En 1973, Pepe se apeó del tren en la estación de Puigcerdá para hacer el cambio de tren hacia Francia. Su destino final fue un lugar de Francia cerca de la frontera con Suiza. No se acuerda del nombre. En los años 60 y mitad ... de los 70, millones de españoles emigraron a países de Europa occidental, que sustituyeron a los tradicionales destinos americanos.

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Después de deambular varias semanas sin encontrar trabajo en aquel sitio, Pepe se desplazó a Marsella, donde lo recibieron algunos amigos del pueblo que le consiguieron varios trabajos en la cocina de una pizzería italiana, en una mansión limpiando el jardín y en unas obras como electricista. Fueron trabajos de muy corta duración. Solo en 1973, en plena crisis del petróleo, emigraron unos 2 millones de españoles. De todos estos trabajadores, al menos la mitad salieron del país de forma irregular o 'no asistida' por la dictadura.

Un día de semana, paseando por la playa de Marsella, Pepito se enteró del fallecimiento de Nino Bravo. En una radio sonaba «... Dejaré mi tierra por ti. Dejaré mis campos y me iré, lejos de aquí...». Eran malos tiempos para la lírica: una de las principales dificultades a las que se enfrentaban los emigrantes españoles eran, esencialmente, los abusos derivados de su condición de irregulares, así como la explotación laboral, y las mafias que se enriquecían con la emigración.

Unas semanas después nuestro hombre se marchó a Suiza, donde se alojó en casa de unos vecinos de El Raal. Intentó trabajar con el título de electricista que había conseguido en la Escuela Jesuita de SANJE de Alcantarilla (una promesa de igualdad), pero no lo consiguió. Algunas veces tenía que marcharse del piso porque había inspección de la policía y él no tenía ni permiso de trabajo ni de residencia. Los inmigrantes españoles eran objeto de una percepción muy negativa en varios países; por ejemplo, en Suiza, eran considerados un peligro para las mujeres e incluso se les clasificaba como potenciales violadores. En Holanda hay constancia de manifestaciones en algunos pueblos en contra de la llegada de trabajadores españoles y en varios países era relativamente frecuente que les pusieran impedimentos para alquilar una vivienda. Quizás fue por eso que una noche unos vecinos del pueblo le descubrieron durmiendo en un banco con indicios de hipotermia.

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Un día le llegó una carta de sus padres (bueno, las cartas las escribía su hermano pequeño) donde le indicaban que el cartero había dejado en casa un contrato a su nombre para trabajar en Alemania. Así que cogió el petate, regresó a Murcia, cogió el contrato y se marchó 'pa' Alemania.

Cuando llegó a Alemania, lo alojaron en un pabellón que estaba en medio de un bosque. Su compañero de habitación era un asturiano. El autobús de la refinería los recogía cada día al amanecer. Regresaban todos los días por la noche y, tras la cena, salían juntos a dar un paseo.

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Después de unos meses, dejó el albergue y se fue al centro de Hamburgo a compartir un piso con un compañero de Bullas. Allí consiguió trabajo en Norddeutsche Affinerie AG, una empresa que se dedicaba a reciclar chatarra de cobre. Le pagaban unos 1.175 marcos mensuales y le dieron de alta en la seguridad social alemana.

Aquel año el cantante Raphael publicó el álbum 'Amor mío', una de sus canciones se titulaba 'Me enamoré de ella'. Pepe también se enamoró de ella y hasta hoy con Leli. El amor no entiende de adversidades.

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Volviendo al tema, al principio, según recuerda Pepito (ahora recuerda muchas más cosas que cuando era ilegal) le pusieron en un trabajo que no era lo que él sabía hacer; como pudo habló con el jefe de personal, y le enviaron a la escuela que había dentro de la refinería, para comprobar sus conocimientos, y enseñarle a partir de ahí los tipos de cuadros eléctricos que tenían y su forma de trabajar.

Al mes lo destinaron a la parte nueva de la refinería, al taller eléctrico. Todos sus compañeros eran alemanes y lo trataron bien, le asignaron un compañero-tutor para que le fuese indicando dónde estaban los diferentes cuadros eléctricos y le enseñara a interpretar los planos. También le dieron una bicicleta para desplazarse por la fábrica. A los pocos meses, cuando se producía una avería, él cogía su bici y se desplazaba al lugar solo. Con sus nuevos compañeros alemanes se acostumbró a beber cerveza, había un camión que pasaba dentro de la factoría para que los obreros pudieran comprar por cajas. Estaba permitido. Hoy conserva el gusto por la cerveza y una alergia rara en las manos que él cree que se debe a la manipulación del cobre.

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Tras dos años como emigrante tuvo que regresar a España para hacer el servicio militar. Hoy disfruta de la vida gracias a su pensión de jubilación española y el suplemento que le paga la seguridad social alemana. Por cierto, Pepe es mi hermano mayor, quizá por eso respeto tanto el trabajo de mis vecinos de página, en este caso, el de la Fundación Convive-CEPAIM.

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