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Tras el suicidio de la actriz Verónica Forqué (en este mundo progresivamente oscuro, es un rayo de luz poder hablar por fin en un periódico de que alguien se ha suicidado, un poco de verdad) la gente ha escrito sobre las películas favoritas en las ... que apareció, y nadie de lo más importante que hizo, donde no apareció. La vida es paradójica. Uno de los grandes psicópatas de la historia era un austriaco vegetariano –no hay que concluir necesariamente que los vegetarianos son todos psicópatas– y Verónica es una actriz famosa entre cinéfilos de todo el orbe, pero no como intérprete.
En todo el mundo se la conoce solo por el doblaje al castellano de la legendaria película de Stanley Kubrick 'El resplandor'. Los críticos españoles de la época, muchos de ellos catalanes, se ensañaron con ese muy singular doblaje. Aquellos sesudos, formados en el marxismo de los 70, no escatimaron análisis ridículos. Lo mejor de la gran Verónica Forqué, por lo que ha pasado al libro de oro del cine planetario, es por haber mejorado la obra maestra que era en versión original una película del genio Kubrick... en opinión del propio Kubrick. He visto, como todas las películas que me han marcado, varias decenas de veces 'El resplandor' (1980). Su director, superdotado judío, no entendía una palabra de castellano. Pero entendía todo de música. También la música de la dicción en idiomas ajenos. Cosa tan judía. Quedó hipnotizado de cómo sonaba su película doblada en español, con Verónica Forqué trasladando a la extrañísima Shelley Duvall y Joaquín Hinojosa a Jack Nicholson. Aún hay hoy críticos siempre neomarxistoides que tratan de enmendarle la plana al genio. Dicen no entender cómo le pudo gustar ese doblaje, que no le gustó sino mucho más, lo prefirió a las voces originales. La necedad sigue siendo casi la misma a la que cundía entre los intelectuales de los 70, y mayor a la de entonces entre la sociedad en general. Los críticos, y el autor de la novela, Stephen King (responsable de una idiota adaptación al cine), aún no han entendido nada de 'El resplandor' de Kubrick, sin pillar por qué es de las verdaderamente grandes.
Es la irrepetible sensación alucinada que transmite, no poco gracias a la voz de la recién suicidada. La forma en que dice a Jack Nicholson «eres un hijo de puta» no la pudo igualar ni la protagonista de la película, una Duvall con voz similar a Verónica, pero menos terrorífica. Lo mismo puede decirse del modesto Joaquín Hinojosa respecto al gigante Jack Nicholson. Ese doblaje irreal, como hecho al alba tras una noche de excesos, solidifica la sangre más que la tormenta de hielo que cae sobre el hotel Overlook en la película. Y casi tanto como la muerte solitaria de Verónica. Como exclamaría el personaje siniestro de Jack Nicholson con voz de Hinojosa, «Se suicidó Wendy, querida, sol de mi vida...»
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