Cinco mujeres, pelo en trenza o moño, vestidas de ocre, naranja, verde, vino tinto y rosa palo. El bosque. Un río cristalino. El cielo azul. ... Los pies descalzos. La ropa blanca, tendida y mojada. Rosario de Velasco pintó sus 'Lavanderas' en 1934 cuando su nombre ya sonaba con fuerza en los círculos artísticos y, como escribió su amigo y mentor Eugenio d'Ors, «ya había irrumpido con entrada de caballo siciliano que no de cebra circense en los oficiales certámenes; y allí fue cosa no ya de coser y cantar, sino de llegar, ver y vencer, lo de ganarse todos los triunfos y arramblar con los mejores lauros». Sí, en los años treinta mi tía abuela fue una de las grandes y la operación rescate para sacarla del olvido en el que ha permanecido injustamente tantos años comienza con el cuadro descrito arriba que le regaló a mi abuelo Luis el día de su boda, heredó mi abuela, ahora guardan mis padres y bajo el que tantas veces, porque es gigante y está colgado en alto, desde bien pequeña me he preguntado quién fue realmente esta «chicarrona de piel de pan tostado, de pelo negro a la greña, manos de movimientos dulces y ojos castaños», como la describió alguien.
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«Uy, se quemó todo en la guerra», contestaba Rosario cada vez que le preguntaban por algún documento para verificar su edad. Lo cierto es que nació en Madrid en 1904 y murió en Barcelona en 1991. No la conocí aunque me hubiera encantado y ojalá algún día de estos bajara de quién sabe dónde para tomarnos un café y hablarle de la gran exposición en el Museo Thyssen que estamos organizando; también para encontrar respuesta a tanto que quiero preguntarle. De su ausencia me consuelo con sus maravillosos cuadros que van apareciendo en casas y colecciones por todo el país después de años olvidados, con los mensajes de los que la quisieron y admiraron y me escriben para contarme; también con sus fotos siempre sonriendo al lado del mar en Sitges, en Loarre, ese pequeño pueblo de Huesca, entre esos rebaños y montañas que tan bonitos pintaba.
Rosario de Velasco fue una de las grandes y, aunque poco se sabe de ella, el Reina Sofía, el Pompidou de París y el Museo de Bellas Artes guardan algunos de sus cuadros. En casa tengo un calendario en el que voy tachando los días que quedan para que mi familia recorra con orgullo las salas del Thyssen repletas de sus cuadros. Hemos esperado muchos años pero mereció la pena: Rosario, Rosariana como cariñosamente te llamaron, por fin tendrás el lugar que mereces en la historia del arte del siglo XX en España.
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