Al final, Trump aceptó una transición ordenada, cuando lo que había provocado empezaba a estar entre 'Braindead', 'Sucesor designado' y 'Duck Dinasty'. Si no pasa nada más, podría ir nuestra ministra Laya y decirles que qué gran democracia la americana, tras haber superado que un tío con cuernos campe por el Capitolio, otro se esclafe en el despacho de Pelosi y otro se lleve un atril. Sería como Reagan elogiando a Pérez Llorca la democracia española después del 23-F. Lo más sorprendente, más allá de un presidente chiflado arengando a sus seguidores, es lo fácil que es entrar en el Capitolio (para luego andar entre cordones o hacerse fotos con los policías). Tan fácil les resultó a estos como a Michael Fagan sentarse en la cama de Isabel II. Aquí rodearon el Congreso, pero no entraron. Vale. ¡Pero están en el Gobierno! Y lo del Parlament en 2017 tampoco es muy diferente de lo de Washington. Las turbas son turbas. Con cuernos o sin cuernos.
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