475.019. Son los verdaderos Santos Inocentes o, lo que es lo mismo, el número de murcianos que se encuentran bajo la amenaza de vivir sin las necesidades básicas. Niños, niñas y adolescentes, personas mayores, mujeres, inmigrantes… Detrás de los números hay personas. ¡Pues que ... se aparten!
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No. En una democracia plena, urge la construcción de un sistema de cuidados justo, eficiente y sostenible (el cuarto pilar del estado de bienestar). Pero los derechos sociales, los derechos a ser cuidados y la obligación consecuente a cuidar los debemos evaluar no desde su cantidad sino desde otros parámetros: la calidad de los mismos, su capacidad de incrementar la libertad e igualdad y también su sostenibilidad.
Por eso, las mejores medidas para poner en marcha este cuarto pilar del estado de bienestar son complejas. No dependen de la mera decisión gubernativa de garantizar derechos o de inyectar financiación. En un mundo complejo como el que vivimos, una sociedad del cuidado nos exige a los gobernados luchar y manifestar lo que necesitamos, exige a los gobernantes tener claro para qué han sido votados (para mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos con su participación y sin exclusiones), y exige a las empresas y organizaciones del tercer sector tener 'luces largas': avanzar hacia una concepción de su misión, visión y estrategia que tenga en cuenta a la vez sus impactos sociales, ambientales, de gobernanza y obviamente económicos. Y a todos nos exige colaboración: colaboración entre las administraciones públicas en todos los niveles territoriales, colaboración entre empresas para actuar juntos como 'lobby' benéfico ante problemas sociales, colaboración entre organizaciones de la economía social (cooperativas, organizaciones del tercer sector, empresas de inserción…) para ir más allá de sus nichos de clientes-usuarios en función de la financiación que obtienen, colaboración entre los ciudadanos para que no esperen que gobiernos, empresas y entidades sociales decidan actuar, sino que sean ellos mismos los que se asocien para diagnosticar y resolver en redes ciudadanas de colaboración sus necesidades (esta es la esencia de la famosa y nunca bien definida sociedad civil). Y colaboración público-privada, desde la regla de que las prioridades las definen los poderes públicos y la ciudadanía, y las acciones las conciertan las administraciones, empresas y organizaciones de la economía social, respetando siempre los legítimos intereses de cada parte.
Todo ello se hace desde la cercanía: no se puede cambiar la realidad mirando gráficos, estadísticas o 'power points'; sólo desde un profundo conocimiento de los problemas sociales en los barrios, ciudades, pueblos…, sólo desde el 'barro' es posible entender qué significa morirse tras esperar dos años a recibir una prestación por dependencia tras la valoración positiva, pagar más de la mitad de los ingresos en un piso alquilado y mínimo, comer mal porque las grasas están baratas y las frutas caras, o no tener en tu barrio más que una guardería pública a precios prohibitivos. Esa cercanía implica actuar también desde una visión de 'territorios socialmente responsables': una conjunción de intereses públicos y privados, empresariales, educativos, deportivos, religiosos y culturales para focalizar la atención en una zona concreta y actuar de forma coordinada con un plan realista desde el punto de vista de: dotación de recursos educativos y de vivienda pública accesible; urbanismo integrador y no disgregador de relaciones sociales de ciudadanía; prestación de servicios (más allá de prestaciones económicas) de atención a personas mayores en sus casas; atención a los problemas de salud mental de niños y adolescentes derivados de su socialización en un mundo virtual y egoísta que no los necesita más que como consumidores; soluciones no puntuales para todas aquella familias y especialmente niños en situación de exclusión social, pobreza cultural y alienación personal. Estamos hablando de actuar creando una red permanente de cuidados, centrada en un territorio, focalizada en objetivos y acciones concretas y evaluables. Porque sólo tiene impacto lo que se puede evaluar, sólo se produce un cambio real si podemos diferenciar fácilmente entre la meta alcanzada y el punto de partida.
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Las soluciones no son fáciles, al contrario. Pero se tornan en imposibles si falla el foco (y el foco es avanzar hacia una sociedad de cuidados y un estado de bienestar de 4 pilares), si falla la imprescindible colaboración público-privada, o si falla la implicación ciudadana y la participación de la sociedad civil. Si falla la fraternidad (la hermandad, amistad o afecto entre hermanos iguales), todo falla y es imposible.
Porque no olvidemos que, en un modelo de buen gobierno basado en el estado de bienestar, el objetivo principal es alcanzar los máximos niveles de igualdad entre su población. Una igualdad no sólo jurídica, sino real en el sentido de equidad: igualación de oportunidades para que todos podamos ser verdaderamente libres. Sin equidad no hay ni igualdad ni libertad ni democracia. Feliz día de los Santos Inocentes. Pronto dejaremos atrás 2023 con la esperanza de más libertad, igualdad y fraternidad para los años venideros. ¡Por una economía más social!
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