La noche oscura del alma

Existen 400 tipos de trastornos mentales que nos acechan y a ver quién se libra. Cruzo los dedos, pero depresión nunca he tenido y fue hace muchos años cuando de verdad entendí de qué va esta pesadilla al ver a mi queridísimo compañero de trabajo contarme entre lágrimas que no tenía fuerzas ni para vestirse. Desde entonces jamás he vuelto a poner en duda que alguien pueda sentirse así de mal y triste. En cuatro años el actor Dani Rovira pasó por un cáncer en plena pandemia y una amorosa ruptura. En un periódico de tirada nacional lo contó el otro día y a esta crisis existencial tan jodida la llamó la noche oscura del alma, en referencia a los místicos, en la que todo lo que creía inamovible se tambaleó y se derrumbaron uno a uno los pilares de su vida. En el XVI, San Juan de la Cruz escribió en forma de poema sobre ese proceso que solo las almas elevadas entienden en el que se camina a ninguna parte y es complicado ubicarte en el mundo. En nuestro siglo, la noche oscura del alma es un estado de profundo sufrimiento, días y días de miedo al borde del precipicio, al vacío.

La noche oscura del alma es ese viaje iniciático en soledad en el que nos enfrentamos a nuestros miedos y preguntas. Un camino a los infiernos al que hay que saber rendirse para entender lo que somos y valorar que la adversidad fortalece el espíritu. ¿Quién soy?, ¿qué hago aquí?, ¿a qué he venido? Tenemos sed de verdad, pero no hay respuestas certeras cuando se atraviesa la penumbra del alma y se vive en desconexión absoluta. Todo duele y todo muere pero, como escribió Carl Jung, «ningún árbol crece hasta el cielo sin que alcancen el infierno sus raíces». La resistencia a la noche oscura es más dolorosa que ella misma. Por eso, si nos llega ese momento de la vida de angustia profunda en el que todo se funde a negro y nada parece tener sentido hay que avanzar para ser, aprovechar la oscuridad para sobrevivirla. Y pedir ayuda.