto clave dentro del disco. ¿Cuáles han sido los golpes de fortuna más importantes que la ha aportado este trabajo?
–Poder seguir trabajando en este mundo, hacer un disco y que se venda ya es tener buena suerte, sobre todo por el momento en el que estamos (risas). El consumo de la música ahora es muy rápido y voraz, así que el hecho de poder seguir estando, que la gente continúe creyendo en ti y tener una buena relación contigo mismo como músico es un golpe de fortuna muy importante, como tener la oportunidad de hacer una gira, por supuesto. Además, en lo que respecta al directo, este trabajo me permite combinar mi parte más teatral e íntima con ese lado más cercano al gran espectáculo que tanto me gusta.
–¿Qué papel cree que ha jugado la suerte para llevarle hasta el punto en el que se encuentra su carrera en la actualidad?
–He trabajado muchísimo y nunca he dejado de intentarlo. Estudio música desde los siete años y me presenté en mi adolescencia a muchísimos concursos en los que, por cierto, nunca llegué a ser ni finalista (risas). Ya entonces sabía que, independientemente de lo que pasara, la música iba a estar siempre ahí. Busqué un plan B estudiando primero periodismo y publicidad y, años después, filosofía, porque no sabía si alguien se iba a fijar en mí. Por suerte, ocurrió, que es algo que tiene también mucho de magia. La buena suerte necesita que haya trabajo detrás. Y el trabajo tampoco existe solo. Siempre influye lo que te rodea y la manera en la que afrontas el sí y el no, algo especialmente complicado en esta industria.
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–¿El proceso de composición y grabación del disco fue tan feliz como el resultado final?
–Hay un poco de todo. Recuerdo que al principio me obsesionaba mucho con que el disco no perdiera mi sello, pero lo que te identifica no puede estar basado en lo que te digan los demás. Yo no soy solamente el que canta 'Saturno', 'Carretera y manta' o 'Solamente tú', soy todas esas personas, así que me di cuenta de que podía compartir canciones con distintos artistas y productores y juntar un tema de reggaetón con otro más flamenco o clásico. La música convive así en las plataformas actuales, así que puede hacerlo también aquí. Es un disco muy diverso que he hecho sin prejuicios y sin pensar demasiado en la fecha en la que lo iba a terminar o el orden de las canciones, que son cosas que me han importado mucho siempre. Al final, la propia música habla sola y te lo dice, no necesitas ser tan determinante contig mismo.
–'El traje' me ha recordado a esas canciones maravillosas en las que se lanzan puñales en un contexto melódico basado en la alegría.
–Sí, me inspiré mucho en el disco de María Jiménez con canciones de Sabina y en ese carácter festivo. Es una canción en la que le estoy diciendo a alguien lo grande que le ha quedado el traje de toro, pero bailando y cantando (risas).
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–En el lado emotivo de la balanza encontramos 'A batir las alas', una canción muy intensa en fondo y forma.
–Es muy autobiográfica, una especie de diario del artista y de la persona que hay detrás. Tú quieres gustar a todo el mundo, y la persona que te diga que no te está mintiendo, pero llega un punto en el que no puedes pretenderlo sin descanso porque terminas viviendo pendiente del otro y eso nunca sale bien. Además, en la música todo pretende ser ahora perfecto y automático. Sacas una canción y tiene que ser un éxito esa misma semana porque a la siguiente ya hay otra. Es agobiante y agotador. La música es compartir y no competir.
–Asegura que este disco le ha servido para descubrir que algunas heridas se curan con unas copas entre amigos. ¿Por qué brinda actualmente?
–Por estar vivo. ¡Es que soy muy feliz, tío! Tengo mis días malos, porque también tengo derecho, pero, cuando pienso en lo bien que están mi familia y amistades, lo que me sale es celebrar. Ese tipo de cosas hay que festejarlas, porque nunca sabes cuando se van a poder repetir.
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