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José Antonio Gea y José Luis Satorre apuran los últimos días al frente de sus respectivas iglesias. Eva Moya

Relevo generacional en la iglesia oriolana

Recambio radical. José Luis Satorre se jubila tras 24 años al frente de Santa Justa y el deán José Antonio Gea hace las maletas a la casa de la Patrona de Torrevieja

Lunes, 5 de junio 2023, 01:13

Que el obispo te cambie al cura del pueblo es terreno abonado para levantar los dimes y diretes de los parroquianos, pero, cuando el cambio es tan brusco como el de 11 ministerios en toda la comarca, la cosa es como para despertar la estupefacción entre la feligresía. Algo así sucedió la pasada semana con la decisión del desde hace un año prelado oriolano, José Ignacio Munilla. Entre estos relevos, destacan los de José Luis Satorre, el –se podría decir– ya casi eterno párroco de Santa Justa y Rufina, y el del deán de la Catedral, José Antonio Gea. Dos instituciones en sí mismas dentro del clero de la sede episcopal alicantina. El primero le han dado la carta de libertad y al segundo billete con destino a Torrevieja, a la casa de su Patrona: la Inmaculada Concepción.

Ambos sacerdotes, antes de hacer efectivo su recambio en septiembre, comparten con LA VERDAD sus primeras impresiones después de décadas de servicio ininterrumpido en Orihuela. Gea ya se hace poco a poco a la extraña idea de convertirse en «deán en el destierro», comenta el oriolano entre risas. «La decisión ha despertado mucha perplejidad y sorpresa en las cofradías, las parroquias, claustros de profesores, familias, alumnos... De alguna manera, ha sido algo como inesperado», constata sin entrar a valorar los motivos.

«Voy a Torrevieja con un deseo de servirles, de quemar las naves en la que será la última aventura de mi ministerio»

José Antonio Gea

Deán de la Catedral

«Sé que tengo edad de jubilación, pero dentro de lo que son los años que ya tengo, me encuentro bien. Y claro, cuando me llamó el obispo para decirme que ya me jubilaba, pues me quedé con los ojos abiertos, pero aceptando lo que él decía porque es nuestro jefe», ratifica por su parte Satorre que, aun así, seguirá en Orihuela adscrito a la Catedral e, insiste, con la disponibilidad de continuar ayudando a sus compañeros y a los colegios a los que sigue ligado.

Y es que a nadie se le escapa que ambos tienen un recorrido muy largo en Orihuela, lo que genera dudas de cómo será la adaptación de los que lleguen. Aun así, Gea, que nunca ha salido de la Vega Baja, llega con ilusión a Torrevieja. «Voy con un deseo de servirles. Voy, si me permite la expresión, a quemar las naves. Yo sé que ya a la edad que tengo me embarco en la última aventura, al menos útil, de mi ministerio», explica el deán, que se confiesa muy ligado a la ciudad salinera desde sus veraneos de crío y, más tarde, por su relación con las párrocos que por allí han pasado.

Una vida para escribir

Satorre, ahora que podrá permitirse una vida sin obligaciones, quiere dedicar también este tiempo sobre todo a leer y escribir. «Quiero escribir un poco de lo que ha sido mi vida desde que empecé allá en San José Obrero hasta nuestros días: los hechos más significativos de mi vida y pararme un poquitín ahí», relata el sacerdote nacido en el seno de una familia comerciante de Novelda y que ingresó en el Seminario del monte San Miguel con solo 11 años. «De Orihuela siempre se te pega algo. Yo, cuando voy a Novelda, ya me dicen el cura huertano porque hablo con el ico y con la s».

«De Orihuela siempre se te pega algo. Yo cuando vuelvo a Novelda ya me llaman el cura huertano»

José Luis Satorre

Párroco de Santa Justa y Rufina

Ambos, pese a que ya no estarán sobre el día a día, aseguran que nunca se terminarán de desvincular. «Esto es imposible de echar de menos», reconoce Satorre, que dedica unas palabras a su sucesor. «Le aconsejo que sea él mismo como cura, que se dé cuenta de que es una parroquia viva y abierta y que él, como es un hombre listo y joven, pues podrá perfectamente hacerlo. En fin, que lo va a hacer muy bien», desea el sacerdote.

Sacrificio divino

Así lo ve también Gea. «Es un compañero, conoce perfectamente la Catedral; a muchos de los compañeros canónigos, a Torres Moya, a José Antonio, van a estar juntos. Yo creo que la Catedral gana». Tampoco le preocupa el listón tan alto que le ha dejado su predecesor en Torrevieja. «Mira, ni él ha elegido salir de allí ni yo de aquí. A nosotros nos mandan y vamos. A Abraham, Dios le pidió que sacrificara a su hijo. A todas las personas se nos pide siempre sacrificar algo que queremos mucho. Y esto es lo que hacemos los sacerdotes, sacrificarnos por lo que Dios quiere».

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