Asomarse al balcón en San Miguel de Salinas, a orillas de la CV-95, es verse envuelto en un baño de brillante verdor. Naturaleza que el regadío brinda y que jalona lomas y cauces. Verde de hileras de limoneros y pinos que, de bancal a bancal, dibujan una estampa tintada en su horizonte de rosa laguna y blanco de sal. Inmejorables vistas –amén de envidiable tiempo– por las que hasta ahora cientos de extranjeros se han visto atraídos a pasar su cálido retiro en este rincón todavía bucólico de la Vega Baja. Un pueblo unido que vive ahora en vilo por si algún día, como el Gobierno les promete, su inmejorable vergel acaba transmutado en un inmenso desierto salpicado de paneles solares.
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En marzo, «más vecinos que empadronados votaron en las pasadas elecciones municipales» se echaron a las calles de San Miguel en una multitudinaria protesta «que dejó claro que nadie aquí quiere la planta solar», cuenta Jesús Pérez. Él es uno de esos agricultores que hoy lucha por su medio de vida con la espada de Damocles de que, en algún futuro no muy lejano –y si nadie lo impide–, pueda perder su más valiosa herencia. La de cuatro generaciones ininterrumpidas de su familia que llevan labrando estas tierras del Campo de Salinas con sudor y mucho, mucho sacrificio en aras de conservar intacto este singular pedazo de huerta tradicional más allá de las lindes del Segura.
Misma situación que Conchita Marín. Joven agricultora, ella, por su cuenta y riesgo, realizó una inversión para poner a rendir sus tierras y todavía está pendiente de ver amortizado ese esfuerzo. En su caso, es la segunda generación y ambos son el otro rostro amargo de la energía renovable, la de aquella que –al menos en apariencia– no se antoja tan verde.
Con ánimo luchador, los dos atienden a LA VERDAD en el local de la Asociación de Vecinos San Miguel Arcángel, altavoz de esta y de otras tantas protestas que han labrado fama a los habitantes del municipio de ser todos unos guerreros. Bregados en luchar en el pasado, desde por un centro de salud propio hasta por evitar la instalación de una mina de yeso.
200
hectáreas de suelo agrícola regable se estima que ocupará la futura planta fotovoltaica
Esta vez el contrincante que les espera de frente no es menor. El Estado –ya lo dijo el mismo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez– quiere abaratar el coste energético de sus plantas desaladoras con fondos europeos, entre ellas la que hoy se dice la más grande de Europa: la de Torrevieja. La desalinizadora, tan protestada en su momento, está pendiente de una nueva ampliación –recientemente adjudicada– que la consolide en esa primera posición.
Todo fue anunciado en aquella visita relámpago de Sánchez a la ciudad de la sal que, en aquel momento, pasó sin pena ni gloria por San Miguel; hasta que un inocente link a una encuesta difundida por el Ayuntamiento en sus redes sociales despertó las alarmas en calles y plazas. «Nos enteramos por casualidad, por el boca a boca entre los vecinos», reconoce Pérez. Y es que el jefe del Gobierno español avanzó que habría una planta solar de autoconsumo, pero, por el camino, en su comparecencia sin preguntas, «se le olvidó» mentar el detalle de que esta iría a parar a las que hoy por hoy son las mejores tierras de labranza del pueblo.
Los labriegos de San Miguel lo tienen claro. La batalla que afrontan es desigual. Así dicen que lo constataron tras la última reunión que mantuvieron con los técnicos de Acuamed, la empresa estatal que gestiona las plantas desalinizadoras de la cuenca mediterránea. «Aquí prima el bien común, nos dijeron», expresa Pérez. Así, sin ponerle nombre y apellidos. Aunque para ellos el beneficiario es evidente. «Van a acabar con nuestras tierras para salvar el Mar Menor y a los agricultores del Campo de Cartagena», concluye este agricultor.
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En la asociación de vecinos, su portavoz, Manuel Gómez, lo suscribe. «Quieren que no se terminen de explotar allí los acuíferos», asegura. «No es que tengamos nada en contra de ellos, –asiente por su parte Marín–, pero la gente debe saber que, para que unos se beneficien, a nosotros y a todo el pueblo de San Miguel, nos van a hacer un auténtico atropello. Van a desvestir a un santo para vestir a otro». Para Pérez, añade, «han hecho un estudio de impacto ambiental sin tener en cuenta el impacto económico, cultural y social que eso va a tener para el pueblo».
Además, insisten, hay otras alternativas. La asociación vecinal, sin ir más lejos, ha propuesto que las placas vayan a parar sobre la AP-7 y sobre el canal del Trasvase, lo cual, además, «reduciría la evaporación del agua». Sin embargo, lamentan, todo el 'feedbak' que recibieron fue negativo. «Nos convocaron ya con las excusas pensadas de antemano para denegar todas las alternativas que les planteáramos», denuncia Pérez. Incluso, cuentan, han propuesto sin éxito instalar torres de paneles como asegura que ya se hace en otros países como Canadá y así reducir en lo posible la superficie agrícola afectada. Todo denegado.
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Con todo, los tres –y aseguran que todo el pueblo detrás– se manifiestan con ánimo de «luchar hasta el final». «Ahora es el momento de los despachos, pero si hay que acudir a la Justicia se hará», asegura Gómez. «Es el futuro del pueblo lo que está en juego. La planta solar, además, deja constreñido el polígono industrial. Sin agricultura y sin trabajo, quien va a querer en el futuro venir a vivir aquí, a un pueblo dormitorio de Torrevieja», clama Marín.
Desde que tuviera lugar la manifestación del pasado marzo, San Miguel de Salinas se ha llenado de pancartas contra la planta solar y un lema: «Renovables sí, pero no así». En aquella ocasión, según los organizadores, fueron 3.000 los vecinos que gritaron al unísono contra los planes del ejecutivo central. El próximo martes, la voz del pueblo se dejará oír a las puertas de la Subdelegación del Gobierno en Alicante. Hasta tres autobuses han llenado ya pese a ser día de labor, avisan los convocantes. La expedición a la capital provincial partirá a las 9.30 horas desde el Ayuntamiento de San Miguel. Los interesados en acudir pueden apuntarse llamando al 965 720001 o escribiendo al Whatsapp del 687 920657.
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