De los muchos y variados temas redundantes que gustamos en esta tierra nuestra (Mar Menor, corrupción, aeropuerto, autovías interruptas por bancales...), el del AVE resulta especialmente significativo. Yo mismo lo he traído a colación al menos en un par de ocasiones, por lo que prometo ... que esta será la última... salvo error u omisión. Pero ya que lo he usado (¡eureka!) en un reciente viaje, al mes aproximadamente de que se pusiera en circulación, creo que merecía la pena confesar las impresiones de este humilde usuario. Sobre todo, por aquello de las expectativas que el tema ha generado entre los que solemos ir a la capital del reino en ferrocarril, desde aquellos trenes expresos nocturnos que tardaban una noche, hasta los 'rápidos' diurnos que paraban en todos y cada uno de los apeaderos que el señor conde exigió en el siglo XIX para sus propiedades (aunque diera un 'pequeño rodeo'), pasando por los maravillosos Talgos que te llevaban en cinco horas (mañanas o tardes) hasta una vetusta estación de Atocha.

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Como quiera que soy un apasionado de las películas de trenes ('Alarma en el expreso', 'Con la muerte en los talones', 'Asesinato en el Orient Express'... por no hablar de los westerns en los que asaltan vagones de guardarropía), el ferrocarril siempre ha sido mi principal modo de viajar. Por eso, la primera vez que fui a los Estados Unidos, allá por el año de la rana peluda, no dudé en ir en tren desde Los Ángeles a Chicago: dos días de total gozada, de no ser por un problema con el agua a poco de llegar al destino.

Por fin he viajado en AVE. Y lo primero que tengo que decir es que, por fin también, veo en las terminales de información de las estaciones esa palabra AVE asociada con Murcia. Es una satisfacción absoluta, ya que nos coloca en la primera división de los trenes. Otra cosa será si son mejorables los horarios; si cada vez habrá más trayectos sin paradas que con paradas, es decir, si durarán menos los viajes; si los precios se moderarán, etc. Pero tener AVE, tenemos.

No entiendo la desfachatez de criticar el AVE quienes pudieron hacerlo cuando gobernaban

Cierto que para ir de Murcia a Madrid y viceversa hay dos tipos de AVE: el corto y el largo. El corto dura 2 h. 45 minutos, y el largo, 3 h. 25 minutos. Por razones coyunturales fui en el largo y volví en el corto. Sí hay diferencia, sí, pero no tanta. Imagino por pura lógica que poco a poco desaparecerán los largos y aumentarán los cortos. Elemental, mi querido Watson. No soy experto en la materia, al menos, no tanto como algunos consejeros de nuestro Gobierno regional, que saben a pie juntillas lo que hay que hacer con el AVE. La pena es que no pasara lo mismo con muchos de sus predecesores, que ni hicieron medio kilómetro de vía rápida, aceptaron el trazado que quiso el presidente manchego Bono (por cierto, de otro partido) y aprobaron lo de ir a Madrid por Alicante. No entiendo la desfachatez de criticar el AVE, los horarios y demás, quienes pudieron hacerlo tan ricamente cuando gobernaban. Pero tampoco me extraña. Lo vemos en otros temas como el Trasvase, la autovía del bancal o el cuidado por el Mar Menor. Por cierto, ahora que cito a Bono, como cráneo privilegiado que nos hizo a los murcianos y alicantinos tragar con la rueda de molino de pasar por Cuenca para ir a Madrid, ¿no nos recuerda al señor conde decimonónico que antes citaba? Se hizo lo que él quiso, lo que habla de sus dotes de persuasión, y de las tragaderas que tuvieron nuestros políticos.

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Otra cosa es el debate de qué hubiera pasado si aquella representación política de nuestra sociedad, hace veinte años, hubiera hecho fuerza para ir a Madrid por el camino más recto, es decir, de aquí a Albacete saltándonos Camarillas (con el permiso del señor conde) y de Albacete a Madrid sin pasar por Cuenca. Un buen cambio de vías hubiera supuesto, pienso, abaratar costos y quizá ir a la capital en el tiempo que lo hace el AVE, incluso menos.

En fin, que tenemos AVE, que ha costado un ojo de la cara, pero que ya está aquí; que disponemos de una fea estación soterrada tanto como la de Albacete; y que debemos sacarle partido a lo que hay para ir y venir a Madrid en el menor tiempo posible. Aunque, cuando lleguemos a Murcia, haya uno o ningún taxi.

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