Cuando a María le comunicaron que el cáncer había regresado, extendiéndose por todo su cuerpo, sintió que la enfermedad, una vez más, paraba su vida. Mi idea es aprovechar esta ventana para plantear algunas soluciones con mis anteojos de militante sindical y profesor de Responsabilidad ... Social.
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Por ejemplo, entrando a bocajarro al debate de la actualidad política, estoy de acuerdo con la propuesta de la parte socialista del Gobierno de crear una nueva baja laboral «flexible». Una propuesta mejorable, pero Yolanda Díaz ha preferido instalarse en el discurso de que 'con la salud no se juega'. A mi juicio debería aplicarse sus consejos a ella misma. No obstante, voy a intentar hacer el trabajo que ella no ha hecho.
Un aspecto esencial en la promoción del bienestar de las personas con cáncer es la extensión y profundización en cantidad y calidad de los periodos flexibles de incorporación del trabajador a su puesto de trabajo, sin olvidar que toda persona convive en un entorno social que le apoya y refuerza en su lucha contra la enfermedad.
El enfermo de cáncer es una persona que evoluciona y convive con su enfermedad a lo largo del tiempo. Si consideramos que el cáncer es cada vez más una enfermedad crónica, tenemos que empezar a hablar ya no tanto de 'bajas y altas laborales', sino de sistemas flexibles de gestión del tiempo de trabajo. Entre esos sistemas, una opción que cada vez más se considera en las organizaciones son las 'bolsas de horas': un tiempo de horas de trabajo de distribución flexible y consensuada entre trabajador y empresario a lo largo de un periodo determinado (ya sea un año, ya sea el tiempo estimado de proceso de la enfermedad). Si entendemos que la incorporación del trabajador en proceso de curación a su puesto de trabajo no puede hacerse de la noche a la mañana, las 'bolsas de horas' se convierten en una herramienta esencial para apoyar al trabajador en esa vuelta a la normalidad, y permitirle ir progresivamente adaptando sus fuerzas y capacidades a las exigencias del trabajo.
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Otro aspecto que me gustaría resaltar es la necesidad de tener en cuenta todas las posibles combinaciones de flexibilidad que actualmente existen: desde las bolsas de horas, a las excedencias y suspensiones, y bajas laborales acotadas en el tiempo. Ninguna herramienta podemos considerarla como panacea; al contrario: el éxito de la intervención debe descansar en la posibilidad de poder utilizar estos medios según se ajusten al estado de salud de la persona.
Por otra parte, desde una visión integral de lo que constituye la persona, tenemos que pensar también en los acompañantes de los enfermos; esto es, las soluciones que ofrezcamos a las personas con cáncer tienen que ser compatibles con las que ofrezcamos a sus familiares que les cuidan. Porque poco sentido tiene que el enfermo tenga múltiples opciones de flexibilización laboral temporal mientras su cuidador no las tiene, o al hacer uso de las mismas puede verse perjudicado en su propia carrera profesional. Nos tememos que falta una verdadera integración –incluso a nivel de gestión informática de Seguridad Social– de los periodos de baja, suspensión, excedencia, etc... de los enfermos con los de sus cuidadores.
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Por último, siendo imaginativos no deberíamos olvidar lo aprendido en la pandemia respecto a las regulaciones temporales de empleo; ciertamente, los ERTE se aplicaban a colectivos de trabajadores de un sector o empresa, y parece difícil aplicarlo tal cual a personas individuales; sin embargo, una lección quedó de la aplicación de estas figuras de regulación temporal de empleo y es la siguiente: si existe verdadera implicación en el mantenimiento del empleo por parte de los empresarios junto con las administraciones públicas, podemos pensar en soluciones laborales que permitan a los trabajadores realizar sus trabajos en casa, con menor carga laboral y sin perder ningún derecho ni –sobre todo– retribución. Quizás sea necesario empezar a reformular el modo en que las administraciones públicas apoyan el empleo: no es cuestión –sólo– de subvención o ayuda finalista, sino de participación en el pago de retribución de empresarios y administraciones públicas para aquellos trabajadores que temporalmente necesitan una forma más flexible y libre de trabajar. Esta puede ser una opción que compagine lo que ahora empieza a llamarse 'altas con bajas' o 'bajas con altas' laborales...
Los empresarios deberían ser los primeros en hacer palmas con las orejas a este tipo de iniciativas e incluso ir más allá (la responsabilidad social de las empresas empieza donde acaba el Derecho). A ver, conviene no olvidar que el 60-90% de los cánceres son de origen químico-ambiental y que los cancerígenos ambientales suelen tener un origen industrial directa o indirectamente (hollín, arsénico, brea, cloruro de vinilo, amianto, radiaciones solares, etc.), con más de 15.000 cánceres laborales al año en España.
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¡Y hasta aquí puedo leer! (como diría la gran Mayra Gómez Kemp). Si les interesa el tema, les esperamos esta tarde, a las 17.30 horas en el Jardín Botánico del Malecón, en el espacio que nos regala el 6º Congreso para personas con cáncer y su entorno. Espero que a María no le surja ningún imponderable y también nos pueda acompañar.
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