Tiene delito pedirles que recuerden cómo durmieron hace dos fines de semana, pero necesito una excusa para airear mis problemas de insomnio y de paso ... maldecir la Luna de la Cosecha, así la llamaron los amerindios aunque otros la conocen como la de la maíz o la cebada, lindísima sí, la primera de otoño también, pero jodidamente brillante y culpable de que haya estado unas cuantas noches contando ovejitas como una condenada. Dicen los de la RAE que los lunáticos son aquellos que padecen una locura no continua sino por intervalos, que levante la mano quien esté libre de pecado porque me atrevo a asegurar que cualquiera de nosotros hay días que amanece tan animado y simpático que todo el mundo quiere adoptarnos; otros, mejor ni se acerquen porque del mal genio que nos entra capaces somos hasta de repartir bocados. Otra cosa son los lunáticos como yo a los que la luna les altera el descanso; mi madre también, pero me pide que le deje fuera de este fregado. Créanme, más de un estudio ha demostrado que nuestro sueño y los ciclos lunares están conectados.

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Viernes, 23.57 horas. Nuestro satélite entra en fase oficial de luna llena y a mí el plenilunio me pilla con amigos y un gin-tonic en la mano. Es San Miguel y mi vecino, que lleva el nombre del arcángel, ha preparado cena y copas en la terraza de su casa. Celebramos santo y veranillo; el mar a dos palmos y la última superluna del año embellecen el escenario. Unas cuantas horas después me derrumbo agotada en la cama, cierro los ojos, me despido del mundo para media hora después perder mi forma humana y transformarme en un búho real de ojos saltones y pecho blanco que ulula desde los riscos más altos. Las dos, las tres, las cuatro... Paso la noche en vela y al día siguiente, más de lo mismo, ahorro detalles para no cansarles.

Sí, soy una lunática de manual y con luna llena mi actividad cerebral encargada de regular el sueño profundo cae en un 30% y mis niveles de melatonina se van al carajo. Si no quieren no me crean pero si Selene es capaz de alterar el crecimiento del mar, las plantas, el pelo, las uñas e incluso adelantar un parto, ¿no va a influir en nuestro sueño y estados de ánimo? Hoy la luna está 82,81% visible y en fase creciente y yo sigo con los ojos como platos porque ¿cómo dormir bien después de la tragedia de Las Atalayas, la guerra Israel-Hamás y la amnistía al prófugo Puigdemont, sí ese que huyó del país escondido en un maletero, más que pactada?

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