Desde que el hombre es hombre intentó buscar una explicación a todo aquello que le rodeaba: el cielo, las estrellas, la lluvia, las tormentas, la enfermedad y la muerte. En una primera fase de la historia de la humanidad imperó el pensamiento mágico, interpretaciones intuitivas ... de la realidad basadas en mitos y leyendas que, en muchos casos, inspiraron distintas religiones y creencias. Con el paso del tiempo apareció la Ciencia y muchas de aquellas cuestiones tuvieron su interpretación racional. Y ahí surgió el problema.

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Animal de costumbres. El hombre es un animal de costumbres, no sé cuántas veces habré visto repetir conductas equivocadas porque «esto siempre se ha hecho así». Y no, no digo que la tradición sea mala o hacer las cosas de una manera determinada porque nuestros ancestros aprendieron a hacerlo así. Pero ojo, con cosas que funcionan bien. Si nuestros tatarabuelos usaban la manzanilla para el mal de estómago porque funcionaba y funciona, pues úsese, pero si nuestros abuelos tenían esclavos porque así vivían mejor, y así se había hecho siempre, eso debemos de cambiarlo. Quiero decir con esto que el hombre es resistente al cambio y eso, los que hemos estudiado una carrera de ciencias lo sabemos muy bien. Que se lo digan si no a Miguel Servet o a Galileo Galilei. Todos conocemos lo resistente que era la sociedad a cualquier descubrimiento que, como la Teoría de la Evolución, pudiera contradecir a la Biblia, un libro escrito por doce tribus de pastores nómadas en una época precientífica.

La Ciencia. Pero llegó el siglo XX y la Ciencia se desarrolló de manera espectacular: vacunas, antibióticos, la mejora de la agricultura, mayor esperanza de vida... Hasta que, incomprensiblemente, en las sociedades desarrolladas comienzan a aparecer en el XXI individuos que compran una ideología de nuevo cuño, el ultraderechismo populista, que les lleva a querer acabar con un sistema que los ha criado bien hermosos, sin mortalidad infantil, y que les cuida con un buen sistema sanitario. Estos individuos, bien comidos y bien servidos –porque en el Tercer Mundo no tendrían tiempo para tanta 'tontá'– se dedican a querer reventarlo todo comprando cualquier idea pseudocientífica que les pase cerca y, si los dejas, nos volverán a llevar a la Edad Media o peor, a las cavernas.

'Grillaos'. El otro día vi por recomendación de mi buen amigo el divulgador científico Daniel Torregrosa el documental que tiene Netflix sobre los terraplanistas. Impresionante. Tipos y tipas que llegan a realizar sus propios experimentos y, pese a que estos les desmuestran que la tierra es redonda, siguen con su tole tole. Porque un tonto coge la linde y se acaba la linde y sigue el tonto. Y nos encontramos con estos flipaos que han surgido ahora, con mala formación, homófobos, misóginos, terraplanistas, antivacunas y conspiranoicos que, si tuvieran alguna intervención en el gobierno, nos mandaban al garete. Sin ir más lejos, el otro día vi un tuit de un partido de 'extremo centro' que tras una concentración en Madrid ponía una foto del cielo donde se veían unas estelas blancas en el mismo y aseveraba «haber sido bombardeados por 'chemtrails'», esto es, estelas químicas con las que según dicen nos atacan los gobiernos, y afirmaban que «los criminales acabarían pagando». De locos.

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Esto ya ha pasado. El otro día vi un documental sobre 'la religión nazi' y me quedó claro que, cuando aparecieron aquellos cuatro grillaos diciendo locuras en las cervecerías bávaras, muchos se los tomaron a coña. Si analizas una por una las idioteces que decían ves lo que era aquello, una locura. Pues ojo, ahora ocurre lo mismo. Si es usted una persona seria, con cierta formación, europeo/a, por muy enfadado que esté con el PSOE o con el PP, piense, por favor. Piense. Piense que no puede usted votar a unos tíos que creen que el coronavirus no existe, fue una conspiración; que nos bombardean con 'chemtrails'; que en la vacuna de la Covid nos ponen un 'chis' para que nos vigile Bill Gates; que piensan que la Tierra es plana; que quieren que nos paguemos el médico o la escuela y que el que no pueda que se joda; que no condenan la violencia contra la mujer y que se creen superiores a otras personas por su color de piel, cuando ellos tampoco es que sean arios, pero bueno. Si los 5.300 millones de presupuesto de la Región de Murcia cayeran en esas manos, ¿a dónde creen que nos llevarían? Yo se lo digo, a las cavernas.

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