Amadeo Valoria: «Voy a trabajar mucho para que no quede ningún detalle en el aire»

–¿Cómo recibió la noticia por parte del Ayuntamiento?

–Estaba en mi trabajo, haciendo papeleo. Sonó el teléfono y vi que era de un número desconocido. Habitualmente no suelo descolgar si no conozco el contacto que me llama, pero en esta ocación me dio un pálpito, lo cogí y me encontré con que estaba hablando con el alcalde. Me dio la noticia y me dijo que era un honor para él que yo fuera el Caballero Cubierto 2025, a lo que yo le contesté que el honor me lo hacían a mí eligiéndome para este cargo tan importante y tan significativo.

–¿Qué motivos cree que ha llevado a la corporación municipal a elegirlo como representante de la Semana Santa?

–No tengo ni la más remota idea de lo que han visto en mí, lo que sí sé es que mi mujer y yo hemos estado siempre ahí cuando se nos ha pedido ayuda en la Semana Santa o para algo en lo que podíamos echar una mano en situaciones de todo tipo en Orihuela, como cuanto se montó el CRIS para personas con enfermedad mental crónica.

–¿Quién le inculcó la pasión por la Semana Santa?

–Mi abuelo Paco, que fue uno de los fundadores de la cofradía del Perdón, allá por el año 1927. Toda mi familia comenzó a formar parte de esta cofradía y cuando nací yo, al ver que había un posible nazarenico que pudiera salir, enseguida estaban todos con una vesta y unos caramelos preparados.

–Además de formar parte de esta cofradía, procesiona en los Pilares de la Soledad y es uno de los integrantes de la Primitiva Pasión Federico Rogel. ¿Cómo va a compaginar este año todo eso con su cargo?

–Con un cuadrante (ríe). Desde ya pido desde aquí disculpas si en algún momento determinado a algún evento no puedo acudir, pero es que literalmente no da tiempo. Como dice un familiar mío, la Cuaresma debería durar 80 días y no 40, porque no nos da tiempo a todo, pero, bueno, haremos lo que se pueda.

–¿Con qué acto de todos se quedaría?

–Siempre se habla del acto principal que es el de atravesar la catedral, pero hay otro que pasa más desapercibido que es el traslado de las imágenes desde el convento de San Juan de la Penitencia hasta la iglesia de Santa Justa y Rufina. Este acto me gusta mucho porque es un verdadero entierro, donde la gente va de luto riguroso, sin mostrar ningún tipo de joyería, y lo único que se oye a lo lejos es el canto de la Pasión.

–Este año formará parte de ellos como representante de la Semana Santa. ¿A quién tendrá en mente durante estos momentos tan especiales?

–Me vendrán a la cabeza muchos recuerdos de toda la familia, tanto la propia como la anterior: mis padres, mis suegros, mis tíos... Vendrán todos a mi cabeza porque realmente creo que yo soy como el producto final de un proceso de elaboración familiar que ha llevado muchos años. Aunque, sin duda, la persona que más me acompañará física y mentalmente será mi mujer. Ella resume la formación y las creencias que le inculcó su familia y las une a las mías. Entre los dos hemos formado una gran familia con nuestros hijos.

–¿Ha podido hablar con alguno de sus antecesores en el cargo?

–Sí, tras la noticia me han contactado varios de ellos y todos coinciden en lo mismo, que son unos meses muy intensos, en los que hay que trabajar mucho y que hay que hacer las cosas muy al detalle para no dejar nada al aire. Pero sobre todo lo que me dicen es que disfrute de cada pequeña cosa, desde una entrevista hasta la compra de unos zapatos.

–Hablando de complementos, ¿tiene ya el icónico sombrero que portará el próximo Sábado Santo?

–Habitualmente, a los integrantes de los Pilares de la Soledad que somos llamados a ser caballeros cubiertos, la Hermandad nos regala la chistera que portaremos en el Santo Entierro. Justo esta semana he estado ya tomándome medidas en una conocida tienda de sombreros de Orihuela.

–¿Hay algún otro elemento que vaya a llevar consigo con especial cariño?

–No soy una persona supersticiosa que necesite llevar nada encima para llamar a la suerte, aunque lo cierto es que me gusta utilizar cosas de de mis antepasados o que mis amigos me han regalado porque suponen un recuerdo hacia ellos. Por eso, suelo llevar desde unos gemelos de mi padre hasta un reloj de pulsera que me regaló una paciente.

–¿Cuál cree que es el mayor atractivo de la Semana Santa de Orihuela?

–Para mí la Semana Santa se vive en las calles. Esa semana destaca el olor que lo impregna todo, desde el jazmín y las rosas hasta las alcachofas. Precisamente, viviendo esas calles es donde los visitantes se van a quedar soprendidos de una celebración única, donde se celebra la muerte de Jesús.

–¿Cómo se vive esa tradición en su casa?

–Yo creo que como en todas las casas: con el caos de la última hora. En el último momento todos corremos de un lado para otro planchando los trajes, buscando los guantes y preparando los caramelos. Eso sí, siempre queda un hueco para lo mejor, que es la gastronomía de esta época. En casa nos encanta comer almojábanas y mona de Pascua con un chocolate recién hecho. Mis hijos que viven fuera siempre lo extrañan.