Baños de bosque

Si les pregunto por el país donde la gente muere más tarde, probablemente piensen en Japón y en el archipiélago de Okinawa en el que de 100.000 habitantes, 76 superan el siglo de vida, más de tres veces la proporción de algunas poblaciones con el mismo tamaño de Estados Unidos. Pero agárrense que viene curva: en algunas comarcas de Ourense, según datos del Instituto Gallego de Estadística, esta cifra se triplica. Mientras en las ciudades se consumen ingentes cantidades de comida basura y vamos a toda pastilla, los abuelos gallegos cuidan de los animales y plantan sus verduras, beben agua de los manantiales, respiran aire puro, comen sano y poco, duermen mucho, respetan el ritmo de las estaciones y estrés, el justo. ¿El secreto? Nada nuevo y resumido en una premisa: vivir con el entorno en armonía.

En Galicia también caminan y no por cualquier sitio: los castañares y robledales por allí son únicos. En Japón, en los ochenta, alarmado por los altos índices de estrés y las muertes por trabajar mucho, el Gobierno decidió promover el Shinrin-Yoku, los baños de bosque, parte esencial desde entonces de la atención sanitaria preventiva y alternativa al frenético ritmo citadino. ¿Beneficios? Los aceites naturales llamados fitoncidas que los árboles segregan para protegerse de insectos, hongos y bacterias potencian nuestro sistema inmunitario y la producción de proteínas anticancerígenas. Realizada regularmente, esta terapia forestal rebaja la tensión arterial, mejora el sueño, la concentración y el estado de ánimo y reduce los niveles de depresión e ira. Eso sí, hay que caminar despacio, respirar profundo, estar presente y utilizar los cinco sentidos; no sirve un paseo dominguero, tampoco un día de pícnic.

Los árboles, cuanto más grandes y viejos, más curativos. Consulto en internet los mejores lugares de España para el Shinrin-Yoku. Lejos me pillan Muniellos y el Bosque Encantado en Tenerife, pero tengo cerca los olmedos de Moratalla y los pinares de Sierra Espuña. Yugen es una palabra japonesa que viene a expresar esas sensaciones demasiado profundas para poder describirlas como nadar en invierno, caminar descalza o que el ulular del viento me arrulle. Busquen ese lugar mágico imposible de poner en palabras en el que ser felices y no olviden que un baño de bosque de entre dos y cuatro horas durante dos días es capaz de aumentar la actividad de nuestros glóbulos blancos en un 40% durante los siguientes treinta días.