El respeto y buen uso de las plazas de aparcamiento para discapacitados, así como su suficiente disponibilidad, son temas que despiertan especial sensibilidad entre aquellos usuarios de vehículos con movilidad reducida. La pérdida temporal de unas plazas de estacionamiento en la avenida de las Palmeras, en La Zenia, ha motivado que la Asociación de Vecinos de Cabo Roig y Lomas (AVCRL) haya impulsado un estudio exprés de la situación de las mismas junto a las playas del litoral oriolano.
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El pasado miércoles, tras conocer la noticia de lo acontecido en La Zenia, el miembro de la entidad vecinal, Carlos Fernández, se lanzaba a hacer un recorrido por los arenales de Orihuela. Fernández, cuenta, tiene reconocida una discapacidad del 33% «aunque es previsible que en breve me den el 45%. Estuve ingresado en Parapléjicos de Toledo y, aunque me puedo mover, desde entonces, viendo las dificultades de los que tuvieron peor suerte que yo, me fastidia mucho el egoísmo de todos con las personas con problemas de movilidad», explica sobre la motivación que le ha llevado a emprender por su cuenta esta iniciativa.
El trabajo a pie de campo lo ha plasmado en una hoja de Excel y en un extenso reportaje fotográfico adjunto con todas las playas oriolanas a excepción de Punta Prima y Mil Palmeras. Para analizar cada uno de los casos se ha basado en la aplicación del decreto 72/2016 de 21 de junio, que obliga a todos los municipios de la Comunidad Valenciana a disponer de un mínimo de una plaza de aparcamiento reservada y diseñada para su uso por personas titulares de la tarjeta de estacionamiento por cada cuarenta plazas o fracción de plazas de aparcamiento en su núcleo urbano y, además, la misma proporción en los principales centros de actividad de los mismos.
Estas plazas, especifica, deben tener unas medidas y dimensiones legales concretas. Siguiendo esos criterios, argumenta Fernández, «mis conclusiones son que solo las calas de Playa Flamenca cumplen; el resto no. Tienen obstáculos laterales o traseros y dificultades de maniobrabilidad. Convierten plazas de parking en plazas para discapacitados aplicando pintura amarilla y azul», resume.
En La Zenia, cabe reseñar que, tras eliminar las plazas que había en la avenida de las Palmeras para ensanchar la acera, esta misma semana el Ayuntamiento ha actuado y ha reubicado esas mismas plazas perdidas en la avenida del Mar, las cuales lucen ahora recién pintadas y señalizadas tanto horizontal como verticalmente. Un lugar, se felicitan desde el equipo de gobierno, «mejor» que el anterior al estar prácticamente a pie de arena, sin necesidad de cruzar ninguna calle.
Respecto del resto de playas, en el estudio realizado por Fernández para AVCRL, destacan como la que mejor se adapta a todos los requisitos legales la ubicada junto a la famosa explanada de Playa Flamenca y desde la cual se puede acceder de manera accesible a Cala Estaca. Justo al contrario que su hermana de Cala Mosca. En este caso, señala Fernández, «no cumplen con el ancho mínimo y el bordillo impide abrir un lateral, el del acompañante, así como no cuenta con rebaje», describe.
Otras playas, analiza Fernández, tienen una accesibilidad ya de por sí complicada independientemente de las condiciones de las plazas de aparcamiento para movilidad reducida. Este es el caso de la rocosa playa canina (a continuación de Cala Mosca), que, tilda, «es totalmente impracticable para un discapacitado». También problemática, indica, son Cala Cerrada y La Caleta de Cabo Roig. «A parte de que las plazas no cumple en el ancho, ambas playas tienen difícil acceso por la pendiente de la rampa de bajada».
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Por otra parte, Fernández defiende que el número de plazas disponibles en algunos arenales dibujados sobre el pavimento no se corresponde con las que considera «hábiles» atendiendo a la normativa autonómica. «En Cala Capitán, por ejemplo, hay tres plazas habilitadas, pero realmente hábiles por espacio solo hay dos», analiza. Una situación que también aprecia en Barranco Rubio, Aguamarina, La Caleta y Cala Cerrada.
Luego existen casuísticas muy particulares de arenales concretos. Así, Fernández recoge que, por ejemplo, en Aguamarina, «existe un vallado ornamental que impide abrir uno de los laterales del coche, así como falta un rebaje en la acera». En Barranco Rubio, añade, «el bordillo de la acera es alto e impide salir por uno de los lados. También es difícil maniobrar al ser la vía estrecha y haber cubos de basura en el giro».
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