Despedí el año 2022 en la cama de un bóxer de Urgencias de La Arrixaca y, siete meses después, volví a visitar el mismo sitio, en el mismo hospital. Se ve que le tomé el gusto y, a punto de la Nochebuena de 2023, otra ... ambulancia, otros médicos y sanitarios tan amables y eficaces como los del año anterior. «Cero amarguras», me dije, hazte cuenta de que, como en el juego de los bolos, mientras rula no es chamba». Pero la procesión iba por dentro. Sin miedo, pero no exento de temor, esta vez aguardaba expectante las fiestas navideñas que durante los dos años anteriores compartí con los sanitarios de urgencias.

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Y no. Oí la sirena de la ambulancia, pero no se detuvo en mi puerta. Así que lo de las incidencias en las fiestas navideñas de los dos años anteriores fue una simple casualidad.

Pero las casualidades no existen. Es la frase con que se titula un libro de Borja Vilaseca (cuya obra, duramente criticada a veces, se centra en mensajes de espiritualidad y desarrollo personal, es decir, pseudociencia) y es también la frase que los guionistas para historias de cine y televisión emplean con cierta frecuencia. Ahí lo dejo.

Sea como fuere, ahora que ha pasado la Navidad y llegado el nuevo año, sin haber visitado el hospital, libre de creencias, no eludo participar –a mi manera, claro– en esa especie de balances sobre lo acontecido y lo por venir. De lo ya sucedido, no se va de la retina la catástrofe de Valencia que de repente, en un 'ex abrupto', que dirían los eruditos, arrasó la vida de más de doscientas personas (227). No tengo derecho alguno a quejarme de mis plepas cuando, en las comunidades vecinas, seres como yo están sufriendo esa devastación, incluso psicológica, por el terror vivido de ver morir a sus seres queridos y la ruina de encontrarse sin hogar.

De lo que viene en 2025, los analistas del futuro, siempre movedizo, auguran incertidumbres y peligros. Por la vuelta a la presidencia de Estados Unidos de un errático e imprevisible Donald Trump, esta vez acompañado de Musk, el hombre más rico del mundo, quien con los 260 millones de dólares que aportó en la campaña electoral de Trump se ha ganado formar parte del nuevo Gobierno 'made in USA', en el que también estarán otros supermillonarios.

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Inquietante.

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