Plumas de pollo

Pero para qué aburrirles y aburrirme con esa línea roja de la amnistía cruzada sin sonrojo alguno por Sánchez si puedo escribir de asuntos mucho más gratificantes como el discurso del filósofo Nuccio Ordine para el Princesa de Asturias que no pudo leer en el Teatro Campoamor porque murió unos meses antes. Mientras lo encuentran en internet, les comparto un par de párrafos: «Uno no estudia para ganar dinero, uno no investiga con ánimo de lucro, y la aventura del conocimiento sólo adquiere su más noble función cuando se pone, gratuita y desinteresadamente, exclusivamente al servicio del honor del espíritu humano». Bravo y bravo también cuando escribe que en las «escuelas y universidades necesitamos a profesores-salmón que, navegando a contracorriente, conviertan las aulas en laboratorios donde se critiquen los falsos valores dominantes en nuestra sociedad». Yo también, como Ordine, estoy segura de que los defensores de las causas perdidas irán aumentando mientras disminuyen la mediocridad y los mediocres.

Grande Ordine, grandes también unos investigadores de Singapur y Zúrich que para que las pilas de combustible sean más sostenibles y rentables están utilizando plumas de pollo de las que se recogen en el mundo 40 toneladas anuales y a las que mediante un sencillo proceso han conseguido extraer la proteína de la queratina y convertirla en unas fibras muy finas que se colocan en la pila a modo de membrana sustituyendo a las que se fabrican con químicos altamente tóxicos y tres veces más caras. Lo de las plumas aquí no acaba: en crema, y para según qué heridas, y como abono para las plantas son mano de santo; también ojalá que para entretenerles con sus novedosos usos en un día como hoy en el que recordamos y llevamos flores a quienes ya no están y quisimos tanto y yo celebro que en Colombia, donde viví feliz y trabajé muchos años, la izquierda populista y jodona haya descarrilado en las últimas elecciones. Hay esperanza.